Juicio 14 | “Me animo a decir que la mayoría de las adopciones no salían por la vía legal”

Lo dijo Norma Elida Altamirano, una médica  que trabajó en la ex Casa Cuna. Brindó información sobre la discrecionalidad con que se manejaban las adopciones y específicamente cómo  se fue gestando la apropiación de la hija de María de las Mercedes Moreno, nacida en cautiverio, en 1978.  Saltó el poder de las monjas – entre ellas Monserrat Tribo, implicada en el robo del nieto de Sonia Torres-, de los directores y las asistentes sociales. Secuelas del terrorismo de estado.

Por Katy García*

Este viernes, en la segunda audiencia de la causa González Adela María y otros, declararon cinco testigos que aportaron información sobre los hechos ocurridos entre septiembre de 1978 y agosto de 1979. Se juzga a siete personas  imputadas por la sustracción de una beba nacida en cautiverio, en 1978.

Integrantes de la fiscalía, querellas,y defensas. En el centro se ve la silla para los/las testigos/as
La pequeña sala donde se desarrolla el debate.
La quieren adoptar

La primera en declarar fue  María Argentina Moreno (78), hermana de María de las Mercedes Moreno, víctima del terrorismo de estado y del robo de su hija nacida en cautiverio en la Maternidad provincial. El fiscal Carlos Gonella le pidió que relate cómo fueron aquellos hechos.  Contó que su hermana había sido secuestrada y trasladada al D2 (Departamento de Informaciones de la policía provincial)  ubicado en la calle (Mariano)  Moreno, el 26 de septiembre de 1978. En esos días, recuerda, había fallecido la madre de ambas, cuando Mercedes, embarazada de ocho meses, fue retirada, por cuatro personas de civil, de su domicilio, en barrio Los Paraísos.

Fue su esposo quien se ocupó de averiguar que había estado en el D2 y que la trasladaron  a la Maternidad provincial. “Me voy a verla; estaba esposada y atada de manos. Pero no me dejaron que la vea. Cuando vuelvo al otro día veo que la llevaban en un auto y me dice cuidame los chicos y le digo no te hagás problema”Se refiere a  los cuatro niños de Mercedes que ella cuidaba. De ahí se dirigen al  Juzgado federal 1 donde plantean la situación y una persona  le dice “vayasé tranquila con los chicos”.

Durante un mes visitó a su sobrina, todas las mañanas, en una sala de la Casa Cuna, siempre en presencia de una monja. La describe como una criatura “muy bonita, de ojos verdes y cabello ondulado negro”. Uno de esos días, una enfermera le advierte: “Tené cuidado porque hay una doctora que está interesada y la quiere adoptar. Le dije no, si tiene madre”. Cuando pudo ver a su hermana en la cárcel de mujeres El Buen Pastor le contó que  había visitado a la beba y que estaba bien. María de las Mercedes, que no pudo conocerla cuando nació porque la llevaron a neonatología  le dijo que apenas quedara libre irían a buscarla. Cuando ello ocurrió  fueron juntas a la Casa Cuna. Se presentó como la madre, pero la monja les impidió el paso. “Nunca la vio”, evocó, y tampoco su padre, Carlos Oviedo, a quien mató la policía en un descampado.

María Argentina Moreno
“Ya está en adopción”

La segunda en testimoniar fue la médica Norma Elida Altamirano (77). Trabajó en la Casa Cuna desde 1972  hasta que se jubiló en 2002. Su función desde que ingresó en 1978,  era atender en el Salón Cuna ubicado en el primer piso a niños de cero a dos años. Declaró que conoció a la imputada Adela González, psicopedagoga, porque ambas trabajaban en el  lugar. Aseguró que “siempre la veía con  Laura Caligaris (la apropiadora) en la oficina de abajo. Eran amigas”. Ante otra pregunta de la abogada Chalup sobre la presencia de niños y niñas durante el terrorismo de estado, indicó que aunque parezca raro “en la época del proceso” no estaba enterada porque solo se dedicaba a  estudiar. No obstante recordó que “había militares con armas largas apuntando hacia el primer piso donde estaban los chicos, pero pensaba que era porque eran hijos de personas presas o por robos. Nunca me preocupé porque estaba abocada a la tarea de médica”, explicó.

Poco a poco se fue soltando y contó que  había un juez de menores pero “no sé si intervenía o no en la salida de niños” para  adopción de 0 a 2 años. En respuesta a la pregunta sobre cómo egresaban los niños manifestó: “No sé si por la vía legal o por  otra vía;  pero me animo a decir que la mayoría no salía por la vía legal porque la madre Monserrat Tribo, la madre Asunción y otra que estaba en la guardería, manejaban el lugar”. Se refiere a las monjas que decidían junto a los directores y las asistentes sociales Laura Caligaris de Agüero Doná y Miriam Vial.

