En el periurbano de la capital cordobesa hay 10 mil hectáreas destinadas a la horticultura, la producción frutícola y la papa. Estas tierras destinadas al abastecimiento local, muchas de ellas en transición agroecológica, se ven amenazadas por el avance de los cultivos transgénicos y la especulación inmobiliaria. Entre 2004 y 2019, las tierras para producir alimentos cayeron un 33,4 por ciento.
Por Fabio Primo*
La agroecología dice presente en Córdoba. Alrededor de la capital cordobesa funciona una enorme región de producciones hortícolas a lo largo de casi cien kilómetros que abastece a los habitantes locales. Este cinturón verde se compone de una importante cantidad de localidades donde se encuentra la ciudad con el campo. Pero la agroecología debe aún enfrentar importantes desafíos: el crecimiento de una mancha urbana que expulsa productores a otras zonas, los conflictos con otros productores más ligados al uso de fitosanitarios y las dificultades de asumir un proceso de transición hacia un diseño agroecológico integral.
En el periurbano de la ciudad de Córdoba se ha ido enhebrando una red de productores e instituciones que vienen trabajando hace más de una década en proyectos de transición agroecológica. Estos actores han contado con el apoyo de instituciones que desarrollan tareas de investigación y acción participativa, buscando el involucramiento de las familias en estos proyectos.
Este valioso acompañamiento proviene de ingenieros y agroecólogos como Luis Narmona —técnico del INTA CIAP que coopera con la Dirección Nacional de Agroecología en el incipiente proyecto de Nodos Agroecológicos—, quien conoce algunos de los problemas centrales que afectan la actividad. “Los productores que desarrollan sus actividades en estas zonas se enfrentan con una serie de dificultades que operan como una tenaza, donde la expansión de la mancha urbana desde el centro urbano hacia la periferia coincide con el avance del modelo de agricultura extensivo desde las zonas rurales, lo que termina por comprimir y estrechar los espacios productivo dedicados a producción de alimentos de cercanía”, advierte.
Esto —según Narmona— expone a los productores a varios riesgos. Por un lado, la expulsión de productores a otras zonas, por el otro la conflictividad que surge por el uso de los agroquímicos entre los distintos productores. La puja por el acceso a la tierra en condiciones de acaparamiento se suma a estas anteriores en un contexto donde muchas veces los municipios carecen de herramientas para resolver estos problemas. En estos contextos, el paradigma agroecológico puede venir ofrecer soluciones a estas conflictividades emergentes.
El cinturón verde de Córdoba
La magnitud e importancia de esta región es fundamental tanto en materia productiva como de empleo. Según un estudio del Observatorio de la Agricultura Urbana, Periurbana y de la Agroecología, entre 2018 y 2020, la Región Alimentaria de Córdoba o “cinturón verde” se han registrado unas 354 unidades productivas que cubren un área de unas 10.000 hectáreas. Se calcula que los trabajadores de la tierra rondan unas 1700 personas, de las cuales 250 son trabajadores estacionales y golondrinas. Las principales producciones están orientadas hacia la horticultura, la producción frutícola y de papas, ocupando esta última unas 7638 hectáreas de tierra.
La región del periurbano de la capital cordobesa cuenta con una estructura agraria mixta, donde la aproximadamente mitad de las tierras están en manos de propietarios y el régimen de trabajo es el “mediero”, donde los dueños de la tierra la ponen a trabajar en manos de familias pequeños productores que ponen la fuerza de trabajo. Diferentes estudios muestran cómo se ha ido dando el avance de la mancha urbana en detrimento de las producciones hortícolas y presionando sobre el sistema de producción. En los últimos años también se ha podido recabar información sobre el impacto de este fenómeno en las áreas del periurbano.
Entre 2004 y 2019 se percibe una decrecimiento del área destinada a cultivos frutícolas y hortícolas que rondó el 33,4 por ciento, promoviendo un cambio del uso de estas tierras hacia emprendimientos inmobiliarios y agricultura extensiva. Además la constante expansión de esta última actividad una de los factores que inciden en este fenómeno es la tendencia a considerar a las tierras de producción rural en el periurbano y las localidades linderas como una espacio vacante para ser urbanizado y no como patrimonio agrario o agro-ecosistémico.
