“Hacer un nuevo Chile implica perder el miedo y dejar de ser esclavos”

La Asamblea de Chilenos Autoconvocados, residentes en Córdoba, ofreció ayer una conferencia de prensa en el Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación (Cispren) para explicar lo que está pasando en su país. Destacan que existe “una economía económica desigual. Entonces, hay dos chiles. Uno rico y otro pobre”. Denunciaron que “el presidente Sebastián Piñera  y  el ministro del interior Andrés Chadwick, son responsables directos de los atentados a los derechos humanos  ocurridas en estos días y los duros  que quedan por venir”.  Explicaron qué implica construir un nuevo “estado plurinacional” inclusivo.

Por Redacción

Con la presencia de organizaciones sociales y de derechos humanos se realizó ayer al mediodía una rueda de prensa convocada por la Asamblea de Chilenos Autoconvocados,  que viven  en la ciudad de Córdoba.  Acompañaron al grupo de jóvenes Hilda Bustos, por la Comisión de la Memoria, como representante de la Confederación General del Trabajo (CGT);  Gustavo Tissera, miembro de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por razones políticas; Nicolás Castiglioni, por Abuelas de Plaza de Mayo, Soledad García  (Asociación Ex presos políticos),  Sara Waitman (Ex Presos Políticos Patria Grande), Juan Enrique Villa, ex dirigente de Perkins, Emiliano Salguero (Mesa de Trabajo por los DD.HH) y Miguel Apontes (Cispren), entre otrxs.

Desde la mesa expositora contaron que la lucha emprendida bajo la consigna “Evadir, no pagar, otra forma de luchar”  permitió que salga a la luz otro Chile. Con trabajadores portuarios, de transporte,  mineros, pescadores, pueblos originarios, y académicos que emplazan al gobierno “a no promover pactos sociales que se escriben entre cuatro paredes porque no estamos en guerra”. 

Recordaron que durante el estallido social que comenzó diez días atrás cuando aumentaron el boleto de colectivo la ciudadanía salió a las calles a protestar. La medida fue la gota que rebasó el vaso y el estado rápidamente ordenó la persecución de los militantes que fueron secuestrados, torturados y en muchos casos  asesinados.

Hasta ahora las cifras  dadas a conocer por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) informan que están documentados 17 casos de tortura y violencia sexual , más de 3200 personas detenidas, cerca de mil   heridos que fueron atendidos en hospitales, y 20 muertes.

Ante esta situación de violencia institucional que los medios hegemónicos ocultaron,  pero que las redes sociales viralizaron, los miembros de la Asamblea  aspiran a “un Chile más justo y equitativo, que camina, que hace mover sus fábricas, y se organiza en cada comuna, municipio y centros vecinales,  para crear  una nueva constitución que acabe con los privilegios de clase”. Un Chile, que no lucre con el saber, que los estudiantes no sean perseguidos y que “los abuelos accedan a una red de farmacias estatales y que no mueran en la larga noche de los hospitales desfinanciados”.

Hacer un nuevo Chile, aseguran, implica  desvincularse de la dictadura que dejó  a los chilenos en el imaginario argentino como “traidores” cuando en realidad fueron los milicos de la dictadura de Augusto Pinochet.

Los asambleístas le dicen al Presidente,  con todo respeto, que la gente que camina por las calles “no cree en el pacto social de volver a la normalidad”.  En todo caso, expresan, se debe “construir un estado plurinacional, donde se incluyan las voces y saberes de los pueblos originarios. Que los pescadores vuelvan al mar y los agricultores con sus verduras y frutas a las calles, sin que los carabineros los repriman y que se pueda estudiar libremente.

Sostienen que  una Asamblea constituyente será la herramienta necesaria para lograr también el acceso a la cultura, a escuchar a los poetas, a los músicos;  saludar al vecino, al panadero, al chofer del bondi, pagarle a los bomberos, bajar las dietas parlamentarias, esclarecer los asesinatos de Macarena Valdez y de otros compañeros.

