Según el último estudio de la OIT, la mitad de todos los ocupados están en esa condición. En promedio la desocupación bajó a 7,2% pero efectivamente solo fue así en siete países. Y el salario medio de toda la región en 2022, fue más bajo que el de 2019.
Por Luciano Salerne*
En América Latina y el Caribe (ALyC) la desocupación promedio era del 8% antes de la pandemia. Tres años después, el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la ubica en 7,2%. Pero de los 15 países estudiados, solo bajó (al menos un punto) en siete y en algunos de ellos -como Brasil y Uruguay- sigue encima de la media. Por el contrario, en Chile subió a 8%, en Costa Rica a 12% y en Colombia sigue rondando el 11%.
Lo que no cambió en promedio es la Tasa de Empleo (cantidad de población efectivamente ocupada): 59,8% en 2019 y 59,7% en 2022. Efectivamente solo creció en tres países: Bolivia al 70,6%, Brasil al 57,2% y Argentina el 56,6%. Mientras que en otros siete retrocedió.
El estudio Panorama Laboral 2022 presentado el pasado 7 de febrero, combina datos de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay, República Dominicana, Barbados, Jamaica, Trinidad y Tobago.
La baja de la desocupación dada en algunas economías se corresponde menos con nuevos puestos que con personas que dejaron de buscar empleo. Y aun así, las ocupaciones precarias representaron entre 40% y el 80% del empleo recuperado en ese período.
En Bolivia, donde más creció el empleo entre 2019 y 2022, el 80% de los ocupados son ahora informales. Le siguen Perú, Ecuador y Paraguay, cerca del 70%, República Dominicana y México por encima del promedio que quedó en 50%.
Así, la Tasa de Informalidad da que una de cada dos personas ocupadas está en esa condición, “que suele estar acompañada de inestabilidad, bajos ingresos, sin protección social”, agregó Claudia Coenjaerts, directora de la OIT para ALyC, durante la presentación del informe.
El informe destaca además que en casi todos los países los salarios reales promedio son inferiores a los anteriores a la pandemia, que el poder adquisitivo del salario ha empeorado más del 10%, que la pobreza laboral es más elevada que en 2019 y que el porcentaje de hogares cuyos ingresos no provienen de alguna ocupación laboral, también son mayores que antes de la pandemia.
“El impacto de la informalidad, sumado al de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, es fundamental para entender por qué debemos estar alertas al ‘fenómeno del trabajador pobre’, es decir de aquellas personas que aun teniendo un empleo, incluso un empleo formal, pueden encontrarse en situación de pobreza”, explicó Roxana Maurizio, economista laboral de la Oficina Regional de la OIT.
Frente a un decrecimiento del PBI de la región, que según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) fue de 3,7% y proyecta 1,3% para 2023, la baja calidad del empleo y los ingresos laborales insuficientes son problemas urgentes.
“La fuerte ralentización del crecimiento económico proyectado para 2023, conjuntamente con limitados espacios fiscales y elevados niveles de inflación, configuran un panorama laboral altamente complejo y cargado de incertidumbre para América Latina y el Caribe”, señala el informe.
Hace dos años, la CEPAL había alertado que la crisis conduciría a la «reprimarización de las economías de la región”.
¿Qué sugiere la OIT?
Lo mismo que organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, y hasta el Foro de Davos, el Mercosur empresario y la Celac recomiendan diálogo social. Enfatiza en coordinar políticas activas sectoriales y formación profesional en la transición digital, para fomentar empleo formal. Fortalecer las instituciones laborales como el SMVM y la negociación colectiva e institucionalizar esos avances para sostener el ingreso.
*Periodista. Fuente: El Megáfono https://elmegafono.net/ Imagen ilustrativa OIT.
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