Madre de cinco hijos, Flavia Saganias fue condenada a 23 años de prisión por el ataque que sufrió su expareja, a quien ella acusa de haber abusado de su hija. El viernes fue trasladada de Bouwer a Cruz del Eje para escuchar los fundamentos del fallo. Hasta allí la acompañó una movilización de mujeres que le pusieron cuerpo y voz a su historia.
Por Alexis Oliva*
“¡Flavia no estás sola!”, corean al finalizar la performance interpretada por primera vez en el lugar que la inspiró. En el sofocante mediodía del viernes 13 de diciembre, medio centenar de militantes de colectivos feministas y de derechos humanos se congrega frente a Tribunales de Cruz del Eje para reclamar justicia por Flavia Saganias, la vecina de Capilla del Monte condenada a 23 años de prisión por un ataque contra su expareja Gabriel Fernández, a quien en 2017 ella había acusado por abusar de su hija.
El viejo puente ferro-peatonal frente al edificio del Poder Judicial local ofrece jirones de sombra a esas mujeres que vinieron desde Capilla del Monte y otras ciudades de Punilla, Córdoba capital, las Sierras Chicas, San Marcos Sierras y junto a otras de la misma ciudad de Cruz del Eje sostienen el reclamo por un caso al que consideran paradigma de la Justicia patriarcal. Están ahí a pesar del paro de transporte, el clima y el trajín de fin de año.
El 27 de noviembre, la Cámara Criminal de Cruz del Eje sentenció a Saganias como instigadora de “tentativa de homicidio agravado por el vínculo, por ensañamiento y por el concurso premeditado de dos o más personas, en concurso ideal con abuso sexual con acceso agravado en grado de tentativa e incendio en concurso real”. Como autores materiales de esos delitos, fueron condenados también a 23 años su madre Mónica Graciela Bonifacio y su hermano Enrique Emiliano Saganias.
Quince días después, se aguardan los fundamentos del fallo dictado por doce jurados populares, a instancias de la instrucción del entonces fiscal Martín Bertone y la acusación y pedido de penas de la fiscal de cámara Haydeé Gersicich. Afuera, treinta mujeres de distintas edades, vestidas de negro y pañuelo verde, con las bocas pintadas como si sangraran, músculos en tensión y pieles sudorosas bajo el sol del diciembre cruzdelejeño, recrean la intervención de Actrices Argentinas frente a la Casa de Córdoba en Buenos Aires. Apuntalado por tambores y en coro, el mensaje es un potente resumen del drama de Flavia.
—¿Quién sos?
—Flavia, mamá de cinco hijes.
—¿Qué pasó?
—Él abusó de mi niña.
—¿Qué hiciste?
—Lo denuncié.
—¿Y la Justicia qué hizo?
—¡Nada!
—¿Y la causa?
—La archivaron.
—¿Y qué hiciste?
—Lo conté en mi perfil.
—¿Y después?
—El acusado fue agredido.
—¿Fuiste vos?
—¡No!
—¿Fue tu idea?
—¡No!
—Flavia, ¿dónde estás?
—En un penal de máxima seguridad.
—¿Por qué?
—Me condenaron.
—¿Te condenaron?
—¡A 23 años de prisión!
—¿Y tus hijes?
—No les vi más.
—¿Y el abusador dónde está?
—¡Libre!
—¡Flavia con sus hijes ya! ¡Si callan a una, gritamos todas! ¡Flavia en libertad ya! ¡Basta de injusticia patriarcal! ¡Flavia no estás sola!
A pocos metros, sobre el pilar que sostiene el Puente Negro sobre el Río Cruz del Eje, un grupo de artistas visuales ya está terminando el mural que exige: “Libertad para Flavia”.
FLAVIA SOMOS TODES – Cruz del Eje 13/12
Si callan a una, ¡GRITAMOS TODAS!#FLAVIANOESTASOLAQueremos a #FLAVIAJUNTOASUSHIJES#LIBERTADPARAFLAVIA #ABSOLUCIONPARAFLAVIA#JUSTICIAPARAFLAVIA
Posted by Justicia para Flavia Saganías on Saturday, December 14, 2019
Ser ella, ser todas
La performance se replicó en Capilla del Monte, Villa Giardino y promete extenderse. En Montevideo, frente al Consulado Argentino, otra intervención gritó: “¡El patriarcado es un juez!”. Soledad López Vaca es actriz y vive en San Marcos Sierras. A ella le tocó representar a Flavia en Cruz del Eje. “Aportar el cuerpo y la voz para que ella sea escuchada es muy particular, son sensaciones encontradas”, cuenta y conjetura: “Es lo que haría cualquiera de nosotras por la otra, lo que Flavia quizás haría por mí. Por otro lado, estar ahí, contando lo que pasa y pensar que sus hijes están vaya a saber cómo o con quién, es saber que eso puede volvernos locas. Además, no estaba ahí yo, o Tamara, o Malena… La sensación es que cada una de nosotras es todas y es Flavia también”.