Recordó también que un día cuando llegó a trabajar la monja le dijo “esta niña es nueva” mientras la fichaba. “Me llamaba la atención porque era muy bella, muy bien cuidada, en muy buen estado de nutrición y crecimiento de acuerdo a la edad. Tendría entre 6 y 8 meses porque ya se sentaba. Le pregunto a la monja, cómo llegó y ella me dice  está para adopción. En ese momento, ingresó la asistente social Laura Caligaris y se dirigió a la cuna para acariciar a la nena y le pregunto si era así y me dice ya está en adopción”. Y en una semana, ya no estaba, comentó.  También señaló que  en democracia cuando llegaron los Organismos de derechos humanos a buscar datos, ambas “se fueron del hospital con carpeta psiquiátrica” que renovaron hasta que se jubilaron.

Norma Altamirano, médica. Captura del video.

El libro de ingresos y egresos

Otro aspecto sobre el que brindó información fue la existencia del libro de ingresos y egresos que durante un tiempo se había “perdido” según  las monjas durante una inundación. Pero “nunca hubo tal inundación, hicieron desaparecer todo”, denunció. Se enteró  porque dos personas fueron a averiguar datos sobre sus identidades. Un hombre que había estado internado cuando tenía 5 años y en  otra ocasión, llegó una niña que le contó que había estado embarazada y las monjas la llevaron a la zona de clausura y la convencieron de que diera a su bebé en adopción. Ante esa situación, fue a la oficina  nueva de servicio social y de inmediato  sacaron un libro marrón con tapas de cuero. Lo abrí y vi que allí estaban todos los datos de los  niños que pasaron por aquí donde se registraba fecha, nombre, quien los traía, quién se los llevaba, y edad”.

Cuando declaró años atrás en Tribunales federales, dijo que habló de la existencia de ese libro. Años después, vio en la página de Facebook que el director  Daniel  Pizzi y el administrador del Hospital Pediátrico del Niño Jesús invitaban a celebrar un nuevo aniversario de la institución de salud pública. Promocionaban un  curso y mostraban precisamente  el libro de ingresos y egresos. “Tiene que estar en el hospital”, dijo con firmeza,  y no pudo evitar la emoción y la voz, entrecortada. MIrando al Tribunal explicó: “Porque he vivido tantas cosas que me llevaría una semana, contar todas las barbaridades que he visto  en ese lugar…”. 

La fiscala le preguntó sobre la propiedad de la institución. Dijo que pertenecía a la congregación Concepcionista de la Iglesia católica. Y que alojaban a chicos de 0 a 5 años por cuestiones sociales o abandonos.  “Había una puerta con un torno y por ahí ingresaban para adopción”, precisó.

Cuando el abogado defensor Deheza le pidió que aclare eso de las “vías no legales” respondió con un ejemplo muy gráfico. “Vi cómo la madre superiora le entregó a una mujer un bebé y al mes se lo quitaron. Al poco tiempo, le entregaron otro niño y lo devolvió porque era muy negrito”, dijo y aclaró que era Monserrat Tribo (la monja que se escapó de Córdoba cuando tenía que declarar en el juicio por el robo del nieto de Sonia Torres) la responsable de esas decisiones.

Acerca de la ficha médica, especificó que la parte administrativa también la manejaban las monjas. Cuando ingresaba un chico, se  le hacia la ficha, y los datos  más la parte clínica eran volcados y se guardaban en el fichero al que sólo tenían acceso los profesionales de la salud.

Sobre el final reflexionó sobre la conducta de las monjas. Que además de manejar un mercado de adopciones le prestaban dinero a los empleados cual financiera, “Y todo lo que entraba lo vendían y mandaban a España”., afirmó.

Se decía que eran adoptadas

La testiga Marcela Silvia Privitell (58), se presentó como personal policial retiradaComentó  que conocía a la familia Caligaris –Agüero Doná (los apropiadores) porque vivían frente de su casa. Desde que tenía 12 años, supo que “Laura (Caligaris) trabajaba en la Casa Cuna y que su marido (Agüero Doná) era contador y que “al parecer como no podían tener hijos  trajeron a Mercedes María Luz de la Casa Cuna”.

También declaró que había otra niña, más grande, de nombre Belén, mayor que Mercedes María Luz pero “ninguna llegó como recién nacida y en el barrio se decía que eran adoptadas”. Lo supo con seguridad cuando salió el caso a la luz por televisión, cuando Abuelas de Plaza de Mayo informó en un acto público la restitución de identidad a la nieta 107.  En rigor, sostuvo que no tuvo trato con la familia porque “Ellos tenían vida propia, no se conectaban, sólo saludaban”.

Parte diario de partos

Elba Ascensión Sandivares (78) trabajó como obstetra en la Maternidad provincial entre 1971 y 2002 fecha en que se jubiló. Cuando la abogada Chalup le preguntó si tenía conocimiento de mujeres embarazadas que hayan dado a luz durante el terrorismo de estado manifestó: “no, nunca, porque mi trabajo era estar, en preparto, en la sala de parto y en la guardia”.

