Un analista de política internacional sostiene que la lucha del pueblo chileno es imparable. A pesar de la represión, la cárcel, los asesinatos y os “pacos qliaos”.
Por Carlos Aznarez*
No han podido con este pueblo porfiado y valiente que durante cuatro meses no solo ha salido por miles a las plazas, sino que les ha cambiado el nombre por palabras hermosas como «Dignidad» y «Revolución».
Ha tirado abajo monumentos de conquistadores y vendepatrias, discípulos de aquellos, ha sufrido heridas en los ojos de muchos jóvenes que los habían abierto grandes, muy grandes, para mirar de frente a sus enemigos, han sumado miles de rebeldes en las cárceles y hasta ha rabiado de dolor por los compañeros asesinados por esos criminales con uniforme, pinochetistas, que son los carabineros chilenos. O mejor dicho los «pacos qliaos», como les gritan en cada reunión de multitudes.
En la revuelta chilena, lo mejor está por venir
Pero la evidencia muestra que ese dictador Sebastián Piñera y su comparsa de ministros, ministras y bufones, cada vez están más cercados por la bronca de quienes los desprecian por convertirse en despiadadas y corruptas figuras de un sistema que se está viniendo abajo, y que para evitar la caída es capaz de matar de mil maneras a este pueblo. Por hambre, por miseria o a balazo limpio. ¿No es verdad general Rozas?
Lo mismo vale para esa partidocracia burguesa, de derecha o de «izquierda». Los primeros, porque como Piñera son «asesinos igual que Pinochet», y los segundos porque fueron los apuntaladores principales de gobiernos capitalistas y represores (contra el pueblo mapuche, lxs estudiantes y lxs trabajadorxs) durante la Concertación de Lagos o Bachelet. Son los mismos que ahora pactaron con Piñera un plebiscito constituyente vacío de contenido, y no la que quieren los que día a día pelean en primera linea contra la opresión. Aunque efectivicen esa patraña todo indica que están condenados al fracaso, ya que la rebelión es difícil que cese.
Cuatro meses no son pocos para seguir dando batalla a la locura represora de los pacos, por más que algunos agoreros sigan anunciando, como cuervos, que «ya pronto se termina». Se equivocaron y se van a volver a equivocar.
Chile despertó y se perdieron todos los miedos. Qué sentido tendría renunciar a la libertad que dan las calles con miles de jóvenes cantando, bailando, luchando y respondiendo a quien les pregunta, que lo hacen por «la dignidad».
Pero también por el otro o la otra, por lxs viejitos con jubilaciones basura, por esa estudiantina a la que vivara Violeta, que resistió como pudo pero evitó que el filtro de la PSU los llevara por delante; por los 3000 presos y presas de hoy, que son muy parecidos a los que encarceló la dictadura pinochetista en el Estadio.
Por el Comandante Ramiro enterrado en vida en una cárcel de terror y por Mauricio Fredes o el Neko Mora, de la hinchada del Colo Colo, muertos por la maldita represión carabinera. Y sin duda, por Víctor Jara, del que entonan algunas de sus emblemáticas canciones en plena barricada en la Alameda, al igual que disfrutan con la coherencia peleona de la rapera Anita Tijoux o la Bersuit, que este viernes tocara desde los balcones de radio Plaza de la Dignidad.
Todas estas historias y vivencias encarnadas en una juventud maravillosa volvieron a instalarse este martes en la Plaza santiaguina, en Valparaiso, Antofagasta y demás espacios contestatarios. Como siempre la represión creyó que los dispersaba intoxicando el aire con su veneno, pero en su cobardía no comprenden que esta Revuelta es imparable y al reocupar nuevamente sus trincheras, con sonrisas, ritmos improvisados, cacerolazos y tambores, le están demostrando al mundo que cuatro meses no son nada. Más aún,sirven para presagiar que un “marzo combativo” se viene con todo.
*Periodista, dirtector de Resumen Latinoamericano. Coordinador de Cátedras Bolivarianas, ámbito de reflexión y debate sobre América Latina y el Tercer Mundo. Artículo Publicado por Telesur.
www.prensared.org.ar