Agustín Olivares, único imputado por el asesinato de Federico Alejandro Agüero, artista, tatuador y murguero, fue condenado por un Tribunal por jurados a 22 años de prisión por “homicidio en ocasión de robo”. El hecho ocurrió el 7 de octubre de 2018, en la vía pública. Tenía una causa anterior por robo calificado que se unificó.
Por Katy García*
La Cámara en lo Criminal y Correccional n° 11 tramitó el juicio por el homicidio de Federico Agüero (28). El tribunal con jurados populares conformado por Susana Frascaroli, Daniel Ferrer Vieyra y Graciela Bordoy de Pizzicari junto a los jurados – ocho titulares y cuatro suplentes- condenaron al único imputado Agustín Olivares (19). En representación del Ministerio Público acusó Diego Albornoz. La jornada comenzó a media mañana con los alegatos y concluyó a las 15 con la lectura del fallo.
“Estamos conformes. Pero para nosotros no es nada en comparación a la vida de mi hijo. Pero se hizo justicia. Espero que con el tiempo puedan caer los que faltan. Está bien 22 años, dijo Sergio, el padre del joven, mientras lloraba y se abrazaba con familiares y amigos. La madre, Norma, quien interpeló al imputado y le habló al jurado, dijo al conocer la sentencia: “Nada me devolverá a mi hijo. Tanto daño que le hicieron, todo el sufrimiento que pasó, quiero que por lo menos ahora descanse en paz”.
El fiscal Albornoz había solicitado por las dos causas una condena de 20 años. (1) En tanto que Lucas del Olmo, abogado de la familia Agüero, pidió 20 años por la segunda. El defensor Salinas demandó la absolución de Olivares y un cambio de carátula por homicidio preterintencional.
“Corresponde a esta fiscalía enviar un mensaje de que estas cosas no deben suceder y será el Tribunal por jurados el que lo resuelva”, le anticipó, a este medio. Y así fue.
Palabras de Norma
Una vez concluido el debate y antes de que los jurados pasaran a deliberar se realizó el acto procesal de la última palabra para el imputado. Y para la familia de la víctima la oportunidad de expresarse. Con la voz entrecortada pero firme la madre se dirigió a los miembros del jurado y al propio imputado.
“Como saben, Federico era el primer hijo de tres. Éramos muy compañeros. Hace poco viajamos a Buenos Aires a un evento para juntar plata y poder pagar los costos y viáticos a los psicólogos y abogado. Conocí a los padres de los amigos de mi hijo. Me explotaba el corazón al ver todo el amor que sembró y que nosotros cosechamos.
Luego interpeló al imputado. Quiero decirle al señor Agustín:
¿Por qué se ensañó tanto con mi hijo? ¿Por qué no le pidió las cosas? Se las hubiera dado. Y otra cosa. No solo mató a mi hijo. Mató a mi familia. Mató a toda la familia murguera donde muchos de ellos tienen problemas psicológicos porque no pueden superar su muerte. Y a mí, su madre, me mataste en vida. Si hubiera sido una mala persona hubiera sabido que iba a terminar mal. Pero era una buena persona. Siempre trató de ayudar. Siempre. No merecía morir de esa forma. No merecía morir. Le hubieras robado, pero no matado”.
Por su parte el imputado dijo escuetamente “Lo siento mucho por la familia. Que se haga justicia”.
Ataque salvaje
El fiscal sostuvo la acusación que afirma que fue salvajemente atacado posiblemente por más de una persona con un elemento romo y rugoso que podría ser una piedra. Mientras lee el informe médico forense que da cuenta de las múltiples lesiones y escoriaciones y que la causa eficiente de la muerte se produjo por un traumatismo cráneo encefálico, los padres de la víctima Sergio y Norma no pueden contener los sollozos. Una mujer policía les alcanza un vaso de agua. El acusado mastica chicle, ajeno al clima tenso que circula en la sala. El fiscal piensa que el agresor fue reconocido y por eso decidió matarlo.
El 7 de octubre de 2018, a las 6:45 de la mañana, en calle Barbados y Nicaragua, de barrio Vicor, Federico Alejandro Agüero, un joven que desarrollaba una actividad artística, que venía de compartir una juntada con amigos, bajó del colectivo y fue sorprendido por un ataque violento. Recibió al menos 25 golpes en la cabeza. Tenía escaso dinero y un celular común. La víctima, el imputado y los testigos viven en el barrio.
Lo verdugueó
“No fue un simple golpe, lo verdugueó”, afirmó el representante del Ministerio Público. Destacó la actitud de los vecinos que llamaron a la policía quienes tramitaron la ambulancia y luego buscaron los testigos oculares. En el lugar yacía el joven. A dos cuadras, encontraron el documento y las tarjetas.
Los pedidos de auxilio partieron de Nicol Córdoba una vecina que escuchó lo que sucedía desde la planta alta de su casa. Su madre, Gladis Nieto, testimonió que su hija le decía: “Mamá hay alguien tirado en la calle, que se queja de dolor y se ahoga con su propia sangre”. Estaba en estado de shock. También escuchó una voz masculina que profería: Dale, dale, culiado. Indicio que hace suponer la participación de más de una persona. Luego escucha que arranca una moto. Toma el celular, mira por la ventana, y observa a “Un pendejo de 16 a 17 años, medio gordito, morocho, medio jorobadito, con pelo corto rapado”. Características que describen al imputado Agustín Olivares (19) quien proporcionó dos versiones mendaces sobre su participación que a la luz de la investigación quedaron al descubierto.