Cuando le exhibieron un registro que va del 10 de octubre al 11 del mismo mes de 1978 donde figura su nombre y apellido, reconoció su firma y dijo que se trataba de “un parte de guardia que confeccionaban los jefes de servicio”. Tras observar el documento dijo que las firmas eran de Guillermo Martínez, el subjefe de guardia, y de otros jefes, Francisco Sánchez y  Segundo Valdano.

Explicó que las obstetras solo atendían partos normales y que estaban supervisadas por un jefe de servicio y que el parte era confeccionado por integrantes de la guardia. El registro en papel tiene varias entradas: fecha de ingreso, nombre y apellido, estado civil y firma del personal actuante. Cabe destacar que reconoció su firma en varios partos que figuran en la hoja pero en el  caso de María de las Mercedes la firma, correspondía a la médica Salica.  Explicó además  que  la leyenda “en observación” que figura en la última columna significa que la recién nacida pasó a Neonatología porque era un parto de 34 semanas que se considera “pretérmino”.

Las secuelas familiares del terrorismo

Emiliano Salguero (48), es Biólogo, hijo de Cecilio Salguero y María Lidia Piotti, víctimas del terrorismo de estado. Una de las personas afectadas en este juicio es su madre que no podrá presentarse porque se encuentra internada en un establecimiento de salud mental.

“Este juicio que se desarrolla en este  momento tiene una particularidad histórica diferente a los que me tocó presenciar como familiar en el juicio La Perla por mi padre y como integrante del movimiento de derechos humanos. Hemos pasado por distintas instancias en la Argentina, pero  éste juicio que parece pequeño, o para algunos sectores del poder judicial es insignificante, por la sala que le han asignado”, dijo, y fue interrumpido por el presidente del Tribunal para darle una explicación. Pero de inmediato aclaró que no se refería a este tribunal y completó la idea que desarrollaba. Entiendo que  la dimensión política de este juicio es la  impunidad biológica de los imputados, porque no están en condiciones de declarar o porque han fallecido. Pero también afecta a las víctimas como mi madre cuya situación se precipitó el año pasado”, dijo, El Gringo Emi, cofundador de HIJOS, al comienzo de su relato.

En este espacio del TOF 2 funciona la sala para el publico.

A 46 años de  democracia y a 16 del primer juicio en Córdoba, reclamó por  un cumulo de juicios que faltan. “Y lo digo porque estoy yo en reemplazo de mi madre. Y porque el poder judicial tiene que reparar, para las nuevas generaciones”, dijo en tono reflexivo.

Su  madre fue detenida por  primera vez en 1977 y la segunda en septiembre de 1978 en la casa de sus abuelos en La Calera. Sin orden de detención. Fue  trasladada al D2 de Mariano Moreno y Caseros donde fue torturada. De ahí, la trasladaron al Hospital Neuropsiquiátrico porque presentó un cuadro de confusión mental donde estuvo  esposada y golpeada. Emiliano analiza que la secuestraron para aleccionar al resto. Se refiere a las averiguaciones que pudo hacer a través del correo clandestino que se  generó a través de las esposas de los presos sociales. Ella, “Supo que mi papá estaba vivo, y él que ella estaba embarazada”, ejemplificó.

Más adelante habló de las secuelas físicas y psíquicas ocasionadas por el terrorismo de estado. Contó que como familia  atravesaron problemas de distinto tipo. Además de lo económico, se produjo  la muerte de su hermanito Juan Salvador a causa de un problema cardíaco. Había sido operado por el doctor Favaloro, pero no resistió la segunda intervención. “Mi mamá siempre lo relacionó con la tortura”, evocó.  Otro golpe fuerte fue ver a su padre llegar al velatorio esposado, imágenes que aún recuerda. Su madre quedó renga porque le sacaron un yeso para recuperar la movilidad que debía mantener un tiempo. También sufrió  maltratos y abusos.

Emiliano Salguero se incorpora como querellante en reemplazo de su madre.

Y ahora “sobrevino un cuadro de demencia senil” que la llevó a la internación. Su padre y el hermano también sufren secuelas psiquiátricas que él afrontó gracias a las redes de solidaridad, al acompañamiento de sus hijos, de su compañera y de muchos que siguen luchando. Que no creen en la crueldad, que no creen en la  injusticia y que siguen apostando a la humanización de la humanidad. “Lo digo con el amor que me enseño mi mamá, el Taller Julio Cortázar, y porque el amor vence al odio”. En  Silvia Di Toffino, agradeció a todos los HIJOS, a Sonia Torres, Emi D’ambra. También mencionó a Sebastián Moro el periodista argentino víctima del golpe de estado en Bolivia.

Próximas audiencias:  14, y 21 de marzo y 5 de abril. El juicio es oral y público. Requisitos: ser mayor de 18 años y llevar el DNI. (El TOF 2 se encuentra frente a la plaza España.

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*Periodista. Agencia Prensared. Imágenes Adrián Camerano y Nicolás Castiglioni. La foto principal da cuenta del espacio reducido donde se desarrolla el debate. 

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