La frase del presidente Milei: “los buenos son los de azul” que dijo en apoyo a las fuerzas policiales que reprimieron a los jubilados que ejercían su derecho a la propuesta, también fue usada por Martín Llaryora, para condenar los ataques que sufrieron dos policías en Córdoba cuando cumplían con su tarea. Agregó: “Necesitamos penas más duras para los que atacan o resisten la fuerza de la autoridad. Hay que cambiar de paradigma”. Ante estas dos situaciones el autor analiza y alerta sobre cómo una filtración discursiva puede legitimar el accionar policial.
Por Lea Ross*
El actual período que entra la Argentina, autodenominada “Fase 3”, se caracteriza por la quita de restricciones para retirar dólares para particulares, la libre cotización del dólar oficial pero limitada entre bandas y una nueva deuda con el FMI. La temeraria situación financiera apunta a que el dólar cotice en baja para controlar la inflación, pero a costa de un difícil sostenimiento para una economía bimonetaria como la nuestra, debido a la ausencia de divisas que lleguen vía inversión como contraprestación al serruchado gasto público.
La tensión lleva a que las provincias sirvan como “tercerizadas” para descentralizar las funciones de la administración nacional. Por esa razón, en la actualidad, el poder nacional concede a esos distritos a que se hagan cargo de algunos activos que estaban en su órbita. En Córdoba, por ejemplo, se pactó con la Casa Rosada para completar las obras de la conversión de la ruta nacional 19 en autopista, como así también está en tratativas el posible traspaso de empresas estatales nacionales, como es la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA).
Pero a la vez, implica que también pueda existir una “tercerización” de la represión, cuando todo eso no alcanza para que la Fase 3 no llega a alcanzar la Fase 4. Por eso no sorprende que pueda existir cierta ósmosis en el vocabulario que pasan de la Rosada al Panal.
Tal es el caso de “los buenos son los de azul”. La frase les pertenece tanto a Javier Milei como a Martín Llaryora. El primero lo dijo a mediados de marzo, en ExpoAgro, en defensa del accionar de las fuerzas federales contra las marchas a favor de las personas jubiladas, donde se incluyó el disparo de un proyectil que impactó en la cabeza del fotógrafo Pablo Grillo, efectuado por el gendarme Héctor Guerrero. Se calcula que entre una tercera o cuarta parte de todo lo ahorrado por el Estado nacional, se apuntó principalmente a los fondos jubilatorios. Según el último reporte del FMI sobre la situación argentina, se espera que el estado argentino proponga una nueva reforma previsional para seguir achicando más el gasto en ese rubro.
En el caso de la exposición del gobernador, realizado el día 10 de abril pasado, fue en defensa a dos uniformados policiales de la provincia de Córdoba que padecieron una realidad de inmensa distancia a lo ocurrido en las inmediaciones del Congreso. Resulta que a fines del mes pasado, el cabo primero Mauricio Ferreyra fue arrastrado por un vehículo particular, bajo el mando de alguien que trabajaba en un Uber en pleno centro capitalino. Algo parecido le ocurrió al sargento Héctor Heftif, quien lo padeció dentro de la autovía Córdoba – Carlos Paz. Lo curioso es que este último ocurrió en el primer mes del año, es decir, hace tres largos meses, incluso anterior a otros acontecimientos que lo sentimos lejanos, como el discurso de Milei en Davos, las marchas en protesta a sus dichos, el escándalo de $Libra, entre otros.
Ambos policías recibieron su reconocimiento como víctimas de la irresponsabilidad vial y escucharon el siguiente remate del gobernador: “Necesitamos penas más duras para los que atacan o resisten la fuerza de la autoridad. Hay que cambiar de paradigma, los buenos son los de azul. Para combatir la delincuencia necesitamos que la policía sea respetada”. Sus palabras no evitaron los análisis posteriores que compararon sus dichos con las del presidente.
