A 47 años del asesinato del sacerdote Carlos Mujica desde Casa Angelelli recuerdan sus enseñanzas y denuncian la grave situación alimentaria de niños y niñas que no reciben el Programa de Asistencia Integral de Córdoba (PAICor) justamente “cuando la pandemia castiga con mayor impiedad a los más pobres”.
Por Redacción*
“Señor perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece. Señor perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.”
Esta oración del padre Carlos Mugica, al cumplirse 47 años de su martirio, golpea nuestros oídos y debiera movilizar nuestras voces como argentinos y especialmente como cordobeses, por la grave situación que están obligados a padecer los niños y niñas que en las escuelas carecen del PAICor, precisamente cuando la pandemia castiga con mayor impiedad a los más pobres.
Desde la Casa Mons. Angelelli nos hacemos eco del reclamo de comida para las niñas y niños de los barrios de nuestra ciudad y de pueblos del interior, que carecen de la imprescindible alimentación provista por el PAICor, reemplazada por un escaso e insuficiente módulo mensual, donde predominan fideos, sin carne ni frutas necesarias para una más adecuada alimentación.
En las escuelas tampoco pueden satisfacer la demanda del desayuno y la merienda por las restricciones necesarias impuestas por la pandemia en el uso de la cocina y el comedor. Muchas niñas y niños concurren a las escuelas sin desayunar o no son admitidos a las clases si no comen en sus casas.
Todo ello acrecienta el cuadro de hambre y desnutrición en la niñez cordobesa, como lo testimonian quienes conviven diariamente con estos padecimientos, y no pueden hacer conocer la penosa realidad en los colegios para no sufrir reprimendas.
La agravada situación de las niñas y niños cordobeses exige un esfuerzo más amplio del Estado para frenar el deterioro en el crecimiento y desarrollo de la niñez, así como las amenazas a la salud, que viene produciendo la pandemia a quienes ya son castigados con mayor pobreza día a día. No pareciera que se carece de recursos, en la medida que vemos sobreabundar la publicidad oficial en distintos medios locales y nacionales.
Un criterio de mayor justicia social contribuiría a cuidar el presente, pero también el futuro de nuestra sociedad, que hoy crece con muchas dificultades en las escuelas de los barrios de nuestra ciudad y en los pueblos del interior.
La memoria del padre Mugica, y la de nuestros mártires riojanos nos interpela a no apañar con el silencio lo que aún estamos a tiempo de modificar, si comprometemos los distintos esfuerzos para la dignidad y la justicia especialmente de nuestra niñez empobrecida.
* Tiempo Latinoamericano, Córdoba| Foto: Ministerio de Cultura de la Nación.
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