Las corporaciones transnacionales y la extrema derecha se retroalimentan mutuamente 

Análisis del observatorio de  la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CSA)sobre el poder corporativo en América Latina. El informe se dio a conocer el  Día Internacional de Solidaridad Feminista contra las Corporaciones Transnacionales, fecha en que se conmemora el colapso del complejo industrial Rana Plaza en Bangladesh donde murieron  mil trabajadores. En esos talleres confeccionaban ropa para las textiles Walmart y Benetton.

Por Redacción*

El 24 de abril es una fecha de lucha para el movimiento feminista global. Este es el Día Internacional de Solidaridad contra el Poder de las Corporaciones Transnacionales, un día de acción convocado por la Marcha Mundial de las Mujeres. La fecha conmemora a los más de mil trabajadores, en su mayoría mujeres, que murieron el 24 de abril de 2013 debido al colapso del complejo industrial Rana Plaza en Bangladesh. Las largas e intensas jornadas de trabajo sin derechos y las pésimas condiciones de la estructura del edificio ya anunciaban la tragedia criminal en aquellos talleres que abastecían de ropa a transnacionales textiles, como Walmart y Benetton.

Para contribuir a los debates sobre el poder de las empresas transnacionales y sus impactos políticos en el Sur global, compartimos algunos extractos del informe  Corporaciones transnacionales y extrema derecha en América Latina , elaborado por el Observatorio Laboral de las Américas, vinculado a la Confederación Sindical de Trabajadores y Trabajadoras de las Américas (CSA). El documento analiza las relaciones entre el poder corporativo, la explotación del trabajo y la naturaleza y la profundización del neoliberalismo y las agendas de extrema derecha, que son antifeministas y amenazan las democracias.

El documento reflexiona sobre las nuevas ‘modalidades’ de golpe de Estado puestas en práctica en países como Honduras en 2009, Paraguay en 2012, Brasil en 2016 y Bolivia en 2019. Estos golpes fueron parte de las estrategias para reorganizar el capitalismo en la región, en una alianza entre élites políticas y poderes económicos nacionales e internacionales. De múltiples maneras, las corporaciones transnacionales son amenazas a la soberanía de los pueblos.

El informe de la CSA describe las principales actividades de las empresas transnacionales en América Latina y sus relaciones con las situaciones políticas de cada país. Al explotar los recursos naturales, son responsables de la deforestación, la contaminación, la violencia y los conflictos con las comunidades locales y tradicionales. También encabezan grandes proyectos de infraestructura y energía, impulsando privatizaciones, reducción de la regulación y la intervención estatal y empleos precarios. Además, la acción intensiva de las corporaciones de telecomunicaciones y tecnología se basa en la explotación laboral a través de plataformas digitales, con un discurso de flexibilidad que enmascara la negación de derechos.

En la industria textil, las empresas transnacionales explotan mano de obra barata en condiciones precarias y se aprovechan de políticas de incentivos fiscales. Un ejemplo es Honduras, donde «la industria textil ha prosperado gracias a un modelo de zona de libre comercio que beneficia a las transnacionales estadounidenses y asiáticas. Las maquilas en ciudades como San Pedro Sula producen ropa para marcas internacionales, impulsadas por incentivos fiscales y regulaciones laborales flexibles». Esta estrategia se intensificó después del golpe de Estado y durante los gobiernos de derecha que le siguieron, perpetuando “las desigualdades y la dependencia económica en el país”.

Las cadenas globales de producción en la renovación del neoliberalismo en América Latina

Las cadenas globales de suministro (CGSu) son un componente esencial del neoliberalismo, y América Latina ha sido un territorio de suma importancia en su proceso de división internacional de la producción. (…) Los CGP están integrados por empresas transnacionales lideradas por una empresa matriz ubicada en un país del Norte global. Esta matriz no sólo controla y gestiona una cadena de producción global, sino que también supervisa la producción, determina el valor del producto y toma decisiones sobre su comercialización y distribución, promoviendo la subcontratación de las distintas etapas de estos procesos a otras empresas.

Las GPC promueven la diferenciación entre países, ya que están insertos de manera diferente en las economías globales. En el contexto latinoamericano, las empresas transnacionales transfieren cargas sociales, ambientales y laborales, así como amenazas a las organizaciones e instituciones de las democracias, a los países del Sur global.