Hacer el nuevo Chile, prosiguen,  significa ponerle el cuerpo a la tortura, los montajes y las violaciones. “Hacer un nuevo Chile  implica  perder el miedo y dejar de ser esclavos.  Hacer un  nuevo Chile requiere que se lo acuse constitucionalmente, a usted señor Presidente,  por haber sometido nuevamente a las violaciones a los derechos humanos que venimos sufriendo desde hace 30 años”. Tras las demandas enunciadas abogaron por la unidad y los sueños de los pueblos Latinoamericanos.

Asambleístas explican el conflicto en su país
Una larga historia de desigualdades

Al comienzo de la reunión destacaron “el carácter pacífico de la agrupación que  se opone a todo tipo de protesta  violenta dentro del  territorio argentino”. No obstante,  sostienen que “la violencia es un síntoma de desigualdad social”.  Criticaron al  Presidente porque no tomó las medidas necesarias para evitar el estado de emergencia en que se encuentra hoy el país. Puntualizan que los agentes estatales son autores de traumas oculares, secuestros, tortura, montaje, delitos sexuales y violaciones. Estos dichos fueron respaldados por un video que mostró  los brutales ataques a la población.

También brindaron información de contexto. Presentaron un recorrido histórico por los gobiernos democráticos de la república unitaria pos Pinochet y la constitución nacional que fue redactada “con trampa”  y sigue vigente. Se trata de un texto que no garantiza los derechos humanos, laborales y sociales; pero,  protege a los poderosos. En ese orden, enfatizan,  que desde los años ‘80 “funciona como un dispositivo institucional que respeta la hegemonía y resguarda un puñado de privilegios de una manera tramposa”. Sostienen que los gobiernos democráticos propiciaron las privatizaciones de la riqueza y los servicios.

Explicaron además que la norma lleva la impronta de la doctrina de seguridad nacional que establece la creación del “enemigo interno” y el terrorismo de estado. Cuestión que se observa, claramente, en los dichos del presidente Piñera cuando manifestó “estamos en guerra” para llevar adelante la represión de la protesta social. Luego de tres generaciones, dicen, “empezamos a perderle el miedo a los carabineros”.  Reconocen que hubo tres modificaciones de la carta magna que no resolvieron los problemas reales de la población frente a los abusos. Un ejemplo comprobable  son las Aseguradoras de Fondos de Pensiones (AFP) de capitalización individual donde una persona que trabajó 30 años cuando  se retira cobra una miseria.

No son los 30 pesos

Otro problema crucial es el endeudamiento fenomenal de las familias que se encuentran embargadas porque para estudiar deben tomar préstamos impagables. En este sentido,  explicaron que en primer lugar  se utiliza un filtro para ubicar a los postulantes de acuerdo a la clase social a la que pertenecen. Esta “prueba”, sin dudas, reproduce la desigualdad social. Luego quienes ingresen a las universidades más prestigiosas serán los hijos e hijas de las familias acomodadas. Los otros, que no son adinerados deberán pagar los costos que demandó su formación en un plazo de 25 años. Por eso, aclaran,  se embargan con créditos usurarios. Esta metodología  se reitera en otras áreas como la salud que es precaria y está en manos de los  sectores privados.  Lo mismo ocurre con el agua y los recursos naturales. En una palabra está todo arancelado.

“No son los 30 pesos de aumento a la tarifas. Fueron 40 años de violencia institucional legitimada por el estado”, señalan. Otre asambleísta leyó una larga lista de masacres llevadas a cabo desde el estado y nombraron, una por una, a las víctimas abusadas y asesinadas durante los noventa y en la revuelta de estos días. Aseveran que tanto los gobiernos dictatoriales como los democráticos “defienden la propiedad privada,  favorecen la desigualdad  y no respetan los derechos humanos”. En ese orden, apuntan que entre los colectivos sociales más perseguidos están los mapuches.

Graficaron la desigualdad con una cita del experto Branko Milanovic: “Los ricos tienen los ingresos de los ricos de Alemania y los pobres los de Mongolia” desmintiendo de este modo las expresiones de Piñera cuando muy suelto de cuerpo expresó que el país era un “oasis”. También se aludió a la expresión de la primera dama cuando expresó que había que dejar “nuestros privilegios”. Finalmente se preguntan por qué  el gobierno en vez de propiciar el diálogo salió con esta furia echando mano a las fuerzas armadas y negando las demandas.

Fotografía Nicolás Castiglioni

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