En rigor, estuvo en el lugar, se retiró y pasó por una esquina donde se encontraban los hermanos Peralta, en la puerta de su casa, arreglando una bicicleta y tomando bebidas.
-¿Qué andas haciendo por acá? – le preguntan al verlo.
-Acabo de cometer un hecho, recién termino de chorear. Lo verduguié – les dijo, excitado, mientras les mostraba el dinero y un pequeño celular negro.
Vestía ropa de color azul con rastros de sangre. Durante los allanamientos realizados encontraron las prendas manchadas y lavadas para esconder el hecho. También fueron objeto de análisis los celulares de los testigos y las conversaciones mantenidas in situ con otras personas. Lo cual corroboró los testimonios. Tras afirmar que un conjunto de indicios se constituyen en prueba, solicitó la pena de 20 años por las dos causas en las que está imputado Olivares. La primera por robo calificado ocurrió en mayo del mismo año. (1)
Un hecho aberrante
Lucas del Olmo, abogado querellante, coincidió con la valoración de la prueba realizada por el fiscal. “Hago mías sus palabras y por economía procesal no voy a repetir lo que ya se dijo en relación a la prueba testimonial y documental”, expresó. Valoró que en menos de un año se haya llegado al juicio. No es menor este dato. La familia y los integrantes de la murga también se encargaron de hacer público el reclamo de justicia con intervenciones artísticas en las calles.
“Es un hecho aberrante que impacta. Que se comete con una piedra, dejando a la víctima agonizante por lo menos una hora”, afirmó. Analizó luego que quedó acreditado que Olivares no tiene dificultad para ganarse el sustento necesario. La familia lo contiene y hasta le compró una moto que utilizó para delinquir. No es una persona analfabeta. Cursó la secundaria pero no la completó. El letrado afirmó que le llama la atención “el desprecio por la vida que manifiesta, siendo una persona joven, con toda la vida por delante”. No solo le troncó la vida, dice, sino que destruyó a los padres y a toda la familia. Es una persona adicta, sin tratamiento, alguien “a quien no le importa nada”. Y arriesgó que padece anomia social. Pidió 20 años de prisión.
Fue un accidente
Por consejo del defensor, Olivares pidió hablar al inicio. Reconoció el primer hecho, es decir el robo calificado. El abogado Salinas se dirigió al Tribunal y a los jurados populares. La estrategia del letrado se basó en la exigencia de pruebas de certeza, negando el conjunto de indicios que finalmente condenaron a su defendido. Culpó a la víctima que, dijo, venía de una fiesta donde había bebido alcohol y fumado mariguana. Sostuvo que su muerte fue producto de un “accidente” ya que en esas condiciones perdió el equilibrio y golpeó su cabeza con un relieve duro que se encuentra en la rotonda donde fue atacado. Acusó a los testigos de mentirosos especialmente a Clavero a quien señaló como el asaltante. En relación a la causa anterior – por robo calificado-, pidió que se modifique la calificación a robo.
En la segunda -por el asesinato de Agüero- pidió la absolución, el cambio de carátula a homicidio preterintencional, y la regulación de sus honorarios. Adujo que su cliente tiene una “capacidad limitada, trastornos de conducta y baja estima”. No obstante la pericia psicológica indicó que el joven es imputable. Que sabe lo que hizo, dirige sus acciones, y comprende la criminalidad del hecho.
En otro tramo del alegato, cuestionó la labor del fiscal Albornoz porque “no cumple con su función en el cargo” ya que no visitó el lugar de los hechos como él. Agregó que advertía una “corporación judicial” en relación a los expedientes que no se modificaban tras la instrucción “lo que dice uno, repite el otro”, graficó. El Tribunal recogió el guante y le solicitó una aclaración. Respondió que no fue entendido pero dejó claro que que se refería a los fiscales y no al Tribunal.
La murga acompañó
El juicio comenzó el pasado 5 de septiembre. Pero mucho antes la murga empezó a transitar un camino de lucha que logre lo que la enorme bandera anunciaba: “Justicia por Federico Agüero”. Julieta, amiga y compañera del joven le contó a Prensared que aquella mañana se enteró por una amiga. De inmediato decidieron ir a la casa de la familia para acompañarlos.
Así lo recuerda: “Es un amigo de la vida con quien se podía contar siempre. Nos reuníamos en barrio General Paz. Fue como volver a sus orígenes porque de chiquito vivió ahí. Espero que con la sentencia de Olivares se empiece a hacer justicia y que se siga investigando porque se sospecha que fueron tres”.
Durante las audiencias estuvieron presentes con una gigantografía que lleva la imagen del compañero y amigo. Tras la sentencia, emociones, lágrimas y abrazos reunieron al grupo. Nada de notas. Y esta cronista respetó sus deseos.
Nota
1-La causa involucra a Olivares y a Cristian Torres Castillo quien fue condenado a 5 años de prisión. El pasado 30 de mayo un hombre que se conducía en bicicleta en cercanías a la ciudad universitaria fue atacado por los acusados que iban en moto. Intentaban voltearlo . Pero llegó la policía, los persiguió con sirena y luces, y en vez de entregarse se resistieron.
*Periodista
Fotografía Prensared
www.prensared.org.ar