Quedaron señalizados ayer el ingreso de la capilla y la explanada del Hospital Nacional de Clínicas. Participaron del acto funcionarios municipales y miembros de la organización de las actividades que se realizan en conmemoración de los 46 años del asesinato de Enrique Angelelli. El viceintendente Daniel Passerini y Vitín Baronetto descubrieron el cartel. El autor de esta nota recorre parte del trayecto de vida del cura de los pobres.
Por Luis Miguel Baronetto*
Hace 70 años andaba por estos pasillos y en esta capilla el padre Enrique Angelelli. En 1951, apenas regresado de Roma, fue designado Vicario de la parroquia San José de Alto Alberdi, y le fueron asignadas las funciones religiosas de atender este Hospital. Estuvo durante 1952 en la atención de los enfermos y del personal haciendo su primera experiencia de servicio pastoral. Hasta que en 1953 fue destinado a la capilla Cristo Obrero (en la Cañada), encargándosele la asesoría de la juventud obrera católica.
Agradecemos los aportes de la Municipalidad de Córdoba y de las autoridades del Hospital, que han facilitado el objetivo que nos propusimos. Y especialmente, menciono a la sobrina Marilé, que nos acompaña hoy, con quien hemos venido trabajando en estos últimos 40 años para preservar la memoria de su tío, maestro y amigo en la juventud. También participó en los reclamos por el esclarecimiento de su asesinato, como querellante en la causa judicial, que dio su fallo en el 2014. También trabajamos, a pedido del obispado de La Rioja a pedido del hoy arzobispo de Mendoza Marcelo Colombo, en la Comisión Histórica de la causa canónica en Roma, que dio un paso importante con la beatificación dispuesta por el Papa Francisco en 2019.

Reinstalar la presencia y la memoria de Angelelli es un imperativo que desde Tiempo Latinoamericano nos hemos empeñado desde nuestra aparición en 1982, hace 40 años, cuando adoptamos la consigna: “Con un oído en el Evangelio y otro en el pueblo” que el obispo hizo realidad hasta las últimas consecuencias. Por eso lo asesinaron quienes sintieron afectados sus intereses, no sólo a causa de su profética palabra, sino especialmente de las múltiples acciones de promoción y organización de los pobres, durante los ocho años riojanos (desde 1968 al 4 de agosto de 1976).
En Córdoba fue asesor de los jóvenes obreros, pero también profesor de su especialidad en derecho canónico en la formación de los futuros sacerdotes. Los jóvenes y los pobres, en su moto Puma segunda serie, que llamó Providencia, porque sólo arrancaba con la ayuda de Dios, le contagiaron sus realidades de dinamismo, solidaridad y justicia.

Estos “profetas que señalan nuevos horizontes” como repitió en la consigna que hemos recuperado este año para nuestras reflexiones, nos señalan hoy un compromiso que no podemos eludir como ciudadanos y como cristianos.
Nuestra memoria no es para quedar en el pasado, sino para que sirva de aliento en la permanente lucha por mayor justicia y dignidad, empezando por los que son marginados de las distintas instancias de poder, tanto institucionales como fácticas, que casi nunca muestran sus rostros pero hacen padecer a los más empobrecidos negando el pan de la dignidad y el trabajo que en justicia merecen.
Después de 10 años de ejercer su sacerdocio en distintas funciones de esta Arquidiócesis de Córdoba, fue elegido Obispo Auxiliar en 1961. Recorrió las parroquias de la ciudad y del interior, palpando sus realidades, que le sirvieron para sus futuras acciones. Los nuevos de renovación, que se vieron confirmados en el Concilio Vaticano II, generaron resistencias en el tradicionalismo católico de Córdoba. Padeció ataques que sobrellevó con paciencia y perseverancia junto a la mayoría del clero cordobés, especialmente los jóvenes.
Ver la grilla de actividades en homenaje de Angelelli y los curas riojanos.
*Director de Tiempo latinoamericano-Casa Angelelli. Fotos gentileza Municipalidad de Córdoba.
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