Claudio Orosz declaró como testigo convocado por la abogada Adriana Gentile en representación de la familia de Gustavo Daniel Torres (16) dirigente estudiantil del Centro de Estudiantes del colegio Manuel Belgrano y militante de la Juventud Guevarista (JG). También lo hizo por Claudio Román (16)en nombre de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Ambos detenidos desaparecidos.
Por Katy García*
No es común que un abogado querellante sea testigo de la causa en la que participa. Pero en este caso además de ser coetáneo de las víctimas las conoció y compartió escuela y militancia. El abogado Claudio Orosz testimonió este miércoles como exmiembro del Centro de Estudiantes y del Grupo de Base de la Juventud Guevarista.
“La declaración de Orosz confirmó que Gustavo Torres era un militante activo que seguramente estaba en la lista de Rigatuso. Le dio fuerza al testimonio de la madre cuando fue llamada por la dirección del colegio para decirle que era “un revoltoso” y aportó datos sobre su tarea militante que era espiada”, sostuvo, Adriana Gentile, abogada de la familia Torres. También surgió del testimonio la existencia de un video donde constan las declaraciones de la madre de Orosz, y del escribano Ávila, que serán incorporadas a la causa.
El abogado inició el testimonio contando su historia familiar y militante que se desarrolló en un contexto “altamente participativo y politizado”. Fue uno de los ingresantes al plan piloto de estudio creado por la Universidad Nacional de Córdoba en 1970 y aplicado por primera vez en el Colegio Nacional Universitario Manuel Belgrano. Su promoción ingresó a los 10 años a la secundaria y se entremezcló con el resto que lo hizo a los doce tras terminar séptimo grado.
Contó que los días posteriores al 22 de agosto de 1972, cuando se realizaron los fusilamientos de militantes de diferentes organizaciones en Trelew, fueron clave hacia el interior del colectivo estudiantil que avanzó hacia la creación de un Centro de Estudiantes (CE) como un organismo político gremial. Además de la elección de dos delegados por curso las acciones no solo serían sociales y deportivas como un club.
Aquél día se realizó una asamblea. “En mi curso queríamos bajar pero no nos dejaban así que lo tomamos con mis hermanos Fidel Guerrieri, Ernesto Garay (Chino) y Ramón Oviedo que propuso votar y así se hizo. Ese fue nuestro primer contacto con la política”, explicó. “Éramos muy chiquitos, muy mimados, éramos solo cuatro secciones” y es en la promoción siguiente que ingresan Gustavo Torres y Claudio Román.
Agregó que en 1973 se realizaron las primeras elecciones estudiantiles y que las ganó la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Tanto él como Gustavo Torres eran delegados de curso y participaron en las elecciones con la lista Marrón que llevaba como candidato principal a Fidel Guerrieri. Si bien ganó la lista Celeste y Blanca de la UES destacó que a diferencia de lo que pasa ahora trabajaban juntos y los se reunían a debatir todos los sábados.
Luego analizó que hasta la muerte de Perón cuando el ministro de Educación era Jorge Taiana (p) estaban permitidos los Centros y que al asumir Isabel se intenta prohibir la actividad y “ahí fuimos reticentes y resistentes” realizando todo tipo las actividades. Recordó que “El presidente del centro era Guillermo Tato Ensabella a quien Manzanelli buscó y no pudo apresar”.
Le comentó al Tribunal que venía de la izquierda y militaba en Política Obrera. Su madre era historiadora y su padre un judío rumano que llegó al país huyendo del nazismo. Se casaron, nació él y al poco tiempo se divorciaron. Luego se casó con su “segunda mamá” Nélida Beatriz Torres, hija de José Modesto Torres, integrante del TSJ. Fue este hombre el que recibió el mensaje del interventor Raúl Bercovich Rodríguez que debía ser sacado del país.
Los revoltosos
Para el testigo, la gestión de “Rigatuso aprovechó para espiarnos durante un año” y lo graficó con un ejemplo. Un día él o su compañero dejaron abierto el casillero que compartían. Fue llamado por el director para decirle: “qué linda lectura que tiene Orosz” mientras le mostraba el libro de León Trotsky titulado “En defensa del marxismo”. Y él le respondió “no sabía que estaba prohibido leer”.