“No es fácil de explicar, porque nos atraviesa de medio a medio y es muy sensible –añade Soledad–. Aún no sabemos cómo se llama este fenómeno de ser todas una. Sí sabemos que Flavia podría haber sido yo, o tu hermana, o la abuela de un amigo… Su drama es el nuestro, el de una sociedad absolutamente cruel, injusta y alevosa. El de cada una de las mujeres que conocés. Creo que estamos curándonos, diciendo lo que nos pasa a todas, haciendo un acto psicomágico monumental y sembrando inconsciente colectivo”.
Sin justicia y condenada
Saganias es único sostén de sus hijos, tres de una pareja anterior y los mellizos hijos de Fernández que tuvo en 2017, el mismo año en que lo denunció ante la fiscalía de Cosquín por abusar de su hija de siete años de edad. El mismo fiscal Bertone había archivado esa causa por falta de pruebas, lo que motivó que ella publicara en su cuenta de Facebook la foto del acusado y el texto: “Un pedófilo más en Capilla del Monte, se llama Gabriel Fernández y vive en… Por favor, cuidemos a nuestros hijos porque la Justicia no hace nada”.
Fue el disparador de la furia de sus familiares, que viajaron desde Isidro Casanova, provincia de Buenos Aires, y el 13 de agosto de 2017 llegaron a Capilla del Monte. A Flavia no la encontraron en su casa, porque se había refugiado en lo de una amiga. De ahí se fueron a buscar a Fernández, quien los amenazó con un revólver. Enrique se lo quitó y en la pelea le quebró el antebrazo y lo hirió en el tórax. Cuando logró reducirlo, junto a su madre lo ataron a un árbol y quemaron su casa. La fiscalía afirmó que los gritos de un vecino interrumpieron la venganza y le salvaron la vida. La defensa asegura que esa situación no existió y hubo una renuncia voluntaria a continuar con la agresión. Luego, los peritos forenses constatarían otra lesión en zona perianal, en la que se basa el cargo de abuso sexual.

“Instigadora homicida”
Durante el juicio, Flavia y su defensa sostuvieron que ella no participó ni supo de la agresión hasta una vez consumada. Pero los fiscales, jurados populares y jueces no les creyeron. Mientras tanto, el 19 de noviembre –en coincidencia con el Día Mundial de la Prevención del Abuso contra los Niños y con una movilización en los tribunales coscoínos– la fiscal Paula Klem reabrió la causa por los abusos de que fuera víctima la niña y convocó a Saganias a ampliar su denuncia el 28 de ese mes. No pudo hacerlo, porque el día anterior había sido encarcelada en Bouwer, a 150 kilómetros de distancia de sus hijos, porque la prisión de la ciudad donde se la condenó no aloja a mujeres.
En los fundamentos del fallo publicados en el sitio web de la Justicia de Córdoba se cita la hipótesis de la acusación. La causa contra Fernández “se archivó porque la niña, en sede judicial, no confirmó el abuso. Entonces, la imputada Saganias planificó hacer lo que ella consideraba era ‘su propia justicia’. En este sentido, indujo e instigó a su madre, Mónica Bonifacio; a su hermano, Enrique Bonifacio, y a un tercer sujeto para que se trasladaran desde Buenos Aires hasta Capilla del Monte para quemar la casa y los bienes de su expareja; y para que, además, abusaran sexualmente de él y lo asesinaran”. La pena se basó en “la gravedad del daño ocasionado a la víctima, la variedad de lesiones físicas y psicológicas sufridas, la pérdida de todos sus bienes materiales, como así también los motivos que los llevaron a cometer los delitos”.
Navidad sin mamá
La caracterización penal de Flavia contrasta con el hecho de que tras la denuncia por abusos contra Fernández recurrió a la Mesa Intersectorial de Género y Protección de Derechos de la Niñez y Adolescencia de Capilla del Monte y luego formó Madres Contra el Abuso Sexual en la Infancia (ASI No). Incluso, desde mucho antes de su condena, las militantes del Movimiento Plurinacional de Mujeres de Capilla del Monte la acompañaron en ambas causas. Una de sus voceras, Eugenia Marengo, dice: “Lo aberrante es que la condenan a 23 años armándole la causa con la figura de instigadora, como que ella fue la que ideó y organizó este plan macabro contra el abusador. Flavia lo único que hizo fue ese posteo y cruzó algunos mensajes lógicos con sus familiares, con quienes estaba muy enojada por todo en lo que había devenido esa situación. Sin embargo, la Justicia y los medios le dieron voz y total relevancia a lo que le sucedió al abusador, quedando totalmente desdibujada la situación de la niña”.
