A 53 años de la gesta popular que derribó a la dictadura de Juan Carlos Onganía, el autor de esta columna advierte sobre los intentos solapados de “tergiversar los hechos” con recordatorios banales y recomienda “cuidar” el registro de los hechos y su significado.
Por Guido Dreizik*
Hoy 29 de mayo se cumple un nuevo aniversario del Cordobazo, gesta popular que es patrimonio de toda américa latina con su profundo significado liberador, anti dictatorial, clasista y anti imperialista.
Este significado no es producto de una elaboración intelectual aislada, sino que es el resultado de una lectura de lo que provocó aquel movimiento en el marco de una serie de expresiones a lo largo y a lo ancho del país.
El reclamo del “sábado ingles” y otras reivindicaciones de la clase obrera organizada se combinó y se hizo compatible con el profundo deseo de las masas populares por derrocar a la dictadura y el sentido entreguista que esta expresaba.
El paro provincial convocado para ese día tenía carácter combativo, esa era la característica distintiva que los gremios le daban a una jornada que planteaba ocupar la calle como expresión de protesta y manifestación política.
Existía la voluntad de salir a la calle porque los principales dirigentes sabían que las masas populares necesitaban sacarse de encima la dictadura militar en la convicción de que era la única manera de comenzar a forjar su propio destino.
Así, confluyeron sectores del peronismo más ortodoxo representado por Elpidio Torres del SMATA, un dirigente en cuyo horizonte anidaba el ansia de la “Comunidad Organizada” expresada por Perón.
Atilio López de la UTA, un peronista que concebía la liberación nacional y social en la perspectiva de la construcción de una sociedad más justa, libre y soberana que luego fuera Vice-Gobernador de Córdoba, asesinado por las AAA.
Estudiantes de distintas universidades, militantes juveniles e integrantes de organizaciones barriales, parroquiales, y de partidos políticos proscriptos por los militares y reprimidos en las calles y los barrios.
Todos junto a Agustín Tosco de Luz y Fuerza quien en una perspectiva de liberación nacional expresaba una visión clasista y popular en la construcción del Socialismo en un proceso hegemonizado por la clase trabajadora.
Que se haya conjugado este mosaico de interpretaciones y propuestas políticas es lo más destacable de la jornada ya que incorpora al pensamiento político la certeza de que la unidad del campo popular trasciende barreras.Claro que abona una tesis que sostiene la premisa que desde esa unidad y síntesis es factible construir una perspectiva distinta que le devuelva a nuestro pueblo la esperanza de vivir en una sociedad que les permita ser felices.
Es desde las ideas que manifestaban estos dirigentes que debemos prestar atención a la conmemoración del Cordobazo y recrear la aspiración de liberación nacional y social, porque además estamos convencidos que esto es necesario.
A lo largo de la historia los enemigos de la clase y el pueblo se encargaron de ningunear o reprimir las ansias de liberación, esto es relativamente fácil de visibilizar, o al menos se observa más en la superficie y en las acciones directas.
Pero están los que de manera solapada se dedican sistemáticamente mandados por el poder económico a tergiversar los hechos con el simple método de la “resignificación” desde la oficialización de la conmemoración.
La advertencia cobra sentido cuando el gobernador Juan Schiaretti y el intendente Martin Llaryora preparan recordaciones bucólicas similares al homenaje fastuoso de repatriación de los restos del General Bustos, que aún no sabemos si realmente eran sus restos.
Los hábiles prestidigitadores se preparan para la resignificación del Cordobazo y resulta revulsivo, es una más de las tareas que tenemos por delante, cuidar del registro de los hechos, su significado e impronta porque son insumos para nuevas ideas.
*Ex secretario General, actual vocal de la Comisión Directiva del Cispren. Fuente: Diario Cooperativo bambacoop.com.ar /Fotos Revista Haroldo.
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