En el mes de los trabajadores –por el 1° de mayo y los 55 años del Cordobazo- la Comisión y el Archivo provincial de la memoria junto a la secretaría de derechos humanos de la provincia y la CGT Córdoba homenajeó a Carlos Masera, ex secretario general de Sitrac y a un grupo de militantes sindicales combativos, luchadores y politizados que protagonizaron aquellas gestas obreras en los sesenta y setenta.
Por Katy García*
El acto fue organizado por el Archivo y la Comisión Provincial de la Memoria 8APM) la secretaría de derechos humanos de la provincia y la CGT Córdoba. Laura Villa tuvo a cargo la conducción del acto homenaje a Carlos “El Gringo” Masera y a otros compañeros que integraron el movimiento obrero organizado en los años ‘60 y ‘70. En su figura, reconocen la lucha de las y los compañeros que participaron de aquellas luchas por recuperar derechos y contra las dictaduras. Tras resumir el trayecto histórico que describe “la naturaleza política de los procesos de producción” antes, durante y después del golpe del ’76 desde la visión del libro El Torno y la molotov” (1), se lanzaron preguntas claves para recorrer un proceso histórico que busca respuestas en el presente. ¿De qué hablamos hoy cuando nos referimos a la clase obrera? ¿Sobrevivió el proletariado a la larga noche del neoliberalismo o es un concepto caduco? En ese contexto se convidó a debatir y reflexionar.
María Cristina, directora del APM explicó que además de los homenajes también cabe “pensarnos desde este presente y de “nuestro rol e identidad que nos constituye como empleados públicos ante las nuevas configuraciones”. Valoró los aportes de los que vinieron y también de los que ya no están. Luego presentó a los integrantes de la mesa.
Un día bravo y luminoso
Soledad García -ex integrante de la Mesa de gremios en lucha y de la UEPC- integrante de la Comisión provincial de la memoria- relató su experiencia y el clima de época desde la perspectiva de género. “No es fácil sintetizar el clima”, dijo al inicio y contó cómo arribó junto a su familia a la “Córdoba industrializada, donde nos reconocíamos como un conglomerado de otras provincias”. Recordó que en los ’60, costó que el gremio docente se reconociera como parte del movimiento obrero en la CGT porque había “prejuicios en nuestra base que era bastante gorila”. No obstante –asegura- había una conciencia “antiburocrática, antidictatorial y antimperialista” y las mujeres participaban en los eventos preparatorios y previos al Cordobazo. Por caso, citó como ejemplo la participación en la asamblea de Smata (Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor) realizada en el club Córdoba Sport. “Participábamos desde la UEPC capital donde había un grupo muy fuerte y combativo, que hizo historia, y además teníamos avidez de conocimiento por todo lo que pasaba en el mundo”, destacó. También se refirió a la experiencia del Sindicato de Trabajadores de Concord (SITRAC) y del Sindicato de Trabajadores de Materfer (SITRAM) en los ’70.
Soledad que se define como feminista destacó la participación masiva de la mujer en todos los sectores de la sociedad aun cuando no se haya reconocido o visibilizado. “También se hablaba de cuestiones de género y de las necesidades de igualdad de derechos para las mujeres. No nos achicábamos ante nada” (…) “Nos atrevíamos a transgredir todo tipo de mandatos. No de igualdad de género porque no existe, aspirábamos a la equidad y la igualdad de posibilidades”. El 29 de mayo “participamos activamente y cuando mataron a Máximo Mena, ardió Córdoba. Un día bravo, pero luminoso”, remató. Ahora bien ¿Es posible hoy un Cordobazo? Pregunta y anhelo que se repite y renueva en cada movilización.
