A cinco años de la muerte del fiscal ocurrida en la Ciudad autónoma de Buenos aires uno los periodistas que más investigó sobre el tema da cuenta de diferentes cuestiones. Los enigmas del caso. La angustia de sus últimas horas. Sus búsquedas en internet. Los mensajes borrados en el celular. Los mails que Estados Unidos nunca liberó.
Por Raúl Kollman*
Las últimas horas de Alberto Nisman, el domingo 18 de enero a la mañana, no sólo muestran indicios de la crisis que vivía en el departamento cerrado, con las cortinas bajas y del que no salía desde el viernes a las 16, sino que también vuelven a plantear uno de los enigmas del caso: ¿Por qué en los cinco años transcurridos desde la muerte del fiscal, Estados Unidos no libera ni exhibe los mails que recibió o mandó Nisman desde su casilla de mails de Yahoo aquel domingo antes de morir? Las evidencias surgen, nuevamente, de la pericia informática firmada por todos los peritos, de manera unánime, el martes 3 de diciembre pasado. Dos días más tarde, el estudio se incorporó al expediente. ¿Nisman no le mandó un mail a nadie esa mañana, tal vez anunciando que había tomado una decisión? ¿Nisman no le mandó un mail a su madre o a alguien advirtiéndole que había que sacar las cosas de las cajas de seguridad? Se trata de especulaciones, incluso burdas, pero que sobreviven porque en cinco años el FBI y el Departamento de Justicia de Estados Unidos no entregaron, como corresponde, todo el contenido de la casilla de Yahoo.
La pericia informática tiene la firma de Darío Pichirili y Emiliano Moraña, profesionales que representaron a Sara Garfunkel, la madre de Nisman; Marcelo Torok, en nombre de los abogados de Diego Lagomarsino; y el hombre de la Gendarmería que estuvo al frente, el comandante Antonio Maza.
Local
En primer lugar, la pericia ratifica que la navegación en la computadora fue local, es decir que todos los movimientos se hicieron en la dirección IP (la identificación del aparato y el lugar) correspondiente al piso 13 del edificio Le Parc.
Esto significa dos cosas posibles:
*Una: o Nisman estaba vivo a las 7 horas, 01 minutos 51 segundos del domingo, cuando abrió la computadora y leyó varios diarios, en especial Página/12
*Dos: o un supuesto asesino navegó en la computadora de Nisman a esa hora en el departamento del piso 13.
La primera alternativa demuele la pericia de la Gendarmería que fijó la muerte a las 2.46 de la madrugada. La segunda alternativa, significa que un killer estuvo cuatro horas y 15 minutos en el departamento, no se sabe por qué ni para qué.
La navegación local ya había sido onstatada por este diario ya que se hizo una verificación en el servidor de Página/12 y efectivamente hay un ingreso desde la IP de Nisman en Le Parc a las 7:01:51 de ese día. Esa verificación consta en la pericia.
Cadencia
La pericia informática demuestra, de hecho, que quien navegó fue Nisman, por lo que se conoce como “cadencia” de la navegación, o sea la forma natural, habitual, en la que se movía el fiscal en su computadora.
Por ejemplo, entró a su casilla de mails de yahoo, luego leyó Página/12, Clarín, Nación, Infobae y Perfil. Pero no buscó en Google, sino que entró directamente, sin fallar en el tipeo, sin buscar en forma previa la manera en que se mueve un desconocido que no conoce ni la computadora ni los hábitos de su dueño. También ingresó en el Instagram de una chica con la que había dormido cuatro días antes, la modelo M.E., y entró dos veces para verla en fotos con otro joven. Estuvo nada menos que un minuto y medio viendo esa imagen.
La publicación de la foto le fue advertida por un programa, Ink365 y el tiempo que le dedicó muestra su melancolía o decepción. Fueron todos movimientos personales.
Un indicio muy categórico -y muy conocido- es que Nisman leyó un posteo de Claudio María Domínguez en Infobae sobre el regreso de la muerte. Se trata del relato de un artista norteamericano llamado Mellen-Thomas Benedict, quien contó que estuvo una hora y media muerto en 1982. Después de esa lectura, Nisman googleó la palabra psicodelia, porque figuraba en el escrito de Mellen -Thomas Benedict. Tras esta última búsqueda, cerró la computadora, y según el Cuerpo Médico Forense (CMF)-que realiza tres mil autopsias por año- murió poco después, en esa mañana, y no a las 2.46 de la madrugada, la disparatada conjetura de la Gendarmería.
Es la única data de muerte de la historia que alguien fija en un determinado minuto y que el propio jefe de la Gendarmería minimiza en el documental Nisman, el fiscal, la presidenta y el espía, de Netflix.
“Hay que verificarlo”, sostiene Carlos Barrionuevo, el comandante principal de la fuerza verde. Según el dictamen del CMF, “no hay evidencia, desde el punto de vista médico-legal, de un accionar homicida”.
Noche
En la noche del sábado, Nisman apagó su celular a las 23.30 y lo puso a cargar. Lo último que hizo fue intercambiar mensajes con el representante de modelos, Leandro Santos. La computadora no la apagó, simplemente bajó la tapa. Todo fue como lo hacía habitualmente.