En América Latina, un ejemplo emblemático es la United Fruit Company, rebautizada como Chiquitas Brand International, transnacional estadounidense que se instaló en Centroamérica y controló la producción y comercialización de frutas tropicales. Esta empresa fue una fuerza política y económica e incluso alentó varios golpes de Estado en la región.

En el mundo del trabajo, las empresas transnacionales promueven el trabajo informal, temporal y precario en nuestros países. Así, adoptan formas de intensificación del trabajo, con fuerte control de la actividad, imposición de objetivos, largas jornadas laborales, baja protección de la salud, poca seguridad laboral, bajos salarios y limitaciones a la negociación colectiva y a la organización sindical.

Las GPC pueden verse como una reacción de las corporaciones transnacionales a los obstáculos que el neoliberalismo impone a la economía de libre mercado. En este sentido, han sido fundamentales en una serie de medidas encaminadas a reducir la capacidad de producción y fiscalización del Estado. Cuando sus aliados no ganan las elecciones, las corporaciones transnacionales promueven el deterioro o el colapso de las democracias. Este modelo redefinió el perfil de los trabajadores y limitó la capacidad de actuación de los sindicatos y de las instituciones estatales de regulación laboral.

En los últimos tiempos, las empresas transnacionales han jugado un papel crucial en la disrupción de las cadenas productivas nacionales y regionales, como en el caso de la cadena productiva del petróleo en América Latina. Sus principales áreas de operación en la región incluyen sectores clave como metales, energía, productos cárnicos y productos agrícolas.

Consideraciones finales

(…) En primer lugar, la versión renovada, pero aún más radical, del neoliberalismo promovida por la extrema derecha refuerza y ​​profundiza las ideas, discursos y políticas antiestatales, consolidando la primacía del mercado sobre el Estado. Este enfoque no sólo debilita la capacidad de las instituciones públicas para regular y redistribuir, sino que también legitima las desigualdades estructurales al priorizar los intereses económicos por sobre el bienestar social.

En segundo lugar, es fundamental reabrir el debate sobre la relación entre dinero y política, una conexión evidente en casos como la relación entre Trump y Musk, que simboliza cómo el neoliberalismo actúa como puente entre la extrema derecha y las corporaciones transnacionales. Este documento abordó el surgimiento y consolidación de la extrema derecha en América Latina, explorando los nuevos patrones e interacciones que establece con las corporaciones globales, marcadas por intereses compartidos que favorecen la desregulación y la concentración del poder económico.

La agenda de las corporaciones transnacionales converge con la de la extrema derecha, pues ambas priorizan los beneficios del capitalismo, incluso a costa de erosionar las democracias. Uno de los impactos más significativos de esta alianza se ve en el mundo del trabajo, donde la desregulación financiera debilita los sistemas de seguridad social, mientras que la desregulación laboral socava directamente los derechos colectivos de los trabajadores, precarizando sus condiciones de vida y de trabajo.

Este enfoque no sólo profundiza las desigualdades sociales, sino que también limita las posibilidades de organización sindical y de negociación colectiva, que son esenciales para equilibrar las relaciones de poder entre empleadores y empleados. En este contexto, es fundamental repensar los modelos regulatorios que priorizan el bienestar social por sobre los intereses de una economía excesivamente concentrada.

(…) El triunfo de Trump marcó el inicio de una nueva etapa para la extrema derecha a nivel transnacional, caracterizada por una mayor audacia y falta de disimulo: el capital transnacional actúa abiertamente a favor de su agenda, promoviendo políticas que refuerzan su poder económico y político. En este contexto, el sindicalismo sociopolítico enfrenta el desafío de comprender en profundidad la naturaleza y las estrategias de este actor global. Un diagnóstico preciso no sólo es necesario, sino urgente, para desarrollar respuestas efectivas que defiendan los derechos laborales, la justicia social y los valores democráticos frente a una ofensiva cada vez más organizada y globalizada.

* Introducción escrita y editada por Helena Zelic. Fuente Capire, https://capiremov.org/ herramienta de comunicación creada en 2021, desde el feminismo popular, anticapitalista y antirracista. Visibiliza las luchas y los procesos en los territorios. Foto Elaine Campos.

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