¿Ahora sí nos ven? Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias, fuera de los radares mediáticos

Durante los días 22, 23 y 24, se realizará en Corrientes el 38° Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias, autogestivo. En un contexto “empobrecido, endeudado y atravesado por una multiplicación de violencias” miles de mujeres se reunirán para debatir y construir colectivamente.

Por Emilia Trabucco*

En la antesala del 38° Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias, que este año se realiza en Corrientes, la Argentina atraviesa uno de los tramos más críticos de su historia reciente. Dos años de un programa económico político de raíz fascista, financiarizada y subordinada a intereses externos dejaron un país empobrecido, endeudado y atravesado por una multiplicación de violencias que se despliega con intensidad particular sobre mujeres y disidencias trabajadoras.

Se trata, además, de un encuentro autogestivo, donde cerca de 80.000 de mujeres y disidencias de todo el país, de todas las pertenencias políticas, de todos los territorios y trayectorias, vuelven a reunirse para debatir y construir colectivamente. Muchas llegan a Corrientes habiendo conocido la geografía de la patria gracias a los Encuentros mismos, porque nadie defiende lo que no ama y nadie ama lo que no conoce. Mientras la dirigencia política, oficialista y parte de la oposición, parece mirar hacia otro lado, los feminismos sostienen aquello que el Estado desorganizo, la vida cotidiana en sus múltiples dimensiones.

La contracción del gasto público, la demolición de organismos de cuidado, salud, trabajo, educación y ciencia, y la desregulación absoluta de las relaciones económicas instalaron un modelo que transfirió riqueza hacia el sistema financiero y trasladó el costo del ajuste a los hogares. La mayoría de esos hogares están encabezados por mujeres, que llevan sobre sus cuerpos el peso del empobrecimiento y del endeudamiento obligado en plataformas de crédito. No se trata sólo de una crisis económica, es un dispositivo de disciplinamiento social que transforma la supervivencia en deuda y la vida cotidiana en una carrera de obstáculos.

A ese desguace se suma un proceso de liberalización territorial que abrió paso a redes criminales que avanzan allí donde el Estado se retira. El caso Loan ocurrido en la provincia que hoy recibe al Encuentro y fue una radiografía del país, infancias pobres desprotegidas, complicidades policiales, estructuras locales de impunidad, vínculos con redes de trata y pedofilia, y la figura siniestra de Timothy Ballard, ex agente estadounidense vinculado a organizaciones paramilitares y a denuncias de abuso sexual. Las conexiones de Ballard con referentes libertarios y su visita al país en encuentros con figuras del actual gobierno revelan la porosidad entre una política estatal que abandona y mafias que ocupan el vacío.

Este escenario local se enlaza con un proceso regional más amplio. Mientras el gobierno argentino profundiza su alineamiento con los Estados Unidos, se consolida en América Latina una estrategia imperial que combina extorsión financiera, presión militar sobre Venezuela, disciplinamiento de gobiernos no alineados y guerra jurídica y mediática contra liderazgos populares. En esa arquitectura, la alianza estratégica con el Estado sionista de Israel ocupa un lugar central, no sólo como socio militar y tecnológico del imperio norteamericano, sino como ejecutor de un genocidio televisado en Palestina que funciona como laboratorio de guerra y mensaje disciplinador para los pueblos del mundo. Frente a ese escenario global de balas y hambre usados como armas, las feministas elegimos, por fuera de la carrera por los likes o las listas electorales, sostener una voz clara y firme en solidaridad con el pueblo palestino y en denuncia del terrorismo estatal internacional que hoy marca el pulso del orden global.

En Argentina, este mismo patrón de control se expresa de manera descarnada en la persecución contra Cristina Fernández de Kirchner, condenada y proscripta en un proceso plagado de irregularidades que coronó años de lawfare, y en el caso de Milagro Sala, presa política desde hace casi una década bajo condiciones que violan garantías elementales del Estado de derecho. Ambas, mujeres que ejercieron o ejercen poder real. Ambas, convertidas en blanco preferencial de un dispositivo que castiga las voces femeninas que no se subordinan a la restauración conservadora.

En este escenario de retrocesos, endeudamiento y violencia estructural, las derechas reaccionarias identificaron al feminismo y al transfeminismo popular como enemigo estratégico. No por cuestiones culturales, como intentan instalar, sino porque reconocen en este movimiento una amenaza real a su proyecto, una trama territorial que sostiene comedores, redes de cuidados, espacios comunitarios, asambleas, cooperativas, cuadrillas ambientales, acompañamientos contra violencias y formas de organización que reparan, alimentan y contienen donde el Estado desertó. Allí donde se intenta imponer la lógica del “cada uno por sí mismo”, los feminismos reconstruyen comunidad. Allí donde se pretende instalar el miedo como forma de gobierno, las mujeres tejen redes que permiten vivir.

Por eso el 38° Encuentro Plurinacional llega en un momento político clave. No es un evento cultural ni una efeméride. Es una experiencia concreta, masiva y federal de construcción de poder popular, donde miles de mujeres y disidencias discuten diagnósticos, comparten estrategias de supervivencia, analizan la coyuntura regional, revisan la historia, producen pensamiento político y proyectan un horizonte común. Lo hacen desde abajo, con lenguaje propio, con prácticas colectivas, con metodologías que no responden a la urgencia electoral ni a la lógica de la rosca.

Y tal vez por eso, precisamente por eso, el Encuentro queda fuera del radar de buena parte de la dirigencia política, incluso de sectores del movimiento popular, así como de los grandes medios y de las redes sociales, siempre más atentas al espectáculo que a la organización. Mientras los algoritmos definen qué discursos circulan y la política institucional estrecha sus márgenes de representación, los feminismos producen debate estratégico y construyen comunidad en una escala que pocas fuerzas actualmente sostienen.

En este contexto, el Encuentro Plurinacional se afirma como un indicador político de época, un espacio donde miles de mujeres y disidencias elaboran diagnósticos que la dirigencia institucional no produce y sostienen, en plena crisis, la dimensión más profunda de la vida colectiva. La masividad y persistencia del Encuentro muestran que existe un país que piensa, debate y se organiza por fuera de los circuitos de legitimación convencional, un país que no renuncia a disputar el sentido de justicia, soberanía y futuro. Que no figure en la agenda mediática no lo vuelve marginal; por el contrario, expone la distancia creciente entre la política formal y las necesidades reales de los pueblos. En Corrientes, ese contrapunto vuelve a evidenciarse, mientras el gobierno profundiza un modelo de ajuste, endeudamiento y violencia estructural, los feminismos continúan construyendo, desde abajo, el poder social capaz de enfrentar esta etapa y de organizar la que viene.

*Psicóloga, Magíster en Seguridad. Analista de la Agencia Nodal y del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) en Argentina. Directora del Área de Universidad, Género y Trabajo del Instituto de Estudios y Capacitación (iec-conadu). Fuente Agencia Nodal. Foto ilustrativa Nota al Pie, crédito Carolina Pildain. 

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