El encendido del celular a la mañana fue normal, pero ya no le prestó atención. No revisó mensajes ni llamadas. Todo indica que fue directo a la computadora y es muy probable que se haya sentado frente a la máquina tal como durmió, en el pantalón corto y la remera. Da toda la impresión que pasó una muy mala noche.
Hay un cierto grado de selección entre los mensajes que borró del celular y los que dejó. Entre el viernes y el sábado borró 55 veces, todos los chats con periodistas, modelos, representantes de modelos, dirigentes del PRO y, en menor medida, con sus colaboradores de la fiscalía. Todos esos movimientos de borrado son indubitables porque está probado que Nisman estaba vivo y con el celular. Lo único que dejó en el aparato fueron fotos de las chicas con las que había salido. Era su forma de alardear.
En la computadora también aplicó el programa CCleaner, de borrado seguro, y sólo dejó un registro de sus bienes y los movimientos de sus cuentas. De allí los informáticos concluyeron que durante 2014, el fiscal movió 1.600.000 dólares en la cuenta del banco Merrill Lynch de Nueva York. El organismo anti-lavado de Estados Unidos advirtió que había un saldo de más de 600.000 dólares en esa cuenta, pero nunca hubo un detalle de las entradas y salidas. Sin embargo, la Fincen (el organismo anti-lavado) dijo que había que investigar a Nisman por coimas.
Final
El panorama a las 7 de la mañana, cuando Nisman se sentó a la computadora, era desolador. Las únicas notas que leyó con atención fueron las de este diario. Una en la cual el ex secretario general de Interpol, el norteamericano Ronald Noble, sostenía que “la denuncia de Nisman es falsa”. Otra nota en la que se rebatía paso por paso su denuncia. Y, además, el Frente para la Victoria anunciaba que lo esperaba al fiscal en el Congreso “con los tapones de punta”. El fiscal repasó brevemente la tapa de los demás medios y parece cantado que estaba ante un abismo. Es muy seguro que haya pensado que podría perder su cargo.
El día anterior, el hombre que lo respaldaba, Jaime Stiuso, no le contestó el teléfono y lo dejó solo. El PRO lo presionaba para que fuera al Congreso, pese a que se habían caído buena parte de las pruebas de su escrito y corría el peligro de la humillación. Y, para colmo, estaba en guerra con su ex pareja, Sandra Arroyo Salgado, mientras que sus hijas no se comunicaron con él ni jueves ni viernes ni sábado.
En ese marco, se sabe todo lo que miró en la computadora, salvo una navegación: el ingreso a su cuenta aanisman@yahoo.com. Desde el punto de vista informático es como entrar en un túnel. Se sabe que ingresó, pero no se sabe qué pasó adentro. Y quien sí tiene los elementos es la empresa Yahoo, pero sobre todo quienes aparecen en la causa judicial manejando la información proporcionada por Yahoo: el FBI y el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Lo habitual en estos requerimientos es que se tarde entre tres y seis meses en proporcionarlos a la autoridad competente, en este caso la fiscal Fein y la jueza Fabiana Palmaghini. En su momento, los norteamericanos contestaron que sólo podían proporcionar “los correos que no tienen compromisos políticos”, algo que por supuesto definirían con su criterio. Hasta hoy no constan en la causa ni se aportaron a la pericia informática.
Como es obvio, se podría especular que aquella mañana Nisman mandó o recibió mails. Tal vez le mandaron una amenaza del estilo de “si no te pegás un tiro, matamos a toda tu familia”, pero también mails suyos con mensajes sobre la decisión de dispararse que tomó un rato más tarde.
No son pocos los que creen que Sara Garfunkel, la madre del fiscal, reaccionó con frialdad ante la situación y especulan con que ya sabía lo que pasó. También que rápidamente concurrió a las cajas de seguridad que tenía su hijo, porque éste le había dado instrucciones.
La realidad es que se trata de especulaciones que no tienen fundamento alguno, pero el espacio para semejantes elucubraciones parte del hecho de que Washington retiene, sin explicación, información que podría ser clave. En su momento la fiscal Fein se negó a dictaminar que Nisman se suicidó -no había ninguna prueba de homicidio- porque quería ver esos mails, esperaba ese informe norteamericano que nunca llegó.
En este aniversario y a lo largo de cinco años, la causa por la muerte de Nisman fue terreno de operaciones políticas, nacionales e internacionales. La evidencia concreta es que el fiscal estaba encerrado en su departamento, casi a oscuras, sin salir, viviendo la debacle de su denuncia, en peligro de humillación pública en el Congreso, abandonado por sus habituales respaldos en la ex SIDE y en una batalla campal familiar.
Es un hecho objetivo que pidió un arma prestada, que a cinco años no hay un sospechoso de haber entrado al edificio y al departamento y es un hecho objetivo que leyó sobre el regreso de la muerte en los minutos finales.
*Periodista. Publicación de Página 12
www.prensared.org.ar