Se trata de los abogados Gonzalo Echenique Frías y Justiniano Martínez. Ambos trabajaron durante el periodo del terrorismo de estado en el Juzgado federal n°1, a cargo del juez Zamboni Ledesma, y como secretario penal, se desempeñaba el imputado Otero Álvarez. Esta ha sido la cuarta audiencia del juicio n° 15 de lesa humanidad que se realiza en Córdoba.
Por Katy García*
El pasado pasado martes 5 de diciembre declararon los abogados Gonzalo Echenique Frías y Justiniano Martínez, ambos ofrecidos por el defensor del exmagistrado Carlos Otero Álvarez quien afronta un nuevo juicio ordenado por la Cámara Penal Federal tras haber sido absuelto en 2017 durante el Juicio de los magistrados. Eran escribientes en el juzgado federal n°1 presidido por Adolfo Zamboni Ledesma (fallecido). Coincidieron en que el secretario penal no participó de las indagatorias y que el único que se encargaba de los detenidos especiales alcanzados por la ley 20840 era el Juez Zamboni Ledesma y los tres empleados Borneo, Giraudo y Moisés Montoya.
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Nunca lo vio a Otero Álvarez
El primero en declarar fue Gonzalo Echenique Frías, quien ingresó a la justicia federal cuando era estudiante de abogacía y trabajaba en la defensoría oficial entre 1974 y 1977. Tras un intervalo de un año por el servicio militar se reincorporó en 1978 y permaneció hasta el 2003.
El primero en preguntar fue el defensor particular Julio Deheza. ¿Asistió a detenidos especiales en el contexto del terrorismo de estado? Dijo que sí, que trabajó en la defensoría oficial y atendió a los detenidos. Respecto a la modalidad de la tarea afirmó que se trataba de “un proceso escrito, donde estaban: el sumariante que tomaba la declaración indagatoria, un miembro de la secretaría penal de Otero Álvarez, el juez Zamboni Ledesma y el defensor Díaz. Participaban, el juez federal, el fiscal, el sumariante, el detenido y el abogado defensor”, afirmó.
Entre las personas que trabajaban en el lugar recordó con seguridad a Hidalgo, Moisés Montoya y en alguna oportunidad a Fernández Valdés. Cree que también estaba Borneo. Contó que durante las 10 ocasiones en las que participó como auxiliar en las indagatorias, nunca lo vio a Otero Álvarez.
La parte acusadora
Carlos Gonella le preguntó cuáles eran las fuerzas que participaban durante la instrucción. Dijo que “la policía federal y lamentablemente las de (Raúl Pedro) Telleldín y compañía que estaban en la calle Mariano Moreno (esquina Caseros)”, aludiendo al D2 cuando se trasladó a ese lugar considerado como un ex centro clandestino de detención.
-¿En qué circunstancias detuvieron a Hugo Vaca Narvaja?- indagó el fiscal general.
– Me enteré que lo habían detenido. Creo, que en el Juzgado n° 2. Sé por comentarios que después, cuando iba en el auto, levantó la mano y un colega creo que era el Cabezón Zárate lo vio. – En rigor, no pudo precisar las circunstancias.
Incidente en puerta
Cuando la abogada querellante Adriana Gentile le formuló la siguiente pregunta: ¿Durante el ejercicio de la profesión, ha defendido a miembros de las fuerzas armadas o policías en Juicios de lesa humanidad? Antes de que responda, el defensor Deheza, ofuscado, le dijo en tono de mando, y tapando la voz del juez: “esa pregunta es totalmente impertinente…y sé adónde va”.
El testigo expresó luego que ha defendido sindicalistas, políticos, al doctor De la Sota, ministros radicales, telefónicos de Córdoba, delincuentes de guante blanco, y delincuentes comunes. El Juez Mario Martínez, consideró que estaba respondida la pregunta. No obstante, más adelante el testigo aclaró: “He sido muy prolijo en mi trabajo sea defendiendo a militares o a personas que sufrían el peso de la obediencia debida. Nunca defendí a generales como Menéndez”, sostuvo.
Los expedientes
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El fiscal Facundo Trotta le preguntó sobre el manejo de las causas y qué pudo rescatar de esos escritos donde los detenidos manifestaban lo que les pasaba. “Nos daban los expedientes para que ejerciéramos la defensa. Los llevaba a mi casa para agilizar el trabajo. Me tomé el trabajo de buscar muchos como los hechos por Gustavo Roca y otros para tomar modelos”. Señaló que planteaba las nulidades y reiteró que ha sido “muy prolijo”. Aclaró que no tuvo contacto con los detenidos especiales antes llamados subversivos. Y que “El único que lo intentó fue el doctor Haro con el preso Rodolfo Novillo Corvalán” y que Mones Ruiz se lo impidió. Le parece que en esa situación estaban el fiscal Alí, el juez Zamboni, “y no recuerda si estaba el doctor Otero”.
A manera de síntesis afirmó que “Era muy difícil actuar en derecho en esa época. Todos hacíamos lo que podíamos. No tengo nada que recriminarle a ningún miembro del poder judicial porque hizo lo que podía hacer en aras de cumplir con la ley”, remató.
Al inicio narró la relación que unía a las familias Vaca Narvaja y a la suya. Contó que su hermano mayor José se casó con Isabel una de las hijas de Hugo Vaca Narvaja (p), ahora separados. Dijo que intervino en dos situaciones. Una, cuando se enteró de la detención (ocurrida el 20 de noviembre de 1975) de Hugo Vaca Narvaja (h) cuando acompañó a la familia al D2 pero no ingresó al lugar. La otra cuando partieron al exilio.
Moción de orden
Sobre el final del primer testimonio, mientras el juez planteaba una moción de orden por el incidente ocurrido, el defensor lo interrumpió con su volumen de voz para decir que “la pregunta de la abogada Gentile se hizo solo para descalificar al testigo” y pide que de ahora en adelante “se abstengan” de hacerlo. Finalmente el juez resolvió que cuando haya alguna objeción o planteo la persona deberá levantar la mano y se tramitará. Para que “una incidencia no se superponga sobre el testimonio”, dijo y dio a paso al segundo testimonio.
Justiniano Martínez: las causas las tramitaba Zamboni Ledesma junto a Borneo, Giraudo y Montoya
El testigo expresó de movida que lo comprenden las generales de la ley porque era amigo del imputado y del defensor desde hace más 40 años pero que eso no le impediría decir la verdad. Declaró que trabajó en el Juzgado federal n° 1 entre 1979 hasta octubre de 1982, fecha en que se recibió de abogado y renunció para ejercer la profesión.
En aquél momento trabajó en la secretaria penal a cargo de Carlos Otero Álvarez desde el comienzo hasta el final en el juzgado presidido por el juez Zamboni Ledesma “Un hombre con una personalidad muy fuerte, quien había dispuesto que todas las causas de la ley 20840 las tramitaba él personalmente con tres escribientes Borneo, Giraudo y Montoya”.
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El resto de las causas “se tramitaban por vía de la secretaría penal propiamente dicha con la intervención de quienes éramos escribientes en ese momento. No teníamos inicialmente ninguna intervención ni conocimientos en esas causas y en cierta medida también el secretario que solamente refrendaba los actos como ocurre hoy”.
También se refirió a las denuncias de apremios ilegales. Como sumariante y luego como defensor dijo que “era frecuente que los imputados manifestaban en sus indagatorias haber sido sometidos a apremios ilegales porque dicho código autorizaba a tomarle declaración al imputado”. En relación a los casos específicos de la ley 20840, el mismo intervino en una causa ordenada por Zamboni Ledesma que consistió en realizar un allanamiento en el D2 que funcionaba en calle Mariano Moreno junto a oficiales de la policía federal y una médica. Fue en 1982 y era abogado. “Voy con la orden de allanamiento y la puerta estaba cerrada. Golpeo y me abre un oficial y nos hace pasar con los tres federales. Vuelve a cerrar la puerta y nos dice: espere un momentito”.
Ante esta situación de quedar encerrados habló con el juez quien se presentó en el lugar con un tal Bonifacio y muchos federales y se ejecutó el allanamiento. Pero no encontramos la causa Del Pla. La familia había denunciado que al hombre lo habían torturado. Revisaron el calabozo y se encontraron apósitos con sangre. En otra oportunidad dijo que lo mandó a detener al Coronel que estaba a cargo en Gas del estado generándose una situación compleja.
Ilustró además que en aquella época se aplicaba un código de procedimiento nacional “sumamente inquisitorio que era aplicable a todas las causas y que duró hasta los años noventa”. Permitía que se tomara una indagatoria sin defensor que podría transformarse en un elemento suficiente para sentenciar, porque se interpretaba de manera literal y la incomunicación era absoluta incluso con el defensor.
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Antes de retirarse el testigo manifestó que Otero Álvarez le había otorgado “una confianza especial y que puedo asegurar con seguridad que es una de las personas más buenas que he conocido”. Ponderó la empatía para con los detenidos “a quienes les ofrecía un café con leche y un criollo”, algo inusual, enfatizó. Tras ensalzar la figura del imputado lo calificó como “un hombre prudente, católico apostólico y romano”.
La próxima audiencia se realizará el 18 de diciembre a las 9:30 hs en el TOF 2, ubicado en Crisol 670, Nueva Córdoba. Se prevé que declare el querellante Luis Miguel Baronetto. El juicio es oral y público. Asistir con DNI.
Podés ver la audiencia completa aquí.**
**El video dice que se abre el debate el 4 de diciembre pero la fecha real es el 5 de diciembre de 2024.-
*Periodista. Agencia Prensared. La foto principal muestra a Mario Martínez (presidente) y a Facundo Zapiola (vocal). El resto está conectado por zoom. Crédito: Nicolás Castiglioni.
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