El caso Bustamante
Un día después de la faceta cosplay de Llaryora, el noticiero de la noche de Canal 12 expuso en exclusiva resultados preliminares de un informe forense, referidos a la muerte de Guillermo Bustamante, quien falleció en la madrugada del 24 de marzo pasado en una estación de servicios, cuando fue forcejeado por un grupo de uniformados de la Policía de Córdoba. Se trata de un conmocionante hecho y uno de los últimos donde la sombra azul cordobesa quedó salpicada por una muerte. Incluso, algunos medios compararon el caso con la del asesinato de George Lloyd, ocurrido en los Estados Unidos.
Los datos de la autopsia aseveran que el cuerpo de la víctima habría consumido cocaína, que su corazón padecía miocardiopatía hipertrófica, que la causa de la muerte no fue por asfixia y que ninguno de los golpes recibidos fue mortal.
La televisión puso eso un día viernes. El miércoles posterior, el fiscal de instrucción Guillermo González ordenó la liberación de cinco policías imputados en esa causa, y cambia la carátula de homicidio calificado a preterintencional, es decir, que no existió la intención de efectuar el asesinato por parte del subinspector Marcos Guzmán Altamirano, el oficial ayudante Nicolás Bulacio y el cabo Juan Martí. A esto se le suma la situación del oficial inspector Walter Perfumo, que mantiene la acusación por encubrimiento, y el sargento Mariano Córdoba, por omisión de los deberes de funcionario público.
La oportuna publicación mediática se volvió potable para el poder político cordobés. Tal es así que el ministro de Seguridad, Juan Pablo Quinteros, le habría mandado mensajes de reproche vía Whatsapp a colegas que habían calificado al hecho, apenas ocurrido, como un homicidio. Sin embargo, dicho análisis toxicológico no confirma que el alcaloide haya sido el responsable de su deceso. Por lo que la instrucción mantiene la hipótesis que sin el accionar policíaco, Bustamante seguiría con vida. Además: todavía no hay un trabajo perito concretado por la parte denunciante.
Las tres cualidades de la policía
La Policía de Córdoba tiene tres cualidades, que no se diferencian mucho de las demás policías provinciales. La primera es que es una institución, mantiene una organización vertical. La segunda es que es regimental. Es decir, cada quien ocupa un determinado puesto donde se ve obligado a cumplir una orden impuesta por alguien que proviene de algún cargo de mayor jerarquía.
Y el tercero, es que la Policía es un aparato. O sea, no le es ajeno a que la misma funcione con una dinámica proclive no solo a trabajar de manera coordinada, sino también de manera disfuncional. Tal es así que quienes portan un uniforme conforman, en su conjunto, una comunidad propia, con sus reglas y códigos, donde también pueden ser susceptibles a organizar grupos que van en disonancia con lo pactado en una determinada administración.
En las dos primeras cualidades -institución y regimentación- se permite entender cómo reacciona la Policía ante un abuso que cometió uno de los suyos. Ante ello, no estaríamos hablando de un solo delito -el asesinato-, sino también de un segundo delito, más colectivo, que es el encubrimiento. Ese “protocolo” abarca, por ejemplo, a la adulteración de la escena del crimen para no involucrar al uniformado que cometió el abuso. Incluso se suman las propias estrategias que se pueden ejercer para evitar cualquier declaración de un testigo.
La decisión de la administración pública de avalar o no el accionar policial, dependerá de la efectividad que cuentan los uniformados para garantizar su impunidad y evitar que la gestión de la primera no queda manchada. Pero a la vez, es determinante en cuanto a las influencias que pueden ejercer por fuera del aparato gubernamental y policial, como son las empresariales, con tal de que esos posibles crímenes no entorpezcan su generación de ganancias.
A lo pavote
La estación de servicios donde murió Bustamante está ubicada en el barrio Villa Páez, en la intersección de las calles Octavio Pinto y Mariano Castex. Cuando la cámara del Google Street View recorrió esa zona en junio de 2024, al viajar por la primera calle, registró un móvil policial en su interior.
