Los teros, las brujas y los sinvergüenzas manoseados en el mismo lodo del Neonaltal (¿Más vale tarde que nunca?)

De cómo la onda expansiva de la bomba que explotó tras las muertes de bebes recién nacidos en el Hospital Materno Neonatal  “Ramón Carrillo” repercute en los poderes fácticos.  La trama que urden “operadores políticos, judiciales y mediáticos” en torno a la investigación de la causa. Hasta dónde y a quiénes alcanzaría   “la mancha tóxica” y qué podría pasar  en Tribunales.

 Por Héctor Oscar Brondo*

Una pareja de (da)teros que finge a los gritos poner huevos en el Pablo Pizzurno, pero tiene nido en “El Panal” comenta con sigilo y en tono apenas audible pero modulado con claridad que los operadores políticos, judiciales y mediáticos al servicio de los imputados y de los querellantes que disputan partidas simultáneas en torno a la investigación por las muertes inconcebibles de bebés nacidos sanos en el Hospital Materno Neonatal “Dr. Ramón Carrillo” están trabajando a destajo. Desmalezando el terreno escarpado, los unos, y embarrando la cancha, los otros.

También juran que están a full los expertos en extraer evidencias sin permiso de los dispositivos electrónicos de quienes -sospechan-, podrían beneficiar o perjudicar a los clientes involucrados en el expediente que algunos pugnan para que quede donde está y otros, para que vaya a parar al fuero de denominación impactante pero famoso por la maestría en planchado que exhibe la mayoría de sus integrantes, sin pudor ni medida.

Los segundos acaban de anotarse un poroto en el tanteador del juego tenebroso.

Las brujas no existen, pero…

“Las brujas no existen, pero que las hay, las hay”, responde a dúo la pareja a quienes le insinúan que la suposición acerca de la actuación de filibusteros cibernéticos marginales parece inspirada en un mal thriller de ficción. Lo hace sin levantar demasiado la perdiz.

En vuelo rasante y haciendo gala de sus espolones ponzoñosos, el más extrovertido de la yunta, desmadeja, con paciencia, el hilo que hilvana el trágico sismo sanitario con epicentro en barrio “La France” con la denuncia de un ex contratado de la Farmacia Central del Ministerio de Salud acerca de la entrega de medicamentos y reactivos vencidos a hospitales provinciales dirigidos, entonces, por dilectos compañeros de ruta del otrora mandamás de la cartera sospechada de las atrocidades, quien aún elabora el duelo de su despido con causa y sin los honores soñados en mejores tiempos.

El pespunte también fija la atención en los pisos superiores de la administradora de seguros de salud con ventanales a La Cañada y en las oficinas administrativas de varios laboratorios de cabotaje con niveles alevosos de facturación a costa de las arcas del fisco.

El datero más prudente toma distancia del relato de su colega, aunque insinúa que los bordes de la mancha tóxica llegan además hasta los despachos principales de un par de hospitales de Bajada Pucará y al de Avenida Patria al 650, inaugurado a mediados de 1950 en el marco del Plan Sanitario Nacional de Atención Primaria implementado por el visionario ministro de Salud Dr. Ramón Carrillo (¡Vaya paradoja!).

Dicho, hechos y trechos

Los proveedores de insumos a formadores de opinión de los medios tradicionales y a productores independientes de contenidos para redes sociales hicieron correr intencionalmente la bola de que el cirujano caído en desgracia no se limitaría a negar los hechos que se le imputan a la hora de declarar ante el investigador del principal hecho criminal, sino que también adelantaría una hipótesis alternativa de lo que habría sucedido en el Neonatal.

Más de uno se comió el amago.

Sin embargo, el jueves último, el procesado guardó silencio sepulcral cuando tuvo frente a sí al Fiscal que antes del próximo fin de semana extra largo levantaría el secreto del sumario que dispuso en la causa candente mientras sigue buscando argumentos para explicar porqué acusa a los encubridores del horror -al menos hasta ahora- solamente de “omisión de deberes de funcionario público”.

Es evidente que el diablo de la política metió la cola en Tribunales II, pero esa certeza no le sirve para su alegato, por razones obvias.

En rigor de verdad, la opción de dar explicaciones “en forma amplia” la habría sugerido un penalista con experiencia como jefe político de los fiscales, más preocupado hoy por salvar su honor en Río Cuarto que por asesorar al hijo pródigo de “La Carrillo”.

A todo esto, un mes después de que en este muro se apuntara que en mayo de este año dos “perejiles” del Neonatal pidieron intervención a las máximas autoridades del establecimiento para determinar de manera fehaciente y con urgencia qué estaba causando la muerte a bebés nacidos sanos desde hacía varios meses, el investigador dejó escapar el dato al pasillo de su despacho para que lo recogiera alguien como al pasar. Hizo lo propio con la confirmación de la reunión, en el mismo mes, de un médico forense, un abogado de Salud y un Fiscal, también pregonada con antelación aquí, en un despunte del vicio.

La ratificación de los trascendidos refuerza la certidumbre de que quienes tuvieron en sus manos la posibilidad de frenar el extravío infanticida y no lo hicieron en tiempo y forma están muy lejos de haber incumplido solamente sus deberes como funcionario público.

Así las cosas, es probable que una vez más, en Córdoba, los hombres de toga terminen sin arbitrar Justicia como deben y por lo que cobran pequeñas fortunas sin trabajar con el empeño que los ciudadanos de a pie esperamos de ellos. También, que la sentencia final en este caso (y en los colaterales que se abrieron a partir de él) llegue tarde y tenga que explicarse más en términos políticos que en los propios de la ley. Como casi siempre.

 *Periodista. Foto Cadena 3. Artículo publicado bajo licencia licencia Creative Commons. 

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