Fangio no hubiera sido Fangio sin Perón

El gobierno justicialista fue clave en su ascenso y la Revolución Fusiladora lo puso bajo sospecha. Pero el mejor piloto argentino de todos los tiempos casi siempre apostó al silencio, incluso cuando presidiendo el directorio de Mercedes-Benz Argentina la empresa fue denunciada por la desaparición de trabajadores entre 1976 y 1978.

Por Julián Blejmar*

 Fangio no hubiera sido Fangio sin Perón. En esto parecen coincidir investigadores y periodistas que analizaron su carrera, como Eduardo “Sprinter” Gesumaria, Pablo Alabarces, Pablo Llonto, Iván Pablo Orbuch, Bruno Passarelli y Ezequiel Fernández Moores, quienes destacan el decisivo apoyo que recibió del peronismo este hijo de albañiles para construir una de las carreras más impactantes del automovilismo mundial, que lo ubica entre los ídolos argentinos más universales.

De hecho, según su biógrafo Gesumaria, el propio Chueco reconoció la importancia del respaldo del gobierno justicialista para su brillante trayectoria, que incluye cinco campeonatos mundiales de Fórmula 1 (1951, 1954, 1955, 1956 y 1957), los subcampeonatos de 1950 y 1953, y sus triunfos en las 12 Horas de Sebring de 1956 y 1957. Sin embargo, jamás se reconoció peronista. Como afirmó alguna vez, “el deporte no debe jugar mucho a la política”, añadiendo: “Si un gobierno me dio apoyo, lo devolví con triunfos, cumplí. Pero no por eso voy a enrolarme en el partido que, en el gobierno, me ayudó”.

Incluso, años después del derrocamiento de Perón, afirmó: “Cumplí con la Argentina de la que él (Perón) era presidente, pero de ahí a decir que estuve afiliado e hice propaganda en favor del Partido Peronista hay siglos de distancia”.

Simpatías juveniles

Según Passarelli, si existiera algún antecedente político en la historia de Fangio, habría que buscarlo en sus simpatías juveniles por el Partido Conservador, cuyos caudillos locales en Balcarce –Hortensio Márquez y Oscar Besusta– contaron con su apoyo en los años 30, cuando aún era un simple ayudante de mecánico que colaboraba con los ingresos del hogar.

Para entonces, aún no se habían cruzado los caminos de uno de los mejores corredores de todos los tiempos con el de un militar que buscaba refundar la Argentina con el respaldo de distintos sectores sociales, entre los que el deporte ocupaba un lugar privilegiado. Perón no escatimó esfuerzos para apoyar a Fangio. Entre los gestos más concretos se cuentan la compra de dos Ferraris 2000 para competir en Europa, su designación rentada como agregado sindical en la embajada argentina en Roma hasta 1950, y el sponsoreo de YPF y otras empresas estatales. También hubo premios y reconocimientos como la medalla al Caballero del Deporte de la Orden de la Medalla Peronista en 1949, y un recibimiento en Casa Rosada tras obtener el subcampeonato mundial en 1950.

Cuando en 1948 Fangio corrió el Gran Premio de América del Sur del Turismo Carretera –que unió Buenos Aires con Caracas–, Perón no solo le garantizó combustible y apoyo logístico, sino que giró más de 10 mil dólares para costear la travesía. A su regreso, tras un pedido suyo y del piloto Froilán González, Perón ordenó la construcción del autódromo de la Ciudad de Buenos Aires, que se inauguró en 1951 como “17 de Octubre”. La primera carrera fue la Copa Perón, ganada por el propio Fangio ante 120.000 personas.

Para entonces, ya se había recuperado del accidente sufrido en aquella carrera continental, del que fue rescatado por el piloto Eusebio Marcilla. Por el tiempo que invirtió en llevar a Fangio y a su copiloto Daniel Urrutia al hospital de Trujillo (Perú), Marcilla perdió el primer puesto.

Ese gesto le valió el apodo de “El Caballero del Camino”. Sin embargo, su negativa a expresar apoyo explícito al peronismo lo marginó de la escena oficial, a pesar de su talento y valentía.

Gran contraste

El contraste entre el impulso estatal que el peronismo supo dar a Fangio –un obrero sin la primaria completa convertido en símbolo mundial– y la persecución a quienes no se alineaban políticamente, muestra las tensiones de esa etapa.

Pero los militares que derrocaron a Perón en 1955 fueron aún más implacables: Fangio fue incluido en una lista negra junto a otros 500 deportistas investigados por la “Comisión Investigadora” de la Revolución Libertadora, que se proponía juzgar “delitos contra la dignidad y el honor nacionales”.

Fangio, siempre reacio a los conflictos políticos, negó cualquier afiliación al peronismo y amenazó con retirarse del automovilismo si la persecución continuaba. Dijo que explicaría públicamente las razones de su retiro si no cesaba el hostigamiento. La presión surtió efecto: los militares optaron por concentrarse en otros objetivos y congelaron la causa contra el corredor.

Nunca pareció tener interés en involucrarse en política. Ni siquiera años más tarde, cuando ya presidía el directorio de Mercedes-Benz Argentina y la empresa fue denunciada por la desaparición de trabajadores entre 1976 y 1978, se manifestó públicamente. Pero esa, claro, es otra historia.

*Periodista. Graduado en Comunicación y Economía por la UBA y  Flacso.  Fuente Caras y Caretas, la revista de la Patria. Ilustración  Hugo Horita.

www.prensared.org.ar