La lectura como acto colectivo

Cecilia Bona es periodista y bookfluencer, lectora empedernida y mediadora del acto de leer. Promueve el placer por la lectura en redes sociales y desde el portal de noticias culturales porqueleer.com En esta entrevista, habla sobre su pasión por acercar y reunir lectores.

Por Claudia Ainchil*

La lectura nos permite acceder a otros mundos: creamos, nos enriquecemos, activamos los pensamientos y se produce esa construcción de puentes con el otro. Leer es un excelente hábito que estimula la empatía y transforma. Porque leyendo nos comunicamos.

“Quien no lee, a los 70 años habrá vivido una sola vida, ¡la propia! Quien lee, habrá vivido 5.000 años: estaba cuando Caín mató a Abel, cuando Renzo se casó con Lucía, cuando Leopardi admiraba el infinito… Porque la lectura es la inmortalidad hacia atrás” (Umberto Eco).

Un ranking realizado por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc) sobre cantidad de lectores destaca que el 55 por ciento de los argentinos tiene hábitos de lectura, con un promedio de 5,4 libros leídos por año. Este resultado pone a la Argentina en el primer lugar de América latina. Detrás, siguen (51%), Brasil (46%) y Colombia (45%).

El libro impreso es el preferido por la mayoría de los lectores, aunque la lectura en formato digital creció en los últimos años, sobre todo a través del celular, donde se puede transportar una biblioteca dentro del bolsillo o la cartera.

En las redes sociales hay creadores de contenido que hablan de libros en las distintas plataformas, lo que lleva a que muchas personas se predispongan a leer y se conformen comunidades de lectores.

A partir de la iniciativa de @porqueleerok –con la participación de @bibliotecasba y @bacultura– a través de la cual lectoras y lectores llevaron sus libros a un vagón de la línea D de subte para demostrar que la lectura es un acto colectivo, Caras y Caretas conversó con la booktuber Cecilia Bona, quien lleva adelante el proyecto.

–¿Cómo surgió la idea de reunir lectores en el subte y cómo fue la experiencia?

–En 2020 ingresé a una formación de la línea A y había tres personas leyendo simultáneamente, y fantaseé con la posibilidad de que en lugar de que fueran tres, fueran más. Y me pregunté: si no pasa naturalmente, ¿por qué no provocarlo? Y así fue como en febrero de 2020, hicimos una movida que se llamó “vagón de lectores”. Fue una convocatoria que hice a través de redes sociales y algunos medios de comunicación que me acompañaron con la difusión. Llenamos un vagón y medio de personas leyendo. Rápidamente vino la pandemia, con lo cual las reuniones no se podían hacer en lugares cerrados. Así que hubo que esperar unos meses y cuando ya la cuarentena se empezaba a abrir, el aislamiento se empezó a abrir un poco, seguimos con la idea de encontrarnos a leer, pero en lugar de hacerlo en espacios cerrados, fue en plazas y parques públicos del país. Hicimos veintiún ediciones más, en plazas y parques en estos cinco años, hasta que llegamos a esta movida del 23 de agosto, junto a subtes de la ciudad y a bibliotecas de la ciudad, que se acercaron a nosotros para repetir aquella primera experiencia de 2020.

– ¿Qué balance sacás de la experiencia?

–La síntesis es que salió precioso, superó nuestras expectativas, hubo casi cuatrocientas personas a la hora señalada, a las tres de la tarde en la estación Catedral. No llenamos un vagón, sino que llenamos el tren completo. Hubo gente sentada, parada, que se sumaba en cada una de las estaciones por las que el tren iba parando. Me hizo mucha ilusión la sensación de que estábamos haciendo algo histórico, pero que no era solamente en el pensar que sucedía ese día, sino que las personas se iban a quedar reverberando con estas emociones que les había provocado el efecto de la comunidad, porque, en el fondo, la actividad tiene como objetivo manifestar la lectura como acto colectivo y no como acto individual. Lo que sostenemos desde Por Qué Leer es que cuando abrimos un libro no estamos buscando estar solos o alejarnos de los otros, sino que estamos yendo a buscar una voz, un otro, que tenga algo para decirnos, una historia para contarnos, una reflexión para compartirnos, y ahí empieza el acto colectivo.

– ¿Cada vez más gente lee?