En el momento de estar por Castex, las imágenes tomaron dos vehículos azules. Estos registros confirman los comentarios que indican que los móviles que pasan por el barrio, en particular los que salen de la Comisaría N° 11, tienen una costumbre predilecta de ir constantemente a hacia ese espacio.
Se sabe que en aquel fatídico hecho, ocurrido a las 3 de la madrugada, Bustamante discutía con un empleado del estacionamiento al no efectuar el pago de la carga de combustible. Lo que pudo saber la familia es que Guillermo los había llamado por teléfono para avisar que no podía concretar la transferencia de pago y que necesitaba billetes. Al no evitarse las tensiones, el playero recurrió al auxilio de uno o más uniformados de la zona, sin realizar la llamada de emergencia. Con el tiempo, los refuerzos policiales alcanzaron a ser una cantidad calculada en ¡quince! sujetos. Lo suficiente como para llamar la atención a vecinos, que registraron lo que pudieron con sus celulares.
Hasta ahora, las lecturas apuntan a que la animosidad que tendría el empleado, del cual insistía en afirmar que en ningún momento los policías habían ejercido violencia contra la víctima, explicaría la numerosa presencia de los mismos. Sin embargo, pocos se percatan sobre quién es su patrón.
La estación le pertenece a la familia Pavone, cuyo patriarca es Luis Ángel Pavone, un reconocido en el rubro que ha levantado algunos surtidores en algunos puntos de la capital. Desde hace varios años, transita en las reuniones de la Bolsa de Comercio de Córdoba, dirigido por el eterno octogenario Manuel Tagle. Actualmente, es uno de los vocales suplentes. En los almuerzos de la Bolsa, se lo ha visto hacer migas con el sector de la Unión Cívica Radical. En las presidenciales de 2023, votó por Patricia Bullrich.
A finales del año 2023, Luis Pavone fue sobreseído en una investigación federal penal por supuestas malversación de fondos públicos, mediante irregularidades en la carga y cobro de combustible para los patrulleros de la Policía Federal. El expediente había llevado a la imputación de un sargento primero y otros ocho policías uniformados. La denuncia, iniciada en 2017, apuntaba a que se habría simulado el pago de varias cargas de nafta para un rodado de una de estas estaciones en manos de los Pavone, ubicada en la Av. Fuerza Aérea al 4780, cuando en realidad se trataba de un camión en desuso.
El juez Ricardo Bustos Fierro sobreseyó al principal acusado azul, fruto de su fallecimiento y la Cámara Federal tuvo que declarar al resto que hubo falta de mérito como para continuar con el proceso. El fiscal de instrucción, Enrique Senestrari, apeló la última resolución contra dos policías y del mismísimo Pavone, pero fue rechazado. En declaraciones de ese entonces a La Voz del Interior, el empresario dijo lo siguiente: “No tengo nada que ver. No conozco nada. Me enteré de la causa cuando me citaron de Tribunales. Hace años que no estoy en la estación. Después supe que Funes murió pobrecito”.

El que sí recibió una condena fue uno de sus hijos.
Se trata de Luis Miguel Pavone, que comparte el directorio de las empresas de su padre, incluyendo el manejo de la playa de la discordia. A finales del último mes de 2021, y luego de siete meses de audiencias, recibió una sentencia, junto con otras 19 personas sentadas en el banquillo, por integrar la banda de “La Trenza”, un grupo delictivo que operaba, desde fines de los años noventa, para influir, “copar” y extorsionar los remates judiciales, regulando la competencia de postores para obtener bienes a precios económicos, y así someterlos a una segunda “subasta” clandestina, obteniendo una diferencia que se convertía en ganancia. La principal condena fue para el cabecilla Walter Bucheme, con siete años y medio de prisión. Luis Pavone hijo recibió tres años de ejecución condicional.
Con todo esto no se pretende involucrar a los Pavone con un asesinato. Pero sí amplifica las espaldas que pueden tener los policías involucrados con la muerte de Bustamante y que excede a la mera relación amistosa con un playero. A veces, la bondad puede desteñirse.
*Periodista. Fuente La Luna con Gatillo https://www.lalunacongatillo.com/
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