“Me quedó la cruz en la cabeza”, expresó y reafirmó que “todo el año ’74 lo ocuparon para investigar quiénes éramos y donde militábamos” cuestión que relacionó con la declaración de la mamá de Gustavo Torres cuando contó que en marzo de 1975 fue citada por la dirección para decirle que su hijo “era un revoltoso”. En rigor, también fueron citados los padres de Román, Guerrieri, Catalina Roca, y los suyos, entre otrxs, para “advertirles que éramos revoltosos y que debíamos reorientar nuestras vidas o él (Rigatuso) se iba a ver obligado a pasar nuestra lista al Tercer Cuerpo de Ejército”. Este tema aparece claramente en un vídeo grabado por El Cuarto Patio cuando Rigatuso querelló a Sonia Torres y destaca “el testimonio de mi mamá a quien no solo le dijo que éramos revoltosos sino que nos reuníamos en Rondeau 650 donde funcionaba el local de Política Obrera” y donde habla el escribano Ávila que habla de la existencia de la lista. Esta prueba será incorporada a la causa.
En 1975, con su amigo Fidel decidieron militar en el “Grupo de Base Che Guevara” que pasó a ser la Juventud Guevarista donde militaba Gustavo Torres. Porque “el espíritu de época era que había que luchar por el poder, no hablar del poder, creo que esa era la característica de nuestra generación”, afirmó. Dijo que eran unos 100 y que la UES los quintuplicaba.
Un hecho increíble
Tras las entrevistas con los padres, se preparaban para enfrentar la lucha. “Pero, sucedió un hecho increíble. Rigatuso, a través de los celadores nos ordenaba que no se podían juntar más de tres personas, que no podíamos saludar con un beso a las compañeras, y lo peor de lo peor, nos prohibió que en las horas libres bajemos a la cantina donde funcionaba el CE y teníamos una mesa de ping pong”. Además, dijo, que en ese lugar estaban el chico y la chica “más lindos del colegio” y que en una reunión de cuadros supo que eran los dirigentes máximos de la Juventud Guevarista.
Estas medidas generaron una firme reacción en los estudiantes. El 14 de abril hicieron una asamblea general en contra de las patotas a partir de que Sonia Balinotti una compañera de curso encontró a una chica “supuestamente desmayada en el gimnasio de la escuela”. Era la hija de un íntimo amigo de Rigatuso. Pero el director se adelantó y acusó a varias personas adultas y entre ellos a Ingrid y él y les armaron una causa penal que recaló en la fiscalía a cargo de José Vicente Muscará “quien para sacarse de encima la causa nos aplicó la Ley 20840” y pasó a la justicia federal donde fueron sobreseídos. Después de tres semanas de lucha fueron reincorporados. Pero los periódicos Los Principios el diario de la Iglesia Católica, y el Diario Córdoba de la derecha peronista, publicaron sus nombres pese a que eran menores de edad. De modo que quedaron muy expuestos. Ese mismo día personas extrañas fueron a su casa y se fue a vivir a la casa de Gustavo Roca. Por seguridad y para evitar que los secuestraran los llevaban a la escuela en un Fiat 600 a Gustavo Torres, Ingrid Goodbar, Laura levín y él. “De modo que el contacto que tengo con Gustavo es estrecho”, sostuvo.
En otro tramo del reclamo afirmó que la JG no manejaba armas. “No sé qué hizo Gustavo pero me ordenaron que debía sancionarlo por inconducta. La pena era leer de memoria una editorial de El Combatiente, no fumar por una semana, y el dinero ahorrado debía ir para la organización”, dijo el testigo, que dejó en claro que fue cumplida.
Queremos la bandera
El Día de la Bandera, el inefable Rigatuso, convocó a Canal 10 y a Radio Universidad al acto para demostrar que los únicos que seguían luchando eran ellos y los estudiantes de Ciencias de la Información y quería demostrarle al rector Menso que tenía todo controlado. Como es tradicional, durante la fecha patria se realizaba el cambio de abanderados y escoltas “casualmente los promedios más altos los tenían tres miembros del CE” y Mabel Liberal sería la abanderada. Pero las autoridades deciden no entregarles la bandera. El cuerpo de delegados se reunió y decidió realizar una gran asamblea en el patio con la consigna “Queremos la bandera/Queremos la bandera”.
