Filósofo y especialista en legislación cinematográfica, Julio Raffo da su mirada sobre los millonarios recortes presupuestarios en el sector promovidos por el gobierno de Milei.
Por Patricio Féminis*
Retiros voluntarios, despidos de casi trescientos empleados y millonarios recortes presupuestarios en todas las áreas del Incaa: un freno a la actividad cinematográfica en la Argentina. El gobierno de Javier Milei lleva adelante una política de severo achique en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa). Ante ello, el viernes 28 de junio hubo un Pantallazo Nacional en defensa del cine argentino, promovido por la Asamblea de Cine Regional Organizado de La Plata, Berisso y Ensenada.
¿Qué es lo que busca este gobierno con el Incaa? ¿Qué balances y perspectivas esperan por delante? Julio Raffo es un referente de la filosofía del derecho y de la legislación cinematográfica. Fue rector de la Universidad de Lomas de Zamora –designado por Perón–, se desempeñó como legislador porteño y diputado nacional, y el año pasado publicó Historia de la protección y el fomento del cine argentino (Ciccus).
“El Instituto del Cine tiene que ser eficaz y eficiente en una sociedad con escasos recursos y en situación de crisis. Pero el argumento de la eficiencia del Estado no puede servir para destruirlo todo en el Incaa. Es un disparate”, dice Raffo, entrevistado por Caras y Caretas.
Hace seis meses, Javier Milei nombró como presidente del organismo al economista Carlos Pirovano, sin experiencia alguna en el sector audiovisual. El 26 de junio, el Instituto anunció un millonario “ahorro”, de 3.000 millones de pesos anuales, en recortes en toda su estructura.
En las redes sociales del organismo se pudo leer: “El Incaa dejará de ser un agujero negro de recursos y, tras un período de achicamiento y readecuación, no necesitará nunca más de la asistencia del Estado para funcionar”.
Ante ello, todas las escalas de la industria del cine salieron a denunciar el pretendido “ahorro” como un recorte que paralizó la industria y que evitó que ingresara dinero y generara nuevas fuentes de trabajo. Además, los sectores cinematográficos recordaron que el Incaa funciona de manera autárquica y no solo por asistencia estatal. Su financiamiento proviene del impuesto del 10 por ciento sobre el precio de las entradas, el 10 por ciento del precio de venta de videogramas y el 25 por ciento de la recaudación del Enacom (impuesto a la facturación de canales de TV y servicios de cable).
Sobre la coyuntura que atraviesa el Incaa, Raffo sostiene: “Es cierto que debemos revisar los gastos del Estado. En algunos lugares el exceso de esos gastos les da pólvora a los enemigos de las culturas y del cine, que dicen ‘Se gasta de más’. Lo vengo predicando hace más de cuarenta años: el Estado debe hacer, como en otros países, el análisis costo-beneficio de esos gastos. Pero, más allá de todo esto, el Incaa ha sido un instrumento eficaz y necesario para la existencia de nuestro sistema cinematográfico”.
El especialista acentúa: “Es necesaria la política de apoyo económico al cine para poder proteger nuestra identidad, nuestra historia y nuestra cultura argentina. Hay que frenar y enfrentar esa destrucción paulatina que se hace del Incaa. Hay que defender el Instituto y su estructura, pero también hay que tener el coraje de examinar su eficiencia y, si encontramos algo insuficiente, hay que mejorarlo. Pero no es lo que busca hacer este gobierno”.
– ¿De qué manera se frena esta avanzada?
–Por lo pronto, preguntándonos a dónde va el dinero que la gestión de Pirovano dice que ahorró, en millones de pesos en sueldos y en los recortes de estructura. Los que deben ponerse al hombro la tarea de examinar y defender el Incaa son los protagonistas: los trabajadores del Instituto, primero que nadie. Después, las estructuras orgánicas de los trabajadores tienen que sentarse y sacar a la luz aquello que no funcionaba y proponer cambios positivos. Lo digo con un lema: “Información para evaluar, evaluar para decidir, decidir para actuar”.
