Una multitud colmó la plaza de Mayo y sus adyacencias para ser testigo de un momento histórico, único e irrepetible con la asunción de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Fue un día de emociones fuertes porque el pueblo volvió a salir a la calle con la convicción de que lo mejor está por venir. Testimonios de una jornada inolvidable.
Por Myriam Mohaded y Katy García (*)
El clásico día peronista de sol abrazador, fue mucho más que eso. La fiesta comenzó muy temprano. Una marea humana colmó la plaza hora tras hora. Mientras, entre el Congreso y la Plaza de Mayo, el tráfico era incesante. Sólo las vallas que estaban previstas para el paso de Alberto Fernández nos sorprendió a todos y todas cuando, fuera de protocolo y a vuelo rasante, iba manejando su auto rumbo al Congreso, y saludó a la multitud. La alegría colmaba la Plaza de Mayo. Una cabina móvil de AM750 transmitía en vivo con Víctor Hugo Morales y su equipo. Periodistas y fotografxs de otros medios trabajaban a destajo.
Desde temprano, empezaron a llegar organizaciones sociales y el movimiento obrero organizado con sus banderas, bombos y platillos. Familias enteras con niños y niñas en brazos y cochecitos. Mientras, el olor a choripán, hamburguesas y bondiola de cerdo que se iban cocinando a fuego lento despertaban el apetito de más de uno.
Los cuarenta grados eran agobiantes. El calor invitaba a mojarse las patas en la histórica fuente de la Plaza -como cuando las clases trabajadoras del conurbado llegaban a la Capital- y jugar con el agua como si fuera carnaval. El tráfico de vendedores era incesante. Muchos preferían tomar agua o la clásica latita de birra.
La sombra de los árboles que lucía libre de vallas, era codiciada y cobijó a muchos de los miles que asistieron y resistieron de manera estoica hasta la noche en la espera de los discursos de Cristina y Alberto.
Desde el mediodía, por las pantallas gigantes que se ubicaron en el escenario se siguió el desarrollo del acto de asunción y la jura de las autoridades. Los aplausos se replicaban en la plaza ante cada tema y política pública anunciada.
Luego del discurso en el Congreso, Alberto Fernández salió y su auto era casi aupado por la multitud, ya que el protocolo previsto había sido roto hace rato. Un grupo de custodios si apenas podía empujarlo y contener la avalancha de quienes se acercaban a expresar su afecto.
Los diferentes grupos de música amenizaron la jornada hasta entrada la tarde. Un vaivén de columnas iban y venían. El público se renovaba y la música le ponía ritmo a quienes pugnaban por un lugar lo más cercano posible al escenario.
Con sus banderas, pañuelos, tatuajes, la marea juvenil copó la parada. Los clásicos cánticos como: “somos de la gloriosa, Juventud Peronista /Somos los herederos de Perón y de Evita/ a pesar de las bombas, de los fusilamientos/los compañeros muertos, los desaparecidos/ no nos han vencido”, o bien el “Patria sí, Colonia no”; y tantas otras que arrancaban en un lugar lejano para luego expandirse hasta erizar la piel. También así, como en un deja vú había quienes se habían quedado con los cánticos previos a las elecciones.
Alegría en el grito, en el canto compartido con cualquier compañero o compañera. No era necesario conocerse. La hermandad se daba al instante. Había tonadas de diferentes provincias. Pero, y aunque suene un tanto increíble, también fueron numerosos los cordobeses y cordobesas que tomaron su bandera y se unieron para ser parte de la mayoría. Gesto excéntrico para la isla amarilla.
En la calle Defensa sonó fuerte el apoyo al canal de televisión C5N que junto a otros medios informó sobre lo que pasaba durante estos “cuatro años nefastos”. Apenas el cronista de calle Lautaro Maislin pasó por el lugar y la multitud reconoció y fue ovacionado por su trabajo. Las palabras más repetidas que se escuchaban fueron “desastre”, “esperanza”, “trabajo para todes”, “justicia”.
El plato fuerte
Caía la tarde y la expectativa iba in crescendo. La primera en hablar frente a la multitud fue Cristina Fernández. La ex mandataria afirmó que los cuatro años de gestión macrista “han sido muy duros” en cuestiones tan sensibles como el trabajo, los salarios, la pobreza y “el hambre que tanto preocupa a nuestro Presidente y que debería desvelar a todos los argentinos bien nacidos”. También se refirió a la fuerte persecución “a quienes se nos buscó hacernos desaparecer literalmente, a través de la humillación y de la persecución. Sin embargo, y pese a todo, estamos aquí”.
