Este miércoles se reitera la movilización de jubiladas y jubilados. Sí, la de todos los miércoles, durante décadas.
Por Daniel Campione*
Lo han hecho y lo hacen con criterio independiente, no han sido oficialistas de ningún gobierno. Y tuvieron y tienen una envidiable perseverancia. La que a esta altura ya atravesó a más de una generación de “adultos mayores”, en la senda marcada por Norma Pla, Marcos Wolman y otros dirigentes desde la década de 1990.
¿Un miércoles de veto?
Lo que hace especial a esta semana es en primer lugar que el Congreso Nacional parece aprestarse a que una parte de los diputados y senadores vote convalidando el veto presidencial. Sí, esa ley que se aprobó hace sólo unos días fenecería a manos del presidente Javier Milei. (Ver aquí).
Sería un golpe a los jubilados y jubiladas y una mancha más para el devaluado sistema representativo: La voluntad de una sola persona, el jefe de Estado por sobre la de algunos centenares de legisladores nacionales. Y si el Congreso lo convalida será una deslealtad de los representantes que avalen el golpe de mano presidencial en contra de los intereses de ciudadanos y ciudadanas a les que se supone encarnan. Ayer mismo cinco diputados del radicalismo se reunieron con el gobierno y a la salida publicitaron que votarán en sentido contrario a la vez anterior.
Caería así un sistema de movilidad jubilatoria que de aplicarse llevaría un mínimo alivio a quienes perciben haberes jubilatorios u otras prestaciones previsionales, que hoy son en su mayoría irrisorios.
La fuerza de las multitudes
El otro factor no habitual es que esta vez sí parece que organizaciones sindicales, sociales y partidarias acompañarán con decisión y despliegue a los viejos y viejas que ganarán una vez más la calle.
Desde la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) al poderoso sindicato de camioneros y a los estatales de ATE prometen estar en la plaza, entre otras organizaciones que no tienen ese hábito.
El gobierno, con la ministra de seguridad al frente, se prepara para otro miércoles de represión, encuadrada en el autoritario e inconstitucional “protocolo” conocido como “antipiquetes”. No podemos saber antes de la manifestación si se reproducirá la violencia desde arriba de los últimos dos miércoles o el peso de la multitud presente impedirá el despliegue de palos y gases.
Ojalá sea lo segundo. O que las masas enfrente cara a cara a las fuerzas represivas y las hagan retroceder. Y esperemos que una consigna del tipo “con los viejos no” atraviese a la sociedad. Los jubilados y jubiladas suman millones. Y los millones que no lo son aspiran a llegar a serlo en el futuro. Eso si alguna maniobra privatizadora no les arrebata del todo o les reduce de modo drástico ese derecho. Esa circunstancia amerita que el conjunto de argentinas y argentinos se alcen como una sola voz.
Que se ocupe hoy el espacio público por cientos de miles de personas para lograr que así sea.
* Profesor de Teoría del Estado y de Evolución del Estado Argentino en la UBA. Fuente: Tramas, periodismo en movimiento.