Decidieron que junto a Ingrid Goodbar bajaran al lado de los celadores. Desde el segundo piso, observó que venía Rigatuso con su corte de fascistas el Chino Segovia, Zanón y Pautasso, ve que tenía una lista donde figuraba su nombre en primer lugar. Entonces le pregunta por qué estoy en la lista si viene con su celador.
-Andá decile a esos boludos que se vayan o voy a llamar a la policía- le dice, Rigatuso
-Claro, si el único facho hijo de puta que va a llamar a la policía sos vos- le responde.
Por esa respuesta, fueron echados los 25. Destacó que la participación de los padres fue fundamental y tras arduas negociaciones fue reincorporado pero con casi 25 amonestaciones. “En este acto, se terminó de confeccionar la lista”, sostuvo.
La última vez que tuvo contacto con Gustavo fue en noviembre de 1975 durante el funeral de Agustín Tosco en Redes Cordobesas. Ese día, recordó, que repartían banderitas que decían PRT –ERP y decidieron que iban a pintar toda la ciudad con la frase Las Tres A son las Fuerzas Armadas y cuando Pablo Alejandro Ferreyra estaba escribiendo esa consigna en el Cementerio, lo detienen. Y esa misma tarde allanaron la casa de Gustavo Torres.
A fines de 1975, le dieron un certificado que consignaba que no era más alumno del colegio. En ese momento, asume como interventor de la provincia Bercovich Rodríguez quien le dijo a su padre Alejandro y a José Modesto Torres que debía irse del país porque estaba en una lista y lo iban matar. Buscó y no encontró lugar. Le planteó a la organización y le dijeron que se vaya al monte. Opción que consideró inviable. El 25 de diciembre de 1975 partió rumbo a Amsterdam, Holanda, y luego recaló en Israel donde estudió y realizó actividades con los exiliados.
Cuando regresó se contactó con Claudio Torres hermano de Gustavo quien le contó cómo había sido el secuestro de su hermano. Este hecho lo relacionó luego con la declaración que realizó el hijo del represor Quijano quien acompañó a un grupo de tareas de La Perla que realizaba un operativo en una casa de departamentos en la esquina de Cañada y Bulevar San Juan. Tal relato coincidía con el de Claudio.
El destino final de Román
La abogada Lillan Luque le preguntó si pudo averiguar cuál fue el destino final de Claudio Román. Así lo explicó: “Sí, me enteré en el exilio que había sido secuestrado; Sí, me enteré en el exilio que pese a haber sido secuestrado había aparecido como muerto en un enfrentamiento; Sí, me enteré, ya en el país, que en el Juicio a las Juntas, llamativamente el fiscal Strassera – que venía actuando desde antes (1976-1983) y que había rechazado varios habeas corpus – no acusó a Videla porque compró el comunicado del Tercer Cuerpo del Ejército que decía que Claudio Román, huyendo de una acción militar donde había muerto el Cabo Bulacio del Batallón de Comunicaciones 141, murió en un “enfrentamiento”.
En este sentido afirmó que de acuerdo a un trabajo realizado por el Equipo de investigación y legales de Familiares e Hijos se interpretó que “Menéndez compró que a esa acción la hizo Montoneros y decidió aplicar el apotegma 5X1. Sacó a tres presos de la UP1 y dejó a uno de los hermanos vivo para que fuera y contara. Y retiró a dos de La Perla: Román y Rodríguez”.
Para el letrado está demostrado que Román estuvo en La Perla porque así lo declararon los testigos durante la megacausa La Perla.
Durante la jornada declararon además: Daniel Álvarez (h17), Dardo Acosta y Mario Acosta (h18) y Mercedes Inés Ramonda (h25). Desde la semana próxima se realizarán audiencias los martes y miércoles desde las 10 en adelante.
*Agencia Prensared. www.prensared.org.ar| Fotografía Archivo Prensared ( Aparecen: el fiscal Maximiliano Hairabedián y los querellantes Luque y Orosz). Ver testimonios completos en el canal de YouTube Tribunal Oral Criminal Federal N°1 Causa Diedrich-Herrera