Entrevistas y relatos de vida en “¿De qué estábamos hablando?”

¿De qué estábamos hablando? Es el título del nuevo libro de la periodista y escritora Graciela Pedraza, que reúne un conjunto de entrevistas y, en un ir y venir,  explora historias y trayectorias de protagonistas de la vida pública de Córdoba y Argentina.

Por Myriam Mohaded*

El texto contiene nueve relatos que cuentan trayectorias, historias de protagonistas del ámbito de la medicina, la cultura, el arte, la economía, religión, y el derecho que, en su mayoría son de la esfera pública de la vida de las y los cordobeses. Carlos Presman (médico), Jaime Díaz Gavier (juez federal), Enrique Lacolla (periodista), Cheté Cavagliatto (directora teatral), Mariano Oberlin (sacerdote), Pablo Sigismondi (fotógrafo), Mayté Saine (artista plástica), José María Reinaldi  (economista), Alberto Konblihtt (biólogo molecular), son quienes bucean en recuerdos, luchas, convicciones, experiencias, relatando sus  testimonios de vida.

“¿Qué tiene que ver una directora de teatro con un economista, y un gerontólogo con un periodista o una artista plástica? ¿Y un juez con un fotógrafo nómade? Empecemos de nuevo, ¿qué hay de común entre un biólogo molecular y un cura? Nada o mucho, según como se coloque el ojo en el catalejo y procese las imágenes el cristalino.”, escribe Graciela Pedraza en la contratapa del libro de reciente edición. Y es ese prisma el que los unió de manera irremediable. “Los busqué y reuní por eso. Por lo que son.”, explica sin más la autora que deja librado al azar los recorridos posibles de la lectura para que el lector o lectora pueda adentrarse en  cada relato de las páginas del nuevo trabajo editorial (Comunicarte).

“¿De qué estábamos hablando?” ironiza Graciela  Pedraza sobre el título del libro. “El clásico que una se pregunta cuando somos mayorcitos…  y buena parte de a quienes entrevisté están en la franja de entre 50 a 88 años”, se refiere la autora; aunque reconoce que actualmente, “por el estrés los jóvenes también sufren esto de irse por las ramas”.

– ¿Cómo elegiste a tus entrevistados/as?

-Los seleccioné de acuerdo a sus valores humanos. A quienes lucharon desde un lugar incómodo pero sostuvieron una coherencia admirable a lo largo del tiempo.

Partamos de que para este libro nunca hubieran sido personas de derecha. No estoy en ese campo visual del mundo y, además, son quienes tienen una gran disposición de medios para exhibirse tanto a nivel nacional, provincial, municipal. Siempre hay puertas abiertas para quienes están en una postura más reaccionaria, liberal o ultraliberal. Yo no participo de esa postura.

Las personas a las que entrevisté, aún sin que a la mayoría los conociera personalmente, las elegí porque fui siguiendo sus trayectorias e identificándome. Ya sea en las puestas teatrales de Cheté (Cavagliatto), o lo que significaron los juicios a Menéndez con esas condenas a perpetua; o bien lo que hace el cura Oberlin por rescatar a jóvenes de la droga y sobre todo en la pobreza. A Mayté (Saine) la conocí hace unos veinticinco años atrás. Nos había ilustrado un libro y me gustaba ver sus muestras. A Presman porque siempre está hablando en beneficio de los que estamos en la vereda de quienes sufren las consecuencias de los gobiernos que en vez de volcar los recursos para favorecer a los más pobres, lo hacen hacia el otro lado. Lo mismo ocurre con Rinaldi y con cada uno de los entrevistados.

Sabía que compartíamos una mirada del mundo donde me incluyo que es estar en el lado de la vereda de lo que considero hay que estar. Las y los periodistas tenemos una obligación que es para con los sectores que más sufren las consecuencias de los gobiernos neoliberales. Me parecía que mostrar a estas personas, que si bien son conocidas o tuvieron décadas atrás sus momentos de fulgor, es bueno que sus voces queden  en un libro, porque ya sabemos que los libros no se pierden. Una charla en radio, televisión, pasa fugazmente, pero el registro escrito en diario, revista o un libro le da una impronta de trascendencia.

– En “Mujeres que bajaron del cielo”  y “Mujeres bravas”, por ejemplo, trabajaste con entrevistas. ¿Qué significa este género para vos?

-Las entrevistas implican la posibilidad de establecer una charla, una conversación o una disputa con el entrevistado u entrevistada. En mi modo, no me parece hacer las entrevistas agresivas, creo que eso lleva a que la persona entrevistada se abroquele y no diga más de lo que podría decir.

El género entrevista significa también rescatar el habla, la charla, porque ahora con las redes sociales perdés el contacto con la gente. No sabes ni tenés idea cómo es esa persona,  aunque abra un hilo de veinte tweets … ¿cómo podés entrar en su vida? Creo que es de a poco. Hablando, compartiendo  para que ellas u ellos sepan que no son los únicos que han pasado por una  experiencia  u otra o han tenido dificultades.

Pedraza cuenta que en la escritura de las entrevistas trata de no aparecer, sino apenas tomar nota, apuntes, para que funcionen como introducción y se conozca de qué se está hablando con el interlocutor. “Creo que el periodista, en la medida de lo posible, debe permanecer en un cono de sombras y dejar que sea la otra persona la que hable, diga, explique, a través de incitaciones que una pueda hacer. Son como cabezas de puente que uno tiende. Y si logra tener empatía, comienza a relatar cosas que creía que no iba a hablar nunca”, comenta.

 El uso de la inteligencia artificial y su incidencia a la hora de escribir surge también en la charla. “A mí me pasaron un programa de inteligencia artificial para desgrabar y no perder horas y horas.  Lo instalé y bajé una de las entrevistas, pero cuando me puse a leer me pareció no encontrar a la persona que entrevisté. Entonces, me dediqué a transcribirlas a la manera que lo hicimos siempre y recuperé el brillo de la voz, los tonos bajos de tristeza o melancolía, todo lo que hace a los recuerdos que están como, dice León Gieco, guardados en la memoria”.

La autora destaca que el camino recorrido para elaborar el libro fue ameno. De gran camaradería. En particular, indica que  la entrevista realizada al periodista Enrique Lacolla fue “a modo de tributo” y en reconocimiento para quien incidió en su formación. “No diría que fue un maestro sino un guía, no sólo en lo periodístico sino en la dimensión humana,  desde un lugar de honestidad  intelectual, de ponerse en el lugar del otro, de contemplar su mirada involucrándose, enseñando sin querer enseñar, mostrando algunos puntos rígidos  de cómo debe ser el periodismo.”

–  ¿Qué rescataste de las diversas historias?

-Que ellos, ellas, más allá de los obstáculos que han tenido para persistir en lo que hacen,  han labrado una trayectoria, la mantuvieron. No se cruzaron de vereda, y cuando cometieron errores reconocieron que se equivocaron, pero con una honestidad intelectual que no queda lugar a dudas.  Estamos en un mismo campo de amor y respeto hacia los otros pero sobre todo hacia esa parte de la sociedad en la que pocas miradas poderosas se enfocan, y cuando lo hacen es para aplastarnos, y aplastarlos todavía más.

*Periodista. Fotografías: Gentileza editorial Comunicarte.

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