A partir de esa pregunta y desde hace 12 años, la Colectiva de Intervención ante las Violencias se dedica a investigar la desaparición de niñas, adolescentes, mujeres y personas trans. En “(Im) pericias”, el libro que acaban de lanzar, prueban que el género es más que una ideología. (1)
Por Elisa Corzo*
En la previa al 25 de noviembre, Día Internacional por la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres, Amelia Barreiro y Celeste Perosino, antropólogas forenses e integrantes de la Colectiva de Intervención ante las Violencias, estuvieron en Canal Abierto para presentar “(Im) pericias, una crítica feminista a la investigación de desapariciones”.
La desaparición de personas –explican en la entrevista- “es un fenómeno cotidiano”, y en el caso de las mujeres, niñas y personas trans, “una de las formas más extremas de la violencia por razones de género”.
Sin embargo, aún hoy, “no existen mecanismos específicos de investigación”, y ni siquiera hay un organismo estatal que se dedique a construir estadísticas fidedignas al respecto. Por el contrario, la forma en que se encaran queda sujeta a la voluntad o a la pericia de quién toma el caso, y a la provincia o jurisdicción en la que haya ocurrido el hecho.
Las desapariciones solo se investigan en contextos agudos: contextos dictatoriales o de narcocriminalidad, como puede ser en México, pero no en la cotidiana”, detalla Perosino, sobre una problemática que es regional y que en Argentina constituye “una deuda de la democracia”.
En el caso de las mujeres y personas LGBT, el sesgo de género complica aún más las investigaciones y la probabilidad de poder saber qué pasó. En efecto, en uno de sus primeros trabajos, la CIAV observó que había más cuerpos NN (sin identificar) recuperados de varones, que de mujeres.
“Si ves los números de personas denunciadas como desaparecidas no hay tanta diferencia. Pero si ves los hallazgos de restos NN hay muchos más de varones”, señala Barreiro. Ante esto, “¿Qué pasa con los cuerpos de las mujeres? ¿Dónde están los cuerpos de las mujeres?”. Esas preguntas -completa- fueron las que allá por 2012, en tiempos en que se gestaba lo que luego fue el Ni Una Menos y el estallido feminista de 2018, las fueron llevando a incorporar la perspectiva de género a su metodología de trabajo y a preguntarse por cómo se investigaban esas desapariciones.
El aporte de esa perspectiva es bien concreto, suma Perosino. Pone en evidencia “cómo las miradas estereotipadas sobre la desaparición de mujeres obturan las causas y generan problemas muy graves para investigarlas”.
Uno de los casos en los que intervino la Colectiva y que aparece en el libro para graficar esos escollos es el de Johana Chacón, una niña de 13 años, de Tres de Mayo, provincia de Mendoza, que fue vista por última vez entrando a su casa, después de volver de la escuela. Durante años, la Justicia investigó su desaparición como un caso de trata con fines de explotación sexual.
2012, el año en que ocurre el caso de Johana, estuvo signado por el juicio por la desaparición en Tucumán de Marita Verón, y por el debate por la modificación a la Ley de Trata. “El caso de Johana respondió a estas agendas de coyuntura. No se exploraron otras hipótesis, no se investigó el contexto de violencia que la atravesaba y que como se comprobó después tenía que ver más con violencia intrafamiliar que con una red de trata”, precisa Perosino.
El libro le habla a la Justicia y a quienes tienen la responsabilidad de investigar lo qué pasó con esas personas, pero también se dirige a las familias, comunidades y organizaciones que son las que impulsan las búsquedas, e incluye una profunda crítica a los abordajes mediáticos. Por ejemplo, a partir del caso de la desaparición de María Cash en 2011. Según las investigadores, un hecho reciente, el de Loan en Corrientes, también “es muy representativo de los problemas que se pueden suscitar en una causa cuando se mediatiza”.
Un año de Milei
“Me cuesta pensar que la Justicia pueda investigar peor en esta coyuntura”, sostiene Celeste Perosino al analizar el primer año del Gobierno de Javier Milei. “Porque realmente siempre investigó mal y discriminando, sobre todo en los casos de niñas y mujeres. Dicho esto -agrega- el desmantelamiento de las políticas de género ya está produciendo un impacto muy fuerte en el sistema asistencia y de respuesta a estas violencias”.
Ante esto, “hay que seguir resistiendo para poder ir desarmando estos lugares comunes que replican el negacionismo de la violencia de género. Hay un desafío importantísimo y hay que combatirlo con información de calidad, y diciendo muy fuerte que el lugar más peligroso para las niñas y mujeres es su propio hogar”.
Para Amelia Barreiro, en tanto, la salida es recurrir a las enseñanzas del feminismo: “Creo que en esta situación en la que va a haber más violencia, y en la que hay una violencia que baja desde quienes están a cargo del Gobierno hacia las feministas y hacia grupos sociales específicos, tenemos que tejer redes. Si algo aprendimos las feministas en este tiempo -asegura- es desde abajo tejer redes para resistir y para salir a dar vuelta esta situación”.
Nota
1-“(Im) pericias, una crítica feminista a la investigación de desapariciones”, de Tinta Limón Ediciones se presenta en Buenos Aires el próximo sábado 30 en NUM (Bartolomé Mitre 1787). Las autoras conversaran con Verónica Gago de Ni Una Menos y con la periodista especializada, Ximena Tordini.
*Periodista. Colabora en el sitio Canal Abierto, periodismo de este lado. Fuente https://canalabierto.com.ar/
www.prensared.org.ar