– ¿Y luego?
–Transparentar la información entre todos los protagonistas del hacer del cine: los productores, las entidades productoras, los directores, la entidad de directores, los guionistas, etcétera. Y hacerlo circular entre todos los que tienen en sus espaldas la responsabilidad de hacer cine y tienen el mérito de la historia de un cine brillante y reconocido como tal en todo el mundo.
Pantallas frenadas
El viernes 28 de junio, el Pantallazo Nacional promovido por la Asamblea de Cine Regional Organizado de La Plata, Berisso y Ensenada planteó proyecciones de cine en diversos espacios de toda la Argentina, a modo de alerta por la ardua situación que vive el Incaa en la gestión Milei. Un gesto de organización y desafío: el sector cinematográfico está en alza en defensa de las pantallas y las películas argentinas.
Días atrás, la Junta Interna de ATE expuso tres puntos clave para graficar cuáles son las políticas que llevan adelante el gobierno de La Libertad Avanza y sus aliados del PRO: 1) la entrega del canal Cine.Ar TV y Cine.Ar Play a través de un memorándum de entendimiento entre el Incaa y el interventor de RTA SE; 2) la destrucción de los programas alternativos y federales de exhibición, entre ellos el Mecis (Programa Memoria Colectiva e Inclusión Social), que registra los juicios de lesa humanidad para construir el archivo audiovisual y preservar las pruebas destinadas a procesos judiciales; 3) los contratos fraudulentos en el seno del Incaa. Entre ellos, se alude al contrato que tiene el estudio de abogados de Jorge Gustavo Neme, externo al instituto, por 9 millones de pesos. ¿Qué tareas realizó? “Desvinculación de empleados contratados, programa de retiros voluntarios, pase a disponibilidad, asesoramiento laboral cotidiano y asesoramiento en actuaciones judiciales y extrajudiciales iniciadas contra el Incaa”, expone ATE.
Pero, ¿cómo se fomentarán el cine, la identidad cultural y la soberanía audiovisual en el contexto de un Incaa achicado al mínimo? Raffo analiza: “Puedo entender que se quiera ahorrar. Lo que no entiendo y rechazo es que Carlos Pirovano quiera ahorrar dejando ciegas las pantallas, así como que cierren el Observatorio de Medios Audiovisuales o ataquen Cine.Ar”.
Raffo hace una pausa y prosigue: “Lo del Observatorio lo pongo en primer lugar, porque es un instrumento clave para saber qué está pasando con nuestro cine: cuánto entra, qué no entra, cómo funciona. Es una especie de radiografía de su funcionamiento. En tal sentido, rechazo una política que no dé explicaciones sobre lo que hace realmente con el Incaa. Por eso no creo que haya una visión clara de lo que se busca. Se busca destruir el Estado, sin conceptos ni nada”.
– ¿Cuál es el desafío por venir?
–Yo defiendo al Incaa por sobre todas las cosas. El cine nacional debe existir por su dimensión, no solo de entretenimiento, sino de visión cultural a largo plazo para la Argentina. Cuando dicen que el cine es una actividad económica más, que tiene que regularse por las reglas del mercado, yo me espanto. Ahora lo que están haciendo es cerrar áreas. Es muy extraño: disuelven las áreas de asuntos legales y crean las de asuntos jurídicos, por ejemplo. Eso no es un cambio sustancial. La autoridad máxima del Incaa no tiene facultades para recortar donde quiera sin ningún tipo de freno ni contralor: festivales, ciclos, financiamiento de las provincias, fomento. Tenemos que defender entre todos el patrimonio del Instituto Nacional de Cine.
* Periodista. Escribe en diferentes medios sobre música, series, cine, espectáculos y cultura. Fuente Caras y Caretas https://carasycaretas.org.ar/
www.prensared.org.ar