El titular de la Federación Argentina de Empleo (FAE) cree que la reforma laboral no se trata de eliminar derechos, sino de actualizarlos. Los ejes que debe contemplar la nueva ley. Avala la negociación entre empresas y sindicatos. Las críticas al sistema judicial.
Por Liliana Franco*
Una de las reformas que impulsará el Gobierno para las sesiones extraordinarias es la laboral. Si bien aún no se conoce el texto definitivo existe consenso en diversos sectores acerca de la necesidad de modernizar las relaciones en el mundo del trabajo.
Oscar Silvero, presidente de la Federación Argentina de Empleo (FAE) y abogado laboralista, considera que la iniciativa debe facilitar la inserción laboral de los sectores más vulnerables, generar previsibilidad tanto para trabajadores como para empleadores y establecer un sistema público-privado de capacitación continua.
Los obstáculos que representa la “industria del juicio” también han terminado afectando la contratación de empleo temporario. “Cuando un empleador no puede calcular razonablemente cuánto le puede costar un juicio laboral, directamente deja de contratar”, señala Silvero.
Los desafíos que significa la inteligencia artificial, las carreras u oficios que serán más demandados, las nuevas habilidades requeridas a los trabajadores, qué pasará el año que viene con el empleo, son solo algunos de los temas abordados en el diálogo mantenido con Ámbito.
Reforma laboral
– El Gobierno impulsará un proyecto de reforma laboral para que pueda ser debatido en el Congreso lo antes posible. ¿Usted está al tanto del proyecto de ley oficial?
– Sí, estamos siguiendo el tema de cerca tanto por los medios como por los ámbitos técnicos donde se debate y hemos hecho nuestros aportes. Entiendo que el Gobierno está trabajando en una propuesta integral, aunque todavía no hay un texto oficial presentado al Congreso. Como bien señaló el jefe de Gabinete, lo prudente es esperar la versión definitiva antes de opinar sobre artículos o versiones parciales que circulan.
Lo que sí puedo adelantar es que cualquier reforma debería apuntar a tres ejes centrales: facilitar la inserción laboral de los sectores más vulnerables, actualizar las normativas a las realidades productivas actuales, y generar previsibilidad tanto para trabajadores como para empleadores. El debate parlamentario será clave para definir el equilibrio entre estos objetivos.
-A su juicio, ¿qué debería contener una reforma laboral?
– Más que hablar de “reforma”, prefiero el concepto de modernización permanente. Las relaciones laborales son dinámicas: cambian los usos, las tecnologías, los hábitos de trabajo. Pretender que una ley escrita hace décadas siga aplicando al detalle en 2025 es simplemente irreal.
Para mí hay cuatro prioridades urgentes. En primer lugar, generar verdadera empleabilidad, concentrándonos en los segmentos más castigados del mercado: jóvenes de 18 a 24 años que no logran insertarse, mayores de 40 que quedan fuera del sistema, y colectivos vulnerables que necesitan oportunidades concretas.
Segundo, implementar un sistema público-privado de capacitación continua. No alcanza con la formación inicial; necesitamos entrenar y reentrenar constantemente en habilidades que el mercado realmente demanda: tecnología, oficios modernos, competencias digitales.
Como tercer punto, normativas alineadas con la realidad actual, no con un modelo laboral que dejó de existir. Y por último, reconocer y potenciar el rol de las agencias privadas de empleo en un ecosistema productivo moderno.
Negociaciones
– ¿Está a favor de la negociación por empresa?
– Estoy plenamente a favor. La experiencia demuestra que cuando la negociación se da directamente entre la representación sindical y la empresa, los resultados suelen ser mejores porque reflejan la realidad concreta de cada actividad económica. Las negociaciones por rama o actividad, muchas veces, terminan mezclando realidades completamente distintas: una pyme de 20 empleados no tiene la misma capacidad de pago que una multinacional de 2.000 trabajadores, aunque ambas estén en el mismo rubro. La negociación empresa por empresa permite ajustar condiciones a la realidad productiva sin resignar derechos fundamentales.
– ¿Cuál es su posición respecto de ampliar el pagar una parte del salario en “ticket canasta o restaurant” u otros beneficios?
– Todo beneficio que mejore el ingreso real del trabajador y respete su naturaleza legal de prestación social me parece positivo. No hay que demonizar herramientas que pueden incrementar el poder adquisitivo de los trabajadores.
La clave está en mantener el marco claro: estos son beneficios sociales complementarios, no mecanismos para encubrir remuneraciones. Mientras se respete esa distinción y se garanticen los derechos del trabajador, son instrumentos válidos que muchos países utilizan con éxito.
-¿Qué cosas han quedado obsoletas de las actuales leyes laborales?
