Lo dijo Marta Nélida Funes, sobreviviente de la dictadura cívico militar eclesiástica . Junto a otras chicas sacaban cartas de la UP1 y se las entregaban a las familias de presos políticos. También declararon testigos/as en el marco del juicio por la verdad; y la sustracción de una menor de 10 años.
Por Katy García*
Este jueves se realizó la segunda jornada de la etapa testimonial del juicio Adela María González y otros, que juzga a siete personas imputadas en diferentes hechos cometidos entre 1978 y 1979. Testimoniaron siete personas: Marta Nélida Funes, María del Carmen Acosta (hija de Funes); Rosa Zulema Ríos, Viviana Carina Molina, Jorge Alberto Furque, Luisa Cristina del Socorro Salica, ofrecida por la querella de Abuelas de Plaza de Mayo, y Laura del Valle Moreno, hermana de María de las Mercedes Moreno. Declararon acerca de las personas detenidas desaparecidas -como los primos Elías Humberto Ríos y Juan Carlos Bazán y el matrimonio Roberto Maldonado y Olga del Carmen Molina – en el marco del derecho de la víctima a conocer la verdad habida cuenta de que los responsables han fallecido. De las mujeres secuestradas, detenidas y torturadas –parejas de presos sociales-que sacaban correspondencia de los presos políticos a sus familias y traían las respuestas. Y sobre la sustracción de identidad de una beba.
![Facundo Trotta y la fiscala, orientaron a las y los testigos.](http://prensared.org.ar/wp-content/uploads/2024/03/Trotta-y-fiscala-1024x771.jpg)
“O decís quién te da las cartas o la cuelgo de la lengua a tu hija”
Marta Nélida Funes (76), es una de las mujeres víctimas de la dictadura cívico militar. La sobreviviente declaró que en aquella época “todos los activistas políticos o quienes tenían vínculos con activistas los trataban como extremistas”. Recordó que junto a dos compañeras –Lidia Peñaloza y María de las Mercedes Moreno-salían a pintar paredes con la consigna “Elecciones si, botas No”.
La víctima indicó que fue detenida porque junto a su pareja Rogelio Basualdo que se encontraba en la cárcel San Martín “sacábamos cartas de los presos políticos para las familias”. Un día él le dijo “Negra te van a ayudar con mercadería para los chicos, vos no podés trabajar y no estoy yo”. Fue así que empezó a llevar cartas a diferentes direcciones y traer respuestas a la cárcel. Le pagaban los boletos y le daban alimentos.
El 21 de septiembre de 1978, cuando llegó a la UP1, un guarda cárcel le ordenó: “dame los dos zapatos, y con una tenaza le sacó las tapas de los tacos. Yo tenía 10 cartas en cada uno para distintas personas”, explicó. Era un día de visita, estaba con los chicos de modo que dio el nombre de una vecina para que los llevara. Una vez detenida por el personal penitenciario en la calle la meten “en un Ford Falcon y le tapan la cara”, describió.
“Esa noche fue la fiesta de ellos”
La llevan a la D2 donde permaneció una hora y media. Después ingresó otra chica y “esa noche fue la fiesta de ellos, porque ahí nos preguntaron qué habíamos hecho, nos pegaron, nos violaron. Nos preguntaron de todo. Yo tengo la cara de ese hombre y Dios me ayudó porque cuando fui a declarar con la doctora Filoñuk, tuve la dicha de encontrar en la puerta al primero que me violó”, dijo entre lágrimas. “Alguna vez te voy a ver en silla de ruedas”, le había dicho. Y así pasó. Lo vio en la puerta del Tribunal. El violador era “un hombre alto, rubio, típico descendiente de extranjero” y lo llamaban “oficial Gontero”. Pero no era el único, aclara.
Las torturaban para que dijeran a quiénes les entregaban las cartas. “Ponían la radio fuerte. Me violaron a mí y salvo la señora Lidia Peñaloza, todas fuimos violadas y maltratadas. Todas estábamos ahí porque sacábamos cartas” sintetizó.
Durante tres noches, los represores le dijeron: “A esto lo vamos a solucionar rápido”. Apagaron la radio y le hicieron escuchar el llanto de niños. Tras cartón la conminaron: “O decís quién te da las cartas o la cuelgo de la lengua a tu hija”. Habían llevado a su hija María del Carmen Acosta, de 9 años, al D2 donde estuvo “una hora y la llevaron de vuelta”, recordó. Nélida estuvo 20 días ahí hasta que una tarde, personal del ejército la llevó a la cárcel de mujeres El Buen Pastor. “La chica Moreno me dijo que la pasaron por las armas”, que traducido significaba que la habían violado. En otro tramo detalló el estado en que se encontraba Marily Piotti y en ese sentido contó que “el comisario Esteban junto con una brigada nos sacaron a mí, a la chica Moreno, a Peñaloza, y a Piotti la llevaron para dejarla internada en un psiquiátrico de Barrio General Paz”.
