Cuando la violencia estatal toma forma de grillete y encierro.
Por Omar Giuliani*
La crueldad es la obtención de la satisfacción por el sufrimiento del otro. El nuevo «Régimen Penal Juvenil», que impulsan desde el gobierno Bullrich y Cúneo Libarona, es elevar ese trastorno psicopático a política de Estado.
El ingreso a la Cámara de Diputados del proyecto de ley con el que el gobierno pretende bajar la edad de imputabilidad a los 13 años para que niños y niñas puedan ir presos, es francamente un plan monstruoso porque busca llevar a la cárcel a miles de menores que desde su nacimiento ya padecen las consecuencias de la exclusión económica y social sistémico.
El argumento que esgrimen, de un supuesto crecimiento de la criminalidad juvenil, no se sostiene con ningún dato verificable ni estadística y, si tomamos los datos de la provincia de Buenos Aires -con sus grandes centros urbanos con mucha concentración de población-, por el contrario los delitos violentos protagonizados por menores son mínimos.
Como lo muestran los últimos casos de impacto mediático, nuestra sociedad necesita leyes que protejan las infancias y les den garantías de crecimiento cuidado y amoroso, con pisos de acceso a todos los bienes materiales y culturales necesarios en cada momento de su desarrollo.
No nos vamos a extender con datos que son públicos, pero nunca es redundante decir que miles de niños y niñas han sido empobrecidos por las políticas económicas de las últimas administraciones del Estado. Desde la asunción de Javier Milei, las políticas recesivas en lo productivo y de desinversión en lo social, han empeorado dramáticamente las condiciones en que ya mal vivían los pibes y pibas de las barriadas. No habrá niñez feliz con desocupación y pésimos ingresos. Nacer pobre y crecer preso parece ser la propuesta de este país cada vez más desigual y violento que proponen.
Entonces, esta iniciativa que propone cárcel para las infancias violentadas desde la cuna se inscribe en otro intento por agitar el avispero intentando desinformar para distraer. Apuntar y sembrar el odio contra los hijos de las clases populares en riesgo por falta de oportunidades, proponiendo sanción penal y encierro en vez de protección a través de políticas públicas de cuidado e inversión es siniestro, el mismísimo Mal asechando.
«Todos los días los argentinos de bien padecemos delitos cometidos por menores que quedan impunes», afirmó la ministra Bullrich. Es el argumento, que no puede validar con datos, para criminalizar a niños de 13 años con su “Régimen Penal Juvenil”, someterlos a un proceso penal con penas de hasta 20 años de prisión y pretender alojarlos en «establecimientos especiales», el eufemismo que usan y que niega todos los acuerdos internacionales y la Convención de los Derechos del Niño. La violencia estatal del gobierno contra esas infancias, entonces, ahora toma forma de grillete y encierro.
También en este plan cruel hay un intento de disciplinador. Si estoan dispuestos a encarcelar niños, ¿qué no harán con los adultos? Criminales o no. Mientras el gobierno se prepara para lanzar a la fuerza contra niñxs, cientos de trabajadores y trabajadoras en los territorios abren sus organizaciones, que muchas veces funcionan en sus propias casas, para dar de comer y abrazar esas vidas pequeñas. Ante tanta crueldad, nosotros seguimos predicando la pedagogía de la ternura y del pan en la mesa porque la niñez es el terreno más fértil para sembrar el país de sueños de justicia y felicidad.
*Fundador del Hogar Convivencial infantil Ruca Hueney. Secretario general de Federación Nacional Territorial (Fenat) y secretario de Acción Social CTAA. Fuente CTAA https://ctaa.org.ar/ Foto Versión Rosario. (Patricia Bullrich y Cúneo Libarona).
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