– Hay mucho para revisar en detalle. La esencia protectoria del derecho laboral es importante y debe mantenerse, pero varios mecanismos fueron diseñados para un mercado que ya no existe: trabajo 100% presencial, empleo vitalicio, jornadas rígidas de lunes a viernes, poca o nula movilidad interna. Hoy el mundo del trabajo es híbrido, flexible y digital. Tenemos teletrabajo, trabajo por proyectos, modalidades mixtas, economía de plataformas. La normativa debe acompañar esta transición sin desproteger al trabajador. No se trata de eliminar derechos, sino de actualizarlos para que sigan siendo efectivos en este nuevo contexto.
Informalidad
-Hoy son más los trabajadores informales que los formales. ¿Cómo se explica esta realidad? A su juicio, ¿cuál es la mayor causa de tanta informalidad?
– La informalidad es un problema multicausal que no tiene una sola explicación. Entre los factores más relevantes identifico varios: el diseño de ciertos planes sociales que, paradójicamente, desincentivan la formalización, el temor a la litigiosidad laboral, el costo laboral real, la presión sindical en determinadas ramas y, por supuesto, una economía informal consolidada desde hace décadas.
Demandas judiciales
– ¿Qué opinión le merecen los juzgados laborales que muchas veces terminan con sus fallos quebrando a pequeñas empresas?
– Existe una desconexión preocupante entre parte del sistema judicial laboral y la realidad productiva argentina. La imprevisibilidad de ciertos fallos convierte un conflicto puntual en un riesgo existencial para pymes que ya operan al límite. Defender derechos de los trabajadores es fundamental, pero no puede implicar la destrucción de fuentes de empleo. Cuando un empleador no puede calcular razonablemente cuánto le puede costar un juicio laboral, directamente deja de contratar.
– ¿Cómo evalúa la situación de las licencias por enfermedad, está funcionando bien el sistema de ART?
– Las licencias por enfermedad representan un desafío económico importante. Un trabajador tiene derecho a hasta 3 meses con goce de sueldo por enfermedad inculpable, 6 meses si tiene más de 5 años de antigüedad, y estos plazos se duplican con cargas de familia. El sistema de ART está tensionado y necesita una revisión integral.
Empleo
-¿Cómo está la situación del empleo en general?
– El empleo formal está estable, con tendencia a la baja. Existe un desempleo estructural disfrazado de changas o ingresos insuficientes. Sectores más castigados: construcción, industria manufacturera, transporte y logística, comercio, y empleo público.
– ¿Cuál es la mejor herramienta para que el despido no sea un freno para contratar?
– Criterios judiciales uniformes y predecibles, especialmente en intereses. La Corte Suprema debe fijar una directriz. El despido debe ser un riesgo previsible. Un modelo posible: fondo de cese similar al de UOCRA.
Importaciones
– ¿Hoy es más barato importar que producir?
– A corto plazo sí, pero a largo plazo destruye la industria nacional y el empleo local. Se necesita equilibrio entre apertura y protección inteligente.
– ¿Cómo califica el desempleo este año?
– Año complicado, con factores internos y externos que agravaron la situación.
– ¿Cuántos puestos de trabajo se han perdido?
– Según INDEC, se perdieron decenas de miles de puestos formales.
– ¿Cómo ve el desempleo para 2026?
– Similar a 2025, con posible recuperación moderada si la economía se estabiliza.
Juicios laborales
– ¿Las contrataciones temporales aumentaron por miedo a juicios?
– No. El miedo genera menos contratación, no más contratación temporal.
– ¿El sector registra demandas judiciales?
–Sí. Muchas empresas dejaron de operar por la litigiosidad. Sería clave ratificar el Convenio 181 de la OIT.
– ¿Cuáles son las razones habituales de contratación temporaria?
– Cuatro causales: picos ocasionales, necesidades extraordinarias, ausencias y eventos imprevistos. Todas definiciones de hace más de 40 años que deben actualizarse.
– ¿Cuánto personal se ocupa por empleo temporario?
– 50.000 puestos mensuales a junio de 2025. Pre pandemia: 35.000. Picos históricos: 120.000.
– ¿La demanda es estable?
– Estable pero con tendencia a la baja.
– ¿La inteligencia artificial eliminará muchos puestos de trabajo?
– Sí, pero también creará nuevas oportunidades. La clave: capacitación, entender la IA y usarla como herramienta.
– ¿Cómo se adaptará el mundo laboral?
– La IA reemplaza tareas, no personas completas. Habrá que reconvertir trabajadores.
Demanda laboral
– ¿Qué carreras tienen mayor demanda?
– Datos, tecnología, programación, automatización, y oficios técnicos modernizados.
– ¿Cuáles tienen menos demanda?
– Tareas rutinarias y fácilmente automatizables.
– ¿Qué le recomendaría a un joven?
– Capacitarse, armar redes, usar IA, y no frustrarse.
*Periodista y docente. Acreditada en el Ministerio de Economía y la Casa de Gobierno. Realizó estudios de economía y periodismo en Alemania y dictó materias sobre macroeconomía en un posgrado de InWEnt, que depende de organismos estatales. Libros: “Los secretos de la Casa Rosada” y “Los secretos de los ministros de Economía”. Fuente Ambito https://www.ambito.com/
www.prensared.org.ar

