Renovarse o envejecer: desafíos del movimiento de derechos humanos a 48 años del golpe

El autor señala el complejo escenario que afronta el movimiento de derechos humanos en Córdoba y el país. El pacto que nació con la democracia y que continuó con la aplicación de políticas de estado de memoria, verdad y justicia, está siendo cuestionado por sectores negacionistas y el gobierno nacional. Pero, aun cuando el escenario se presenta como una tormenta perfecta, sostiene, que la lucha y la disputa por el sentido que es política  continúa como una sierra sin fin.

Por Adrián Camerano*

Afuera la tormenta es perfecta. Un Gobierno nacional con ribetes negacionistas y espasmos apologéticos del terrorismo estatal; una sociedad estresada y pauperizada a la que le cuesta conectar los derechos humanos con su devenir de pobreza cotidiana; una agenda pública plagada de operaciones de prensa demonizadoras de todo lo que trasunte derechos; y un momento histórico de los organismos en el que la biología empuja a un recambio generacional, la coyuntura obliga a ensayar nuevos discursos y lenguajes.

Es complejo el escenario que afronta el movimiento de derechos humanos, pero, como escribe Tusquets, «también esto pasará». Cómo atravesarlo y cuál será el saldo es la cuestión.

Crédito Fernando Bordón
Veneno en la piel

El bombardeo mediático contrario a las principales referentes de los derechos humanos en Argentina no empezó ayer, lleva un par de décadas e inocula odio por goteo hasta formar una capa de veneno en amplios sectores de la sociedad. A esa disputa por el sentido común la vienen ganando, hay que decirlo, quienes directamente se reconocen herederos de los genocidas ―algunos lo son en sentido estricto― y una masa de autopercibidos bienpensantes que adscribe a la teoría de los dos demonios, introducida por el alfonsinismo en los primeros 80.

Aunque, desde aquella primavera, mucha agua corrió bajo el puente y son innegables los avances en materia de Memoria, Verdad y Justicia. A cuatro décadas, gobiernan un muchacho que se refiere a «30 mil muertos de verdad» y una hija dilecta de la casta militar. Que lo hecho fue insuficiente o algo se hizo mal, no queda duda.

Mi generación

En este contexto, símil película de terror guionada por una gestión anti-Estado que abrió sus puertas a exmilitares en cargos claves, el contrapeso que opone el campo popular guarda un rol destacado para los organismos de derechos humanos. Allí conviven al menos tres generaciones: la de sobrevivientes, que la biología va diezmando; la de sus hijxs, que comenzaron a militar en los 90, en su momento marcaron época y, como León Gieco, exhibe caballos cansados; y la de lxs nietxs, que toman las banderas más por vocación de lucha y tradición familiar que por contagio generacional.

El clima de época obliga a un recambio también de estéticas y lenguajes, y urge pensar cómo hablarle a una sociedad harta de todo y, medios mediante, especialmente refractaria a todo lo social y comunitario; cómo interpelar a las juventudes; dónde anclar un relato que ponga en valor Memoria, Verdad y Justicia; Tierra, Techo y Trabajo; la lucha revolucionaria de los 70, los derechos que nos faltan, la pregunta que persiste: « ¿Dónde están?».

Y no sólo en la calle, porque sobre todo de la pandemia a esta parte y en tiempos de redes asociadas a la posverdad, la batalla es no sólo territorial, sino virtual y digital. En resumen y parafraseando a Simón Rodríguez: o trasvasamos y cambiamos el chip discursivo, o estamos perdidos.

Córdoba va y viene
Crédito: Fernando Bordón

En la capital provincial, será el primer 24 de marzo sin la enorme Sonia Torres encabezando la marcha. También, al igual que en otras grandes ciudades del país, la más masiva en muchos años; el desguace del Estado y los ajustes de toda laya forzaron la necesidad de ganar en contundencia. Se impone la lectura de que esta pelea se da en la calle antes que en ningún otro lado y es ahí donde el movimiento de derechos humanos tiene un rol central, irreemplazable en este nuevo aniversario del golpe de Estado.

A metros nomás de la bandera memorial de los desaparecidos que la convocante Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos inauguró el año pasado, se encuentran los tribunales donde se sustancia el 14° juicio de lesa humanidad en Córdoba. No es un proceso más, es el primero aquí en la era de los hermanos Milei y Victoria Villarruel, y se nota: el tribunal encabezado por Julián Falcucci ―el mismo que absolvió al exjuez de la dictadura Otero Álvarez― cambió las audiencias a una sala mínima, denegó que el medio comunitario La Retaguardia tomara su propia señal para transmitir en vivo, a la vez que pauta jornadas de testimoniales de hasta ocho testigos, cosa de liquidar el proceso en tiempo récord. Entre otros delitos de lesa humanidad, se juzga la apropiación de una bebé por parte del terrorismo estatal.

El proceso oral y con el público fuera de la sala llega a más de 45 años de los hechos y con varios de los responsables fallecidos. Por si esto fuera poco, el tribunal le hizo lugar a un pedido de la defensora oficial para que la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación deje de ser querellante en el juicio, algo que, de ser ratificado por el área a cargo del exjuez Baños, podría extenderse a otros procesos similares en el país.

En simultáneo, el proceso a Otero Álvarez, que se iniciaba el 6 de marzo, fue pospuesto sin fecha cierta, pero con pobreza argumentativa. Y, a la vez, son varias e importantes las causas de lesa humanidad con muchos años de instrucción que siempre están a punto de ser elevadas a juicio, pero el momento nunca llega y probablemente 2024 no sea la excepción. La impunidad no es biológica, sino judicial. A la casta se la ve más empoderada que con miedo.

Es una lucha

La historia demuestra que, en materia de derechos humanos, no hay temas del todo saldados ni batallas ganadas para siempre. La disputa por el sentido es política y continua como una sierra sin fin. Y aunque el escenario actual es de tormenta perfecta, hay anticuerpos: enorme sala casi llena en el inicio del juicio por la apropiación de la nieta 107 y otros delitos de lesa humanidad; el relanzamiento de la campaña Plantamos Memoria en distintos puntos de la geografía provincial; la cada vez más nutrida y variopinta grilla de actividades en el Mes de la Memoria por todo el territorio; la visibilidad de sitios y espacios de memoria de nuevo cuño, gestionados por organizaciones políticas y sociales; y hasta la contracultural decisión de la comuna La Serranita tendiente a crear un área de Derechos Humanos son síntomas de una lectura clara: en este contexto, buena parte del cuerpo social hace carne lo que nos enseñaron las Madres: son 30 mil, ni un paso atrás.

*Periodista. Ha dirigido diarios y editado páginas webs. Docente en nivel medio y superior. Ex Secretario de DD.HH. de la provincia de Tierra del Fuego (2007 y 2009). Coordinador de Memoria y Derechos Humanos en el Refugio Libertad. Fuente La Tinta, cooperativa de trabajo. Bajo licencia cretive commons https://latinta.com.ar/  Imagen principal Ezequiel Luque.

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