Sobre esta experiencia dolorosa dijo: “Dos cosas me mortifican. Primero que me hayan abusado y segundo que me hayan amenazado con mi hija. Los golpes se curan, el alma se cura, porque Dios cura, pero, lo que hicieron con mi hija para lograr algo de mí es lo más bajo que hace un ser humano. Y a veces la veo y me siento culpable. Ahora está abajo, tiene el dengue y vino porque fue citada. Y tiene que venir a testificar esto, me duele mucho”, reflexionó en medio de un silencio espeso. Estuvo detenida tres meses y 15 días. Después, las mandaron a la casa pero tenían que reportarse en el Tercer Cuerpo de Ejército donde “íbamos todas con los chicos”, señaló.
En cuanto a María de las Mercedes Moreno declaró que llegó con un embarazo de siete meses al D2 y que después de la tortura tuvo pérdidas de sangre y que ella le facilitó una camiseta para que absorbiera. Ante la insistencia de ellas, el oficial Gontero la llevó a la maternidad provincial. En el Buen Pastor, volvió a verla y le contó que la nena estaba en la casa Cuna y que su hermana la visitaba. Después se enteró que se la habían robado y que buscó ayuda en Abuelas de Plaza de Mayo.
Con mis tres hermanos
Seguidamente declaró su hija, María del Carmen Acosta (55). “Cuando tenía 9 años a mi mamá la llevaron detenida. Estaba yo en mi casa, vivíamos en una villa y estaba con mis tres hermanos cuando cayó un auto y me llevaron para que vea a mi mamá. Me tuvieron en una piecita, me preguntaron cómo me llamaba y me dieron un caramelo”, recordó. Los que la fueron a buscar eran unos hombres vestidos de policías. “Me metieron en una pieza y no vi nada. Tenía que esperar ahí, una media hora, y después me llevaron a mi casa”. A la semana, recién la pudo ver en el D2.
Salió y nunca más volvió
Rosa Zulema Ríos (85), es hermana de Elías Humberto Ríos, desaparecido el 8 de agosto de 1979. Dos meses atrás, lo habían echado de la Fábrica Militar de Aviones porque “se retobó con un brigadier y lo mandó … ya sabe dónde. Él no simpatizaba con el accionar de los militares”, afirmó. “Supe por una referencia, ni siquiera de mi madre porque se cerró y no quería hablar, sino por una pariente que se encontraba de casualidad en la casa”. Le contó que su hermano había regresado de trabajar por la tarde y que les había dicho “preparen un té; salió y nunca más volvió”.
Una tía le comentó que su madre había recibido una llamada telefónica y que de inmediato se fue a la casa de Mercedes, la madre de Juan Carlos Bazán, desaparecido ese mismo día. Trabajaba en el Banco de Córdoba. Ambos eran primos.
Durante años se encargó de hacer gestiones ante el poder judicial. “Una vez me recibió el doctor Molina (abogado defensor del juzgado federal) y otro ayudante que “parecía que iba a segundo grado porque escribía mal con faltas de ortografía”, destacó. Intentó llegar hasta Primatesta pero no la atendió. Cansada de golpear puertas “Dejé todo y que sea lo que dios quiera”. Esa misma noche personal policial les hizo un allanamiento. Le robaron las herramientas de su primo, una camioneta Peugeot y nunca se supo qué pasó.
“No solo desapareció él, sino la camioneta, y les robaron todo en la casa”
Sobre este mismo hecho testimonió Jorge Alberto Furque (76) amigo de Juan Carlos Bazán. Lo conocía desde los años 60. El testigo dijo que “No tenía ninguna militancia pero estaba relacionado con el hijo de Obregón Cano, con Atilio López”. Se dedicaba a arreglar heladeras y vivía con su madre, en la zona del Mercado Norte.
El día del secuestro, cuando estaba llegando a su domicilio observó que en la calle “había distintos vehículos militares y pasó de largo. Se fue directamente a mi casa, en el Cerro de Las Rosas, manejando la camioneta, y me dijo: voy a hablar por teléfono con mi madre”. Lo hizo, y ella le respondía con monosílabos, sí, sí. Nunca se supo más de él ni del vehículo. Tras lo ocurrido el testigo contó que había visitado reiteradas veces a la madre para conversar y llevarle cosas en nombre de “los amigos del Negro”. Fue en esas conversaciones que le reveló que aquél día cuando le contestaba a su hijo si, si, era porque en ese momento la apuntaban con revolver. “No solo desapareció él, sino la camioneta, y les robaron todo en la casa”, rememoró.
Cuando la abogada oficial Ana María Blanco le preguntó ¿Por qué cree que desapareció Bazán? el testigo tuvo una reacción emocional que lo llevó a levantar la voz. No se la esperaba. El terrorismo de estado desde antes de 1976, ya aplicaba un plan sistemático de exterminio con sus prácticas de secuestro, torturas, asesinatos, desaparición y robo de bebés.