Como indican los estudios de Natacha Gordillo, en su trabajo “La alimentación de las ciudades: transformaciones territoriales y Cambio Climático en el Cinturón Verde de Córdoba”, al año 2014 el área urbanizable, según la publicación realizada por la Municipalidad de Córdoba, era de 23.775,14 hectáreas (ha); mientras que si se lo compara con la publicación realizada en el año 2007, la superficie urbanizable era de 23.177,57 ha: esto representa un aumento de 597.57 ha (2 por ciento más) en el transcurso de 7 años.
Y si se le suma la superficie afectada por los convenios urbanísticos aprobados a junio 2016, que representan aproximadamente 1663.46 ha, la superficie urbanizable asciende a 25.438,6 ha, es decir un 7 por ciento más en el transcurso de 2 años.
“La agroecología puede formar comunidad y aliviar las tensiones”
“La mayoría de las que están al norte de Circunvalación de la capital provincial están ligadas a proyectos urbanos y barrios privados, por lo que son tierras que ya fueron vendidas. Por otro lado, contamos con la presencia de productores sojeros más hacia el sur, que tienen sus propias tierras. Por todo esto va quedando un poco de espacio para la producción en el cinturón verde. A esto también se suma el problema del acceso al agua para los campos,” apunta Marcos Córdoba, productor de la Cooperativa San Carlos vinculada a la Federación de Organizaciones Nucleadas de la Agricultura Familiar (FONAF).
La experiencia cooperativa surgió para ofrecer servicios vinculados a escuelas locales, en 2002, y ya en 2010 —con el apoyo de la Facultad de Ciencias Agrarias de Córdoba— la cooperativa empezó a perfilarse en la producción de alimentos saludables y agroecológicos. El proyecto se orienta a la producción de hortalizas de manera plenamente agroecológica y en la actualidad están incorporando otras iniciativas ligadas al compostaje a gran escala, para el cual cuentan con maquinarias que permiten desplazar grandes volúmenes de materia orgánica.
La misma se impulsa por la dificultad de agregar materia orgánica a los suelos en áreas linderas a zonas urbanas. También de esta manera también se busca abrir un nuevo mercado para la venta de abono y sustratos.
“Actualmente, las principales dificultades que afectan a nuestra cooperativa y a los productores de la zona es el acceso a la tierra para poder darle continuidad a la producción, para que sea un sistema más sustentable tanto en lo económico como ambiental dependemos de la tierra. La mayoría de los productores alquilamos las tierras para producir con contratos no superiores a tres años, por lo que cada tres años uno tiene que estar pendiente si se renueva o no un contrato o si se tiene que buscar otra parcela en otro lugar para poder trabajar. El problema es que tampoco hay tierras para alquilar”, completa Marcos.
—¿Qué soluciones puede ofrecer la agroecología? ¿Cómo permite interpelar a los productores que están más vinculados al modelo convencional?
— Creo que lo que viene a proponer la agroecología es un encuentro para producir de otra manera para que los miembros de una sociedad puedan acceder a alimentos que son elaborados sin usar sustancias que son nocivas para las personas y el medio ambiente. Desde ese lugar se reducen niveles de conflictividad porque cada productor puede desarrollar su actividad sin perjudicar o entrar en conflicto con las formas de otros. No hay recetas en agroecología, hay principios que se van aplicando de manera diferente en cada territorio, a partir de un conocimiento situado y compartido. La agroecología puede formar comunidad y aliviar las tensiones. Para tratar con los productores que aplican insumos es importante ir acompañando los procesos socio técnicos con análisis económicos. No es solo tener una mirada romántica de la construcción de este conocimiento sino tratando de entender que para muchos los productores la actividad debe ser rentable. Lo que vamos viendo en los datos provenientes de sistemas extensivos es que a los productores que practican agroecología se les reducen muchísimo los costos porque gastan menos en insumos y puede sostener los rendimientos. Falta sistematizar muchísima información sobre los datos económicos de los sistemas agroecológicos, estamos trabajando en esta dirección“.
*fuente Agencia Tierra Viva. https://agenciatierraviva.com.ar/agroecologia-en-el-cinturon-verde-de-cordoba-entre-el-agronegocio-y-el-crecimiento-urbano/Foto principal: Equipo de Periurbanos y Agroecología.
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