“Además, desmentimos categóricamente que a la chiquita le hayan hecho varias cámaras Gesell y con personal especializado. Se hizo una sola, a dos días de todo el horror que le pasó al abusador, con la abuela y el tío de la niña presos y un patrullero llevándola a hacer una única cámara Gesell y con personal no especializado”, plantea Liliana Martín, también integrante de ese movimiento. Para Ayelén, lo más urgente es el reclamo por la prisión domiciliaria: “Flavia es sostén de sus hijos. Nosotros pedimos que vuelva con ellos, porque es lo que corresponde. Esos niños están solos, incluso los menores y los dos bebés”.
En un audio que circula entre la militancia feminista, Flavia dice: “Si supieran lo difícil que es aceptar que el abuso existió y después hablar. Si es tan duro para una adulta víctima o para una madre que denuncia, imaginemos en la cabecita de un niño o una niña. Todas las mujeres que vivimos esto tenemos la certeza de que ninguna elegiría involucrar a su hija en algo tan perverso”. En otra grabación, Uriel Sánchez, su hijo mayor, afirma: “Mamá es inocente. Necesitamos a mamá en casa. Necesitamos a mamá cuidando de mis hermanitos. Necesitamos a mamá pidiendo justicia por mi hermanita. Necesitamos pasar la Navidad los cinco juntos con nuestra mamá. Necesitamos a nuestra mamá libre ya”.
“Un fallo patriarcal y disciplinador”
Luego de recibir los fundamentos de la condena, el abogado defensor Carlos González Quintana anuncia que en los próximos días presentará el recurso de casación ante el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) y mientras tanto los jueces de la Cámara de Cruz del Eje deberán resolver el planteo por la prisión domiciliaria de Flavia, lo que confía ocurrirá antes de la feria judicial. Además, solicitó que se autorice su traslado a Cosquín para ampliar declaración en la causa que investiga la denuncia por abusos a su hija. “Esos hechos se están investigando nuevamente y se trabajará para que lleguen a ser probados y condenado a su autor. No sólo para hacer justicia con la niña, sino también con la nefasta estadística de que cada 1000 abusos sexuales en la infancia sólo se condena a 1 abusador”, afirmó el defensor en un comunicado emitido horas después.
Frente a las manifestantes, el letrado explica: “La fiscal de Cámara (Gersicich) debió haber pedido la absolución, pero incluso agregó una prueba que la trae tomada con pinzas: dos llamadas telefónicas entrantes al teléfono de Flavia que le realizó su mamá la noche antes de viajar a Capilla del Monte. Solamente se registra llamada entrante y saliente y la duración, pero no conocemos el contenido. Entonces, tomar esa prueba para decir que en esas dos llamadas Flavia organizó este plan homicida es realmente descabellado. El TSJ debe revisar a fondo este fallo patriarcal y disciplinador”.
El cerco y el abrazo
La noticia de que Flavia está presente en el acto procesal hace que la acción se traslade a la parte trasera del edificio de tribunales. El grupo rodea el móvil del Servicio Penitenciario de Córdoba (SPC) custodiado por guardias de élite con chalecos blindados y escopetas. El grito colectivo se vuelve a sentir: “¡Flavia no estás sola! ¡Flavia con sus hijes!”.
El que comanda el operativo abandona su actitud indiferente y ordena a las mujeres policías ajustar el cerco. “¡Más atrás! ¡Detrás de la línea amarilla!”, les grita a las manifestantes. Poco caso le hacen, mientras un grupo de penitenciarios salen del edificio con dos presos varones y los suben al Iveco Gran Furgone.
Hay dudas de si a Flavia ya se la llevaron, pero de repente aparece rodeada por los boinas negras del SPC y varios policías. Esposada, pantalón vaquero, buzo a rallas amarillas y negras y borceguíes, levanta sus brazos, saluda y sonríe, antes de que la suban al móvil en que viajará los 180 kilómetros que separan Cruz del Eje de Bouwer.
—¡Era ella! Creo que no alcancé a sacarle… –se lamenta la periodista y fotógrafa Elsa Ortalda, pero luego advertirá que logró una nítida imagen del instante. Mientras tanto, el vehículo arranca llevándose a Flavia, quizás fortalecida por esas cincuenta mujeres que la abrazaron a gritos.
*Periodista. Publicación de desafiosurbanos.org
Foto principal: Elsa Ortalda
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