Una vez recompuesto recordó otro caso que le tocó asistir que no tiene relación con este juicio. Pero responde a cómo actuaban los represores. “En ese momento no se podía hacer nada”, dijo y recordó cuando desapareció su colega y socio Eduardo Valverde el 24 de marzo de 1976.
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“Se comentaba que había una chica esposada”
La médica jubilada, Luisa Cristina del Socorro Salica (76), no pudo aportar datos para la causa de la sustracción de la hija de María de las Mercedes Moreno y tampoco del parto. Recordó que se recibió en julio de 1976 y que ingresó a la Maternidad provincial en 1977. En ese momento, dijo que estaba a cargo de la institución el doctor Valdano.
No se acordó que declaró en 2013 en Tribunales Federales. Es más, cuando tuvo que reconocer su firma en un registro dijo que creía que era de ella. Solo atestiguó que en esa dependencia hizo una especialidad y a la vez un curso. Reconoció la existencia de un registro que le fue mostrado donde quedaban asentados los ingresos y egresos de pacientes, fecha, quiénes las atendieron, pero negó que haya atendido a María de las Mercedes. “Era un libro negro donde se anotaba. Estaba en la guardia y todo el mundo escribía. Cuando ingresaba una paciente y se ponían los datos”, dijo. Negó que sea su letra la que firmó el ítem correspondiente a María de las Mercedes el 11 de octubre 1978. Cuando se le preguntó si vio a una mujer esposada en la sala de partos dijo que “se comentaba que una chica de 25 años, con carita blanca, estaba esposada, porque había soldados en la puerta de la sala”.
Los sacaron de los pelos
Viviana Carina Molina (52) es hija de Roberto Maldonado y de Olga del Carmen Molina, ambos detenidos desaparecidos. Cuando tenía 7 años, el 12 de junio de 1979, escucharon el tropel en la casa de Héctor Rosales (también víctima de la dictadura). Ellos estaban durmiendo la siesta cuando de pronto se dan que “eran policías, que daban vuelta todo. Los sacaron de los pelos a mis padres, le quisieron levantar el camisón a mi mamá y mi papá estaba en calzoncillo. Me agarraban fuerte de la mano para que no los llevaran. Salí corriendo, después de que los subieron en un auto Rambler”, contó, con un nudo en la garganta.
A la noche, fueron al D2 y ahí “reconocí a uno de ellos”. Los buscaron, pero “nunca más la encontraron a mi mamá que estaba embarazada de cuatro meses”, rememoró. Dadas las circunstancias le tocó vivir con una tía donde “sufrí abusos y maltratos” y después se fue. “Me entere con el tiempo que mi papá fue visto en el D2”, mediante un registro que le entregó el Archivo Provincial de la Memoria.
Su madre era empleada municipal y el papá albañil. Desconoce si tuvieron militancia política. “De mi mamá nunca supe nada. Tampoco si nació mi hermano, si vive. Me dejaron unas secuelas tremendas”, dijo con enorme tristeza. Contó que trabajaba en el Espacio de memoria La Perla pero se enfermó de lupus y tuvo que dejar ese lugar.
No vengan más a molestar
Laura del Valle Moreno (68), es hermana de María Argentina Moreno quien ya declaró. Ambas se refieren a lo que le pasó a su hermana María de las Mercedes Moreno (fallecida) víctima de la dictadura y de la sustracción de su hija por parte de un matrimonio en la Casa Cuna.
Laura contó que vivía con Mercedes en una casa prestada, en Barrio Los Paraísos, con sus hijos, 3 y 4 hijos respectivamente. A eso de las 4 de la mañana “entraron unos civiles, preguntaron por el nombre de mi hermana y la llevaron. Estaba embarazada. Pregunté y no me contestaban nada”, señaló. A eso de las seis los desalojaron a ella y a su hermano” y quedaron en la vereda. Por desavenencias, con otra hermana se fue a vivir a una villa con los chicos. Con el tiempo, se enteró que Mercedes estaba en el D2. “Fui a verla, pero no me dejaron entrar”, expresó. Antes, “cayó mi cuñado y subió dos de los chicos y un perro. Después aparece en la maternidad de San Vicente donde nos dejaron entrar un minutito. Y lloramos”. Lamentó que su hermana estuviera “esposada”. No se acuerda si fue una monja o una enfermera quien hizo una excepción y les permitió tener a la beba en brazos. Contó luego los enormes obstáculos que pasó para conseguir comida. “Tendría que estar en un manicomio”, expresó
“Cuando salió en libertad fuimos las tres, María Argentina, María de las Mercedes y nos echaron. Nos dijeron no vengan más a molestar”, concluyó.
Los días 21 de marzo y 5 de abril próximos, continuarán los testimonios. Este día se prevé además la inspección ocular en el exD2 de Mariano Moreno y Caseros.
*Periodista. Agencia Prensared. Foto principal APM .
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