–Probablemente lo que pasa ahora es que, como hay otros formatos en los que se lee, el efecto de ver a alguien leyendo un libro tal vez no está tan multiplicado como lo estaba en otro momento. Hay nuevos formatos, como los audiolibros, los libros electrónicos, que modificaron el acercamiento a las historias. Es cierto que todos estos artefactos tecnológicos que nos rodean nos distraen y agregan un poco de ruido o de opciones a ese consumo cultural que antes se hacía en pocos espacios, y uno importante era el libro. De todas maneras, la gente lee mientras haya libros al alcance y haya mediadores que hagan bien su trabajo.

Entonces, antes de que suceda la pregunta respecto de si se lee o no, hay que propiciar los encuentros. Que más personas se acerquen a los libros, porque hay libros ahí. Y eso a veces no pasa, y es responsabilidad de todos, especialmente de nuestras autoridades, pero de todos y todas los que leemos, y ya hemos descubierto en el libro un efecto transformador. Soy periodista desde hace más de quince años, y empecé a trabajar en la promoción de la lectura, primero como comunicadora del libro, y luego ya como mediadora desde 2018.

Arranqué con un proyecto que se llama Por Qué Leer, que es un canal de YouTube, una cuenta de Instagram, una cuenta de Facebook, una cuenta de X, TikTok, en redes sociales. Pero sobre todo, es un espacio de encuentro, un proyecto que promueve la lectura en todos sus formatos, porque también tiene una cuenta de Spotify con audiolibros, y abre la conversación e intenta hacerlo con generosidad desde la invitación. Así que ahí trabajamos mucho para que esto ocurra, y esto es parte del vagón de lectores del otro día. El hecho de que aparezcan instancias de encuentro por fuera de la virtualidad, y que podamos provocarlas desde la virtualidad, para que el encuentro también signifique una transformación para aquel que luego va a ir a buscar leer.

– ¿Cómo te iniciaste en la lectura?

–La persona que me transformó en lectora es mi mamá. Ella me incentivó siempre a acercarme a los libros. Después, por supuesto, hubo otros referentes, maestros, bibliotecarios, que hicieron su parte. Pero el primer acercamiento, quien me puso un libro y una historia en mis manos y en mis oídos fue mi mamá. Después, yo como hermana mayor, soy la del medio de seis hermanos, también tuve el rol de iniciar en la lectura a mis hermanos más chicos y acompañar nuestros espacios de juego con historias. Así que desde muy chica trabajo como mediadora, sin querer ni saber ni siquiera lo que hacía. Eso me da mucha emoción, porque es algo que sé hacer desde el juego, desde hace muchísimos años.

En este momento, alguien que está dejando para mí una huella muy importante en mi vida y en mi trabajo es María Teresa Andruetto. Ella, como mediadora de lectura, como promotora, como docente y escritora, poeta, cuentista, novelista, es alguien que trabaja hace mucho tiempo en el mismo ámbito, en la literatura, y sus ensayos y sus reflexiones me ayudan mucho a repensar mi trabajo. También están Laura Devetach, Graciela Montes, Michèle Petit, Gustavo Roldán, son muchísimos los que han puesto en palabras nuestra tarea y son mi referencia para este trabajo. En este momento de mi vida, la lectura es mi materia prima para el trabajo, pero desde antes ya era un lugar de encuentro, un refugio, una decisión, era la práctica de mi autonomía y lo sigue siendo.

Ejercito mi deseo, mis elecciones a partir de lo que tomo para leer. Y eso es prácticamente único porque el libro no da tanta información ni es tan invasivo como otros consumos culturales como pueden ser las redes sociales o internet o lo audiovisual, y sin embargo es tan potente que perdura con el tiempo aunque haya otras formas de divertimento. Con lo cual el libro para mí es un lugar seguro. Y transmito eso, intento decirles a los chicos, a los grandes, les abro mi ventana, que busquen las historias que los hagan sentirse diferentes, que los movilicen, que pongan en práctica también su autonomía y elijan por el libro. El libro después los va a acompañar siempre, porque es muy difícil olvidar algo tan transformador como un texto escrito que se mete por tus ojos y que ocupa todo tu cuerpo y toda tu vida.

*Periodista, poeta y escritora. Fuente Caras y caretas, la revista de la patria https://carasycaretas.org.ar/Imagenes C y C.

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