La vicepresidenta analizó que el regreso del peronismo se logró “porque hemos unido voluntades. No sólo la individual de un dirigente, sino la voluntad de millones que creen que es posible vivir en un país diferente, en un país mejor”. Y le recordó a la dirigencia que “no todo termina y empieza en uno. Uno es más grande cuando es parte de un todo. Si no son sólo individualidades sueltas”. Agregó que, “los pueblos no son tontos. Conciben la lealtad con los dirigentes que sienten que los representa y los defiende. Esa voluntad, esa humildad y ese coraje tienen que tener un objetivo: el amor. Al que siempre nos ha movido. Por lo menos a nosotros en esta plaza. Mucho amor”, aseguró.
Luego, mirando directamente a Alberto Fernández, le dijo: “Confíe siempre en su pueblo. No se preocupe por las tapas de un diario. Preocúpese por llegar al corazón de los argentinos y ellos siempre van a estar con usted”. Finalmente, añadió: “Tenga fe en el pueblo y en la historia. La historia la terminan escribiendo, más tarde o más temprano, los pueblos. Sepa que este pueblo maravilloso nunca abandona a los que se juegan por él. Convóquelo cada vez que se sienta solo o que sienta que los necesita. Ellos siempre van a estar cuando los llamen por causas justas”, afirmó.
Alberto Fernández, visiblemente emocionado le habló a la Plaza. “Estamos unidos para poner a la Argentina de pie”, dijo y le pidió a esa multitud ayuda para construir “un sistema judicial que no nos avergüence, que deje de ser usado para perseguir a los opositores y que utiliza la prisión preventiva para amedrentarlos”. Fue cuando prometió que “en la Argentina que viene se terminaron los operadores judiciales, que se los prestan entre los jueces, y los linchamientos mediáticos que todos los días soportamos”.
También cuestionó “a la meritocracia del individualismo”, a la política del sálvese quien pueda, y llamó a “imponer la solidaridad” porque “somos un movimiento político que nació para ser solidario”. En ese sentido, afirmó que “los que cayeron en el pozo de la pobreza, los chicos que no pueden ir a una escuela, ellos serán los únicos privilegiados en la Argentina que hoy se inicia”.
La multitud aplaudió cada tramo del discurso que anunciaba las próximas medidas de gobierno. Y los cánticos no cesaban. El broche final fueron los fuegos artificiales. Cansados pero felices cada cual regresó a su casa esperanzado en este inicio de una nueva etapa democrática.
Apenas si terminaron los discursos, comenzó el operativo de limpieza de una ciudad que luce pulcra y bien vestida pero excluyente con cientos de familias en situación de calle para no dejar rastro de la fiesta popular. Algunos ómnibus de organizaciones emprendían su regreso.
Poner el cuerpo no es una metáfora. Poner el cuerpo se hace real cuando vemos a miles y miles ocupando el espacio público, la plaza del pueblo. Cuerpos que resistieron al neoliberalismo de Mauricio Macri y su “mejor equipo” de los últimos 50 años. Cuerpos que recuperan soberanía para seguir luchando. Codo a codo. Por un país que incluya a todes los habitantes.
Voces cordobesas
Marco (19): “Un desahogo enorme”
“Me movilizó ir a la asunción porque era un momento histórico y creí que estaba bueno poder abrazarse y sentir en carne propia las sensaciones de la gente. Mostrarle al mundo y a los medios el apoyo a un proyecto político. Es muy importante que se vea. Para mí significó un desahogo enorme, una alegría de sentirme allí presente. Una felicidad muy grande”.
Carolina (20): “Ser parte de la historia”
“Desde muy chica en casa se hablaba del movimiento peronista y eso me movilizó a estar. Tengo presente la figura de Néstor y la primera y segunda presidencia de Cristina porque me gustaban sus propuestas. En estos últimos cuatro años, la pasamos muy mal. Todas las medidas políticas del macrismo no ayudaron ni beneficiaron para nada al pueblo. La plaza fue impresionante. Nunca esperé vivir algo así, sentía miles de sensaciones. Había mucha pero mucha gente. Eso fue impactante porque fue como sacarse lo reprimido durante estos últimos cuatro años. La pasé increíble. Y significó un montón poder vivirlo porque es parte de la historia. Y eso, es algo muy importante”.
Guillermo (56): “Recuperar la Patria de Todxs”
“Lo que me movilizó a viajar es porque soy, por un lado, kirchnerista desde hace muchos años y luego evolucioné y me identifico con el peronismo. Creo que existe la posibilidad de que este gobierno realice una especie de refundación del país o bien de recuperar la patria para todos. Esta era una forma de expresar nuestro apoyo y conceder o delegarle a este gobierno el poder a través de la movilización popular. Lo viví como una fiesta inolvidable. No hay palabras para expresar la alegría de la gente que allí estaba. Era un día infernal y había mucha gente, pero era como estar en el paraíso. Fue una fiesta popular”.
Eugenia (49): “Por una Argentina federal, libre y soberana”
“Entre la ansiedad y la expectativa, después de una noche mal dormida, el colectivo nos dejó a una cuadra del Obelisco y empezamos a caminar hacia el Congreso. El viaje “comunitario” de 700 kilómetros potenció los sentimientos. El 10 de diciembre fue una jornada extensa, multitudinaria y extenuante en la que no se registro ningún ´suceso policial´.
“Cuando la libertad y la esperanza se respiran, la convivencia deja de ser una expresión vaciada de contenido para transformarse en una concreción grupal. Elijo creer que hacia allá vamos.
En su primer discurso, Alberto Fernández dijo que “los argentinos hemos aprendido que las debilidades y las insuficiencias de la democracia sólo se resuelven con más democracia.” , tal vez ese sea el desafío para quienes queremos una Argentina federal, libre y soberana, inserta en una Patria Grande que nos contenga en lo cultural y nos potencie en lo económico. Y seguir militando para que nuestra provincia mediterránea y conservadora, deje de darle la espalda a la ampliación de derechos sobre la que se fortalece la práctica democrática”.
Ivana (37): “Fue un grito de libertad”
“Para mí la Plaza fue un grito de desahogo y felicidad muy fuerte, muy emocionante. Fue distinta a otras plazas de fiestas populares del kirchnerismo. Había muchas caras contentas y muchos ojos acuosos que, me parece, sintetizan el dolor de estos cuatro años vividos, y la esperanza que representan Alberto y Cristina. Como cordobesa fue un grito de libertad después de tantos años en el que el sentido común cordobés muchas veces me llevó a tener que esconder mi identidad peronista.
Me siento muy contenta porque además del olor a chori volvieron las Madres y las Abuelas a los palcos. Y las banderas del movimiento obrero, y de los movimientos sociales, y esa es la garantía del Nunca Más que plantea Alberto, donde el pueblo va a estar en las calles apoyando un gobierno popular como se lo dijo Cristina, tal como Evita lo hizo con Perón”.
María Laura (41): “Lo político es colectivo”
Vine a la Plaza con mis padres, que han sido militantes, con mis hijos, con mi pareja, mi hermana y mi cuñado. Habitamos este espacio que es del pueblo, y que el último gobierno intentó resignificar reduciéndolo. Un espacio cargado de simbolismo y en permanente disputa de sentido, muy marcado por los gobiernos peronistas y los procesos democráticos.
Fuimos con la esperanza que nos da la vuelta de Cristina y la presencia de Alberto que dijo que había que “volver para ser mejores”. Por un gobierno que trabaje en la ampliación de derechos, que recupere la participación del Estado en la política y en todos los procesos. Porque lo político define lo cotidiano de los ciudadanos en todos los ámbitos. Queremos un país inclusivo, donde haya una distribución de la riqueza más justa, y que el acceso a los bienes culturales, de consumo, y educativos, también lo sean.
Fuimos por muchas cosas. Por la generación joven, la de mis hijos, para que vean con sus propios ojos un acontecimiento histórico. Y por mis padres, que sufrieron por nosotros el proceso de destrucción del macrismo. Vinimos a celebrar la vida democrática con personas a las que no necesitas explicarles porque estás ahí. He crecido en una familia donde lo personal es político y lo político es colectivo. Y salir a la calle y abrazarse con otro forma parte de ese proceso.
(*) Periodistas.
Fotografía: Prensa Senado, LN, Página 12 y Reuters