La riqueza la creamos los trabajadores
“Hace rato que vengo diciendo que había que homenajear a algunos compañeros que se nos estaban yendo. Recién, con Cacho Pérez de la CGT hablábamos de que es necesaria la unidad para poder defender nuestros intereses. Es eso, lo que hicieron en el Cordobazo los compañeros Atilio López, Elpidio Torres, y Agustín Tosco”, sostuvo Juan Enrique Villa, ex secretario general del sindicato de Motores Diésel Livianos Perkins cuya directiva fue diezmada durante la dictadura genocida. Más adelante afirmó que “nacimos al calor del Cordobazo y de Sitrac- Sitram” porque cuando comenzaron a luchar para recuperar el gremio, siguieron los consejos de los dirigentes Carlos Masera, Gringo Bizzi, Gregorio Flores, el Petiso Paéz, entre otros.
Comentó que una de las prácticas de la burocracia era hacerlos echar cada vez que se expresaban en contra en una asamblea. Entonces, la estrategia fue reunirse en bares cercanos a las fábricas o en el centro para organizar las actividades. “Aprendimos mucho del sindicalismo de clase que para nosotros significa que tanto las patronales como las multinacionales tienen el poder y nunca nos invitan a compartir las ganancias”, expresó. También supo decir tiempo atrás- según contó María Cristina- en un homenaje a los compañeros de Perkins que “la derecha no está vencida, está escondida”.
Memorias de un dirigente
Carlos “El Gringo” Masera (91) fue la figura central del homenaje a dirigentes sindicales que protagonizaron luchas emblemáticas en los años ‘60 y ‘70. Participó de la experiencia sindical clasista Sitrac-Sitram. Pese al día lluvioso y frío asistió la mayoría de los convocados junto a familiares y dirigentes en actividad al edificio histórico de la CGT Córdoba. Masera, dueño de una lucidez y memoria envidiables, narró pasajes de la enorme lucha que llevaron adelante con otros compañeros para lograr sindicatos plurales y combativos que defiendan a los trabajadores. Para lograrlo, llevaron adelante una lucha inesperada para el resto. Tomaron la fábrica para lograrlo y para reincorporar delegados y dirigentes despedidos que pugnaban por cambiar la comisión directiva manejada por burócratas.
“Yo no entiendo nada de política, tenía tercer grado, no tenía preparación, pero si mucha experiencia”, dijo al inicio, el dirigente nacido en Calchín. En aquellos años trabajó en la fábrica de aviones y luego en la vieja Ika Renault, pero renunció para techar su casa con la indemnización. Después ingresó a la Fiat empresa que no permitía la libre afiliación. Cuando asumió Arturo Illia el ministro de trabajo le otorgó la personería al Sitrac -uno de los sindicatos muy ligado a las empresas y manejado por la burocracia. A la fábrica italiana le convenía porque así “escapaba de los grandes sindicatos como la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) y el Smata” y del apoyo externo.
“Nosotros no participamos del Cordobazo porque era tal el poder de la empresa que no pudimos zafar de ese control, por eso las luchas eran permanentes”. Después del Cordobazo, se renovaron los ánimos y decidieron reformular el convenio colectivo. La asamblea se llevó a cabo al mediodía y “se armó un tumulto porque se juntaron más de dos mil compañeros en el comedor”. A la hora de elegir al presidente lo proponen a Rafael Clavero pero no era afiliado. En ese momento él dijo “Cómo puede ser que haya 30 afiliados sobre tres mil trabajadores”, entonces suspendieron la asamblea, levantaron los papeles y se fueron. “Me subí a una tarima y dije: bueno, nuestros dirigentes nos abandonaron. Yo sabía que era algo transitorio pero aproveché el momento y pedí que se eligiera una nueva comisión. En ese momento, un compañero, Víctor Brizuela, me tira del pantalón por debajo de la mesa y me dice: Gringo no se puede y me muestra el estatuto”. Para remover la comisión había que reunir varios requisitos. Retiró la moción y propuso otra: “formar una comisión provisoria a los efectos de que se hagan los trámites legales para remover la comisión actual. Fue aprobada, pero para mí fue fatal, porque todos creían que sabía; pero me consolidó con tanta fuerza que cuando se organizó me reincorporaron”.
A los días se dirigen a la gobernación para gestionar lo aprobado junto a (Francisco) Amuchástegui que “toda su vida luchó contra la burocracia y quería ser candidato a secretario general y yo lo apoyaba” dijo que iba a renunciar y pedir la indemnización. Logró disuadirlo con esta promesa: “Cuando llegue vamos a tomar la fábrica. Y entonces el Cuqui Curuchet le dice: ¿se puede? Si, se puede, le dije, porque estaba seguro”. Ahí nomás lo mandaron al secretario de prensa Rafael Cravero al centro para que esté atento a los acontecimientos. Uno de los momentos de alta emoción se produjo cuando evocó precisamente al abogado defensor de sindicalistas y presos políticos Alfredo “Cuqui” Curuchet (33) asesinado por la Triple A.
El chaqueño Giménez “un delegado grandote, fuerte y combativo” cerró el portón de la fábrica y sabiendo que la comisión provisoria estaba bien conceptuada tomaron la fábrica. Fue ahí que un militar de seguridad le dijo:
– ¿No le parece a usted que el cierre compulsivo es una toma de la fábrica?-
–Usted sabe que sí. Me di media vuelta y les dije: compañeros hemos tomado la fábrica.– Me la dio regalada, agregó.
Pero de pronto “desaparecieron todos los combativos… dijo en tono de broma y tuvo que retarlos. “Váyanse a la mierda, son unos cagones…”. A todo esto, el primer piso del edificio estaba listo para todos los rehenes y la planta baja para los militantes. Después que el ejército los sacó de la planta recordó con afecto a un hombre de la empresa de apellido Espósito una buena persona le dijo: “no vine de Italia a esto, vine a ayudar a la Argentina, renunció y se fue”.
“El final fue dramático. En vísperas de la navidad despiden a tres compañeros y el jefe de personal Ovidio Podestá bautizado como Ofidio tomó la decisión. Entre ellos estaba el delegado Palada del Peronismo revolucionario, muy combativo. Habló entonces con Couzo – responsable del peronismo en esta provincia-y le avisó que no iban a poder defenderlo porque la gente estaba abocada con la Navidad.
No somos ningunos burócratas
Al día siguiente, vino a Córdoba el dirigente nacional de la CGT, Raimundo Ongaro. “Hemos decidido que tomen la fábrica, metan a todo el personal con las familias, se quedan ahí y hagan una huelga de hambre”, le dice. Carlos le responde que no estaba de acuerdo pero que iba a respetar lo que se decida en asamblea. Fue ahí que el gringo (Domingo Valentín) Bizzi que era secretario adjunto, le propuso que lo hagan ellos en la parroquia de Ferreyra. En ese preciso instante el chaqueño Giménez se puso a llorar y dijo: ‘le vamos a demostrar a los compañeros que no somos ningunos burócratas. Nos vamos a sacrificar en defensa de ellos y la vamos hacer nosotros en la iglesia’.
“Y la hicimos. Fue preciosa, me acuerdo que el cura Quelo Giancaglia nos dijo que sí pero antes tuvo que avisarle a Primatesta”. Fueron al arzobispado y como a él lo etiquetaban como “comunista” no fue. Aclara que era de izquierda lo que sería hoy estar cerca del kirchnerismo. “Pero tengo que reconocer que era muy Castrista y Guevarista. Cómo no iba a serlo si San Martín pudo correr a los españoles para liberarnos de ser colonia, Castro hizo exactamente lo mismo, y lo hizo bien”.
Huelga de hambre y toma
Finalmente la huelga de hambre se realizó en la capilla, con guitarras, ajedrez y discusiones. A los días, cuando volvieron a trabajar habían despedido a Bizzi, Giménez, Díaz, Flores y Páez. Volvieron a tomar la fábrica y lo llamó al abogado Martin Federico. Corrieron la voz que pronto vendría el ejército a echarlos. De a poco, fueron largando los rehenes durante la noche. A la madrugada, empezaron a llegar estudiantes, familiares y vecinos a brindarles apoyo. A los días, se presentó un negociador, se dictó la conciliación obligatoria y volvieron todos al trabajo.
Sobre el final sintetizó su trayectoria en una frase de la revolucionaria española Dolores Ibárruri: “Es preferible morir de pie que vivir de rodillas”. También dijo durante su relato: “Soy un dirigente circunstancial. No soy merecedor de esto, porque imaginensé que si vivieran Atilio López y Elpidio Torres, yo estaría en mi casa”, dijo con total convencimiento.
Documentos y marcas de memoria
Trabajadoras de las áreas documentales del Archivo les entregaron documentación a representantes de la CGT aportes que colaboran en la búsqueda por la verdad. Se trata de dos series documentales de la Policía Federal. La primera es una carpeta sin clasificar que da cuenta de la represión estatal a los trabajadores y referentes del movimiento obrero de Córdoba y la otra caratulada como Sitrac- Sitram donde se puede ver el seguimiento y la inteligencia previa a los trabajadores antes del golpe de estado. Seguidamente se hizo entrega de una baldosa, marca de memoria, un pañuelo intervenido, una cajita con miguelitos: los calvos del poder, y un pendrive a los que fueron testigos en los juicios de lesa humanidad.
El primero en recibirlo fue Carlos Masera y quienes lo acompañaban en la mesa, Soledad García y Juan Villa. Después lo hicieron los demás que mencionamos a continuación. Cada cual expresó sus opiniones y agradeció la iniciativa. Como el Negro Ríos, que valoró que se realicen estos reconocimientos en vida.
Taurino Atencio, ha sido dirigente de Luz y Fuerza, y miembro de la Mesa de Gremios en Lucha; Roberto Eladio Nágera, trabajó en la fábrica Transax, fue dirigente de SMATA y miembro de la Mesa de Gremios en Lucha; Susana Fiorito: secretaria de Sitrac; Carlos Higinio Ríos: formó parte del consejo directivo del sindicato de Perkins y miembro de la Mesa de Gremios en Lucha. Durante el terrorismo de estado estuvo preso en la UP1 y otras cárceles. En democracia trabajó en los SRT y formó parte de la comisión directiva del Cispren.
Rubén Rognone: trabajó en Materfer y fue miembro de la Mesa de Gremios en Lucha; Pedro Nolasco Gaetano: trabajó en la fábrica Lujan Hermanos que fabricaba la motocicleta Puma. Delegado gremial de la UOM, y de la Coordinadora de gremios en lucha; Luis Miguel “Vitin” Baronetto: dirigente del Gremio Bancario; Negro Galíndez: ex delegado gremial del SUOEM; secretario de prensa de ATE (Asociación Trabajadores del Estado) y miembro de la mesa de gremios en lucha; Rafael Flores y Ramón Flores (hermano): dirigentes del gremio del Caucho y miembros de la Mesa de Gremios en Lucha; Rubén Ortiz: directivo del sindicato de Perkins y miembro de la Mesa de Gremios en Lucha; Santos Torres: Miembro del Sitrac; Américo Aspitia: secretario gremial de Perkins y miembro de la Mesa de Gremios en Lucha; José Alberto Ceballos: miembro de la Comisión interna de Grandes Motores Diesel, en representación de SMATA; Víctor Saiz: dirigente Sindical de AGEP y militante de la izquierda nacional.
Florencio Ramos: trabajó en Materfer, integró la Mesa de Gremios en Lucha; Susana Carranza: delegada en la fábrica Cindalux del vidrio; Cacho Pérez: Sindicato del Seguro; Manuel Reyes: secretario general del Sindicato de Farmacia de Córdoba; Lila García: Escribana de distinto gremios combativos de Córdoba; Jorge Vega: trabajó en hidráulica y fue miembro de la Mesa de Gremios en Lucha: Ofelia Argelina Arce: Sindicato de empleados municipales de Deán Funes; Juan Carlos Barrionuevo: Comisión interna de Grandes Motores Diesel que pertenecía al SMATA.
Referencia
1-El Torno y la Molotov Relatos e imágenes de la Córdoba obrera 60-70. Autores Susana Roitman, Hernán Tejerina, Ximena Cabral y Emilia Olivera. 2010. Editor Jorge Sarmiento.
*Periodista. Agencia Prensared. Fotos: Angelina Agüero . Gentileza APM.
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