LA CAÍDA DEL MURO CORDOBÉS

Un recorrido por la historia reciente, desde el Navarrazo, pasando por el golpe del ’76 y la recuperación de la democracia, hasta el cordobesismo. El autor propone  discutir cuando termina una etapa y empieza otra “todavía abierta y de difuso augurio”.

 Por Eduardo Sota*

La caída del Muro de Berlín, para determinada historiografía, cerró el siglo xx y aún estamos quienes trabajamos para la caída del Muro cordobés, aunque hasta ahora infructuosamente. En efecto, y sin irnos a los confines del nacimiento de la Patria, sí podemos remitirnos a la historia reciente, al golpe policial de 1974 contra el gobierno provincial de ese entonces y el posterior golpe de estado a nivel nacional de 1976, como el contexto bajo el cual queremos enmarcar esta nota. Es una referencia posible, entre otras, para marcar también el fin de una etapa y el inicio de otra, todavía abierta y de difuso augurio.

En efecto, la recuperación democrática del ’83 y su prolongación durante cuatro décadas fue una larga y exitosa construcción de una nueva hegemonía, liberal y conservadora, transversal a los partidos políticos iniciada por la idílica “isla” angelocista y consumada en el “cordobesismo” delasotista-schiaretista.

En esa dirección, Llaryora es menos un gobernador disciplinado por el Presidente, que el mileísmo  un emergente de una ultra-derecha antidemocrática, uno de cuyas principales y decisivas fuentes es la Fundación Mediterránea. Esta nueva supremacía política, económica y cultural se asentó sobre la desmemorialización de las gestas combativas y luchas provinciales. Las referencias históricas más frecuentes, en todo caso, son el efímero gobierno de Obregón Cano y un brumoso pasado fundacional en J. B. Bustos.

Ahora bien, el terminante y revolucionario cambio estructural e industrializador de Córdoba llevado a cabo por el Brigadier San Martín ha sido escrupulosamente omitido. Esta compleja e inteligente construcción, tal vez el retoño más encumbrado del neomenemismo, abarca una vasta gama de sectores, más o menos oficialistas y más o menos opositores, pero todos ellos orgullosos de un acendrado  espíritu localista y porteño céntrico a la vez, progresista pero antipopular, entendiendo por tal la eliminación de la agenda de los derechos humanos las demandas de los derechos sociales, en un movimiento inversamente proporcional a la concentración de las riquezas (E. Laclau, 2005; E. Semán, 2021).

Un caso paradigmático: El curioso aporte del progresismo provincial

A esta extendida contribución de sectores empresariales, sindicales, sociales y políticos, el sector intelectual-académico ha cimentado poderosamente el edificio cordobesista con proyección nacional. En efecto, en ese sentido y como un ejemplo, el apotegma bíblico reinventado por Del Barco[1]  (2005), “No matarás”, fue una pieza eficaz y “creativa” en el ya generoso repertorio de la empresa memorialística de la “teoría de los dos demonios” para caracterizar los eventos trágicos de la dictadura.

Bajo esta prescripción se introducen valores morales y religiosos que igualaban todo en un fango infernal e irrespirable, donde victimarios y víctimas, identificables bajo los criterios normativos de un estado de derecho, se desdibujaban para convertirse en entidades monstruosas involucradas en una guerra sin cuartel y sin ley. Como el último clavo que cierra un ataúd, la celebérrima carta intenta clausurar toda posibilidad de discusión acerca de las complejas décadas de los ’60 y ’70, incluso, hasta el enterramiento del más preciado sueño de transformación social.

Provoca escozor en la honestidad intelectual la estruendosa polémica suscitada a partir de dicho texto (recogidas en la publicación de  dos volúmenes),  cuando, en realidad, las controversias políticas y morales jalonaron las mismas décadas en cuestión, atravesando intrínsecamente la “subjetividad revolucionaria” (D. Slipak, 2023). El broche de oro de dicha operación ideológica, es naturalizada alegremente en una  pregunta retórica que intitula un artículo que presume una respuesta negativa, un bochornoso desierto a la vida intelectual de Córdoba después del fallecimiento del filósofo  citado.

En efecto, bajo el despojado título de “Córdoba sin Oscar del Barco, ¿y ahora quién podrá pensarnos”, el autor del artículo (Hoy Día Córdoba, 19/06/24) incurre en una falacia lógica (informal) ya que al plantearse “¿quién podrá pensarnos”, está respondiendo a otra pregunta que está tácita: “¿Del Barco nos pensó?”. Naturalmente, para el autor del artículo la respuesta es obviamente afirmativa. Esta es la falacia, no infrecuente, llamada pregunta compleja.

La falacia consiste en que, la respuesta podría haber sido negativa, o sea, que del Barco no nos pensó. Sin embargo, coincidimos con la opción por la afirmativa, claro que por razones muy opuestas. Del Barco sí nos pensó, pero en una dirección muy opuesta a esa de haber coadyuvado a “transformar la sociedad”. Por el contrario, reconocemos a dicho académico como el que reelaboró más expeditivamente, claro que en clave progresista, la “teoría de los dos demonios”.   Lejos de concebir que este autor sea una suerte de cumbre del pensamiento provincial, lo llevó más bien por caminos erráticos, al menos desde su “No matarás”, y a nuestro juicio, ciertamente. Por otra parte, la duda escéptica planteada sobre si alguien podrá pensarnos, invita a nuestro asentimiento entusiasta y certero sobre que habrá no sólo intelectuales sino artistas, trabajadores y, en suma, la ciudadanía de a pie que nos ayudará a pensarnos en una dirección fértil e inequívocamente democrática, regida por el Estado de Derecho.

Hemos querido mostrar que la argamasa cordobesista ha sido también de hechura “progresista” –de militancia feminista, antirracista, multiculturalista, entre otras- bajo por los demás legítimos valores y propósitos de diversidad y empoderamiento (N. Fraser, 2017) aunque bajo la simultánea declinación de propiciar cambios sociales y políticos sustanciales (las competencias electorales son espurias en tanto los programas partidarios son “visados” por la Bolsa de Comercio y/o la Fundación Mediterránea), incluida las luchas políticas de las memorias, particularmente la reversión de la derrota de 1976.

El gesto, en definitiva, es la invitación a la ciudadanía de cuño popular a derribar The Wall puesto que, como dice la canción, “solo se trata de vivir”.

Referencia

1- Filósofo cordobés, autor de la carta No matarás (2004), publicada en la Revista La intemperie de la UNC. En ella se condena, moral y políticamente, la lucha armada llevada a cabo durante las décadas de los ’60 y ’70. La discusión que se suscitó a propósito de la misma fue recogida en la publicación de dos volúmenes: AA: VV. No matar. Sobre la responsabilidad, Córdoba, UNC, 2007 y L. García (comp) No matar. Sobre la responsabilidad. Segunda compilación de intervenciones, Córdoba, UNV, 2010.

* El autor es Licenciado en Filosofía y en Ciencias de la Educación por la UNC, Magister en Investigación Educativa por el CEA (UNC) y Doctor en Ciencias Sociales y Humanas por la UNQ. Profesor Adjunto de la Cátedra de Epistemología de las Ciencias Sociales (FFyH-UNC). Militante peronista. Agencia Prensared. Imagen